Confianza en la palabra de Dios

En una revista a las tropas en París, el caballo de Napoleón se escapó y se fue al galope. Un soldado salió de filas en busca del caballo, cogió el caballo de Napoleón por la brida y lo devolvió al emperador. Napoleón miró al soldado y le dijo: «Gracias, capitán«. Pronto y acertado le preguntó el soldado: «¿De qué regimiento?». «Regimiento de guardia», fue la breve respuesta del Emperador. El soldado se presentó inmediatamente en el estado mayor del Ejército y al verle le preguntó un oficial: «¿Qué quiere este hombre?«. «Este hombre es capitán del regimiento de guardia». «¿Dónde tiene su nombramiento y la espada?» «No los tengo, pero tengo mucho más, tengo la palabra del emperador«.

La moraleja es sencilla…

Fuente: Ke 2, 524

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