Es buen pagador…

Cuenta una antigua leyenda oriental que en cierto reino estaba establecida la siguiente costumbre: era obligado que todo aquél que se encontrara con el rey le ofreciera un regalo.

Un día fue un humildísimo campesino quien se topó con su soberano y, a falta de otro don que presentarle, fue rápido a una fuente, tomó agua haciendo un cuenco con sus manos y se la ofreció. A los pocos días el súbdito tuvo una maravillosa sorpresa: el rey le enviaba como regalo una copa de oro puro, y en el fondo de la copa estaba grabado el escudo del monarca.

Dios es buen pagador. Por cualquier cosilla que le ofrezcamos —y lo que le donamos además es suyo—, nos recompensará con la largueza digna de su generosidad.

J. Eugui en «Mil anécdotas de virtudes»

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