El puesto de frutas

Aquellos hombres importantes iban con mucha prisa a coger sus aviones. De repente, y por accidente, alguien debió de tropezar con la mesa de aquel establecimiento, pues todas las frutas del mostrador salieron volando por todas partes. Nadie se detuvo, ni se excuso, todos seguían corriendo para poder llegar a sus respetivos aviones. Todos menos uno.

Este se detuvo, respiró hondo, y experimentó un sentimiento de compasión por la joven dueña de aquel puesto, él no había sido pero decidió implicarse… Si, iría en el siguiente vuelo unas horas más tarde. Cuando se acercó para ayudar a recoger las frutas tiradas por el suelo, su sorpresa fue enorme, al darse cuenta de que aquella joven era ciega. La encontró llorando, tanteando el suelo, tratando de recoger todas aquellas frutas. El hombre se arrodilló junto a ella, y le dijo que la ayudaría. Reunió en diversas cestas las frutas. Separó las que estaban magulladas por los golpes y no podrían ya venderse. Ayudó a poner de nuevo el puesto. Finalmente, sacó su cartera y le dijo a la joven: «Toma, por favor, este dinero, espero que subsane en algo el daño causado ¿te pace bien?» Ella, en silencio y agradecida, asintió con la cabeza.

Se despidió y apenas se dió la vuelta cuando la joven dijo: “Señor…”. Él se detuvo y miró por primera vez aquellos hermosos ojos ciegos. Ella continuó: “Señor… ¿Es usted Jesús…?”. Él se sorprendió tanto que casi le da la risa, sonrió y con cierta emoción, le explicó que no, que él era un corriente hombre de negocios que pasaba por allí, y volvió a despedirse.

Unas horas después, ya de regreso en el avión, no podía dejar de pensar en aquella pregunta: ¿Es usted Jesús? Y se preguntaba qué había hecho él para que en aquella mente pudiera surgir esta pregunta y no conseguía apartar de su memoria aquellos perfectos ojos ciegos.

 

Parecernos tanto a Jesús, que la gente pueda llegar a plantearse esta pregunta. Parecernos tanto a Jesús, de modo que este mundo ciego a su Amor, su Vida y su Gracia se plantee esta pregunta al ver nuestra forma de actuar.

“Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: éste lee la vida de Jesucristo” (San Josemaría)

Para ello podemos empezar por sentir Su mirada amable, como aquella fruta objeto de su atención y amor, aún cuando haya sido golpeada por las caídas. Él dejó todo y nos recogió a ti y a mí en el Calvario; y pagó por nuestra fruta dañada.

4 comentarios sobre “El puesto de frutas

  1. no basta con leer la vida de jesucristo,yo me la he leido, y la verdad es muy divertida.
    lo que hay que hacer es APLICARLA. Da la impresión que nosotros tenemos que pasar por el calvario y no es verdad, ademas eso asusta demasiado a la gente, muchas torturas se han aplicado en el mundo y posiblemente la cruz sea la peor de todas. Pero no tenemos porque aplicarnosla a nosotros, conque lo haya hecho una persona vale. solo tenemos que hacer lo que hizo el hombre de negocios.

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  2. Ciertamente leer la vida de Jesuscristo nos deja una gran enseñanza, pues nadie nace sabiendolo todo, y, ¿qué mejor maestro y ejemplo a seguir que la vida misma de nuestro Señor?.
    El no nos pide sufrir el mismo calvario que el padecio, solo nos pide amarnos unos a otros como él nos ha amado a todos y por igual.
    El ser generosos y tener caridad por el projimo es un gran paso, y que nada cuesta……» por sus frutos los conocereis»……..

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