Del monte de las Bienaventuranzas a Tabga

Tras ver amanecer frente al lago, regresamos al hotel para desayunar y disponernos a visitar la zona norte del lago, donde se desarrolló gran parte de la vida pública del Señor en Galilea.

Poco después el minibús nos dejaba en un monte alto, el monte de las Bienaventuranzas,frente a una iglesia relativamente nueva (1938 ) y muy bonita, desde donde se contempla una vista magnífica del lago y sus alrededores. Entramos en el santuario y tras una rápida visita, pues estaban en misa, dimos un paseo por los jardines.

Aunque no se trate del exacto emplazamiento marcado por la tradición -que esta situado un poco más abajo, en la falda del monte-, mantiene el recuerdo de esa predicación maravillosa de Nuestro Redentor: Al ver Jesús, a las multitudes. Subió al monte; se sentó y se le acercaron sus discípulos, y abriendo su boca les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres de espíritu… (Mt 5,1-2s). Mientras leíamos aquel texto pensaba en vosotros y en mi…“Señor, que todos sepamos hacer de nuestra vida, una adaptación total al programa que tu nos has propuesto en las Bienaventuranzas”.

Volviendo a la carretera, dos kilómetros más abajo, llegamos a Tabga. Es uno de los rincones más agradables del lago, muy cerca de Cafarnaún. La vegetación es abundante y hasta los peces del lago –como bien sabían san Pedro y los pescadores de su tiempo- parecen reunirse aquí y en la altura de Cafarnaún en mayor cantidad. “Allí mismo –cuenta la peregrina Egeria que lo visitó a finales del s.IV- sobre el mar, hay un campo con hierba abundante y muchas palmeras, y junto a ellas, siete fuentes, de cada una de las cuales brota agua abundantísima. En este campo sacio el Señor al pueblo con cinco panes y dos peces. Hay que saber que la piedra sobre la cual puso el pan el Señor, es ahora un altar.” Entramos en la Iglesia y besamos con cariño aquella piedra bajo el altar. Algunos pasaron los objetos piadosos que llevaban encima, el crucifijo, el rosario… querían pasarlo todo por los lugares que el Señor había santificado con su presencia y en los que enseñó e hizo milagros.

A poca distancia de este lugar, siguiendo la misma orilla, se levanta la iglesia llamada del Primado. Nos dirigimos allí pues era el lugar previsto, y ya era la hora, donde celebraríamos la misa ese día. Dentro de la iglesia se venera la roca que, según una antigua tradición, sirvió como mesa mientras Jesús comía con los apóstoles tras la resurrección. Por eso se llama Mensa o Tabula Christi a aquel lugar. Durante la misa ocurrió algo curioso: dos mujeres entraron y se acercaron lentamente a esa roca que está frente al altar e inclinándose se arrojaron sobre ella y permanecieron así un buen rato en oración… A mi me emocionó aquel gesto de profunda fe y piedad.

Al terminar dimos un paseo por la playa que está cerca de la iglesia y tocamos el agua; algunos recogimos piedras del lago como recuerdo de aquella escena que cuenta san Juan en el capítulo 21: la aparición de Jesús resucitado, la pesca milagrosa de ciento cincuenta y tres peces grandes que llevó Pedro hasta la arena, la comida con el Señor y el inolvidable diálogo de Jesús con Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?… Si Señor, tu lo sabes todo, tu sabes que te amo… Y me acordé que muchas veces le he pedido al Señor que sea así, diciéndole estas palabras, como a mi me gustaría morir.

Cuesta irse de Tabga. Pienso que a Jesús le gustaba de modo particular este sitio y me lo imagino viniendo con frecuencia aquí para rezar tranquilo durante la temporada que residió en Cafarnaún –lugar de residencia de muchas de sus andanzas apostólicas por esta parte de Galilea-. Si, cuesta irse de Tabga, pero nos esperaban en Cafarnaún, y allí nos dirigimos, como ya os contaré el próximo viernes.

4 comentarios sobre “Del monte de las Bienaventuranzas a Tabga

  1. Hola:
    Con cuanto amor a Dios describe cada paso por esa tierra maravillosa….mil gracias por compartir este viaje que en forma espiritual se puede seguir, siguiendo su lectura.
    Un saludo Padre Rafael y felicidades por esa experiencia maravillosa.
    Liz

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