¿Qué tal procurarnos una buena ayuda espiritual para este curso que empieza?

Ya que estamos con buenos propósitos para este curso que acaba de empezar, ¿qué tal procurarnos una buena ayuda espiritual? La dirección o acompañamiento espiritual es un medio de santidad que ha existido siempre en la Iglesia, aunque su práctica haya tenido mayor o menor extensión según los momentos históricos, y haya asumido diversas modalidades.

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento hay numerosas referencias a la necesidad de ayuda y consejo para ir adelante en el camino de la santidad. Y por lo que se refiere a la experiencia de la Iglesia pertenece al común sentir como: «Dios ha dispuesto que, de forma ordinaria, los hombres se salven con la ayuda de otros hombres; y así (…), les proporciona también a unos hombres que les guíen hacia esta meta».

La experiencia de los santos nos lo confirma también: «No te constituyas maestro de ti mismo, y no te arriesgues sin guía en un camino nuevo para ti; de lo contrario pronto te descarriarás» (S. Jerónimo). «Como un ciego no puede seguir el camino recto sin lazarillo, así tampoco puede nadie caminar sin guía» (S. Agustín). «Es mucha soberbia pensar que no se tiene necesidad de un consejero» (S. Basilio). «Aquel que se constituye maestro de sí propio, se hace discípulo de un necio. Me atrevo a afirmar que es mucho más sencillo conducir a muchos otros, que conducirme a mí solo» (idem), etc… Así que ya sabes, otro buen propósito para este curso que comienza: buscar un buen director espiritual.

2 comentarios sobre “¿Qué tal procurarnos una buena ayuda espiritual para este curso que empieza?

  1. Con la crisis que nos ocupa y la crisis espiritual, resulta un poco difícil. Es una idea tentadora, pues los viajes siempre resultan mejor acompañados que en solitario.
    Quizá estas páginas hagan la función de dirección espiritual…
    «¿Vale pulpo como animal de compañía?»… (je,je)
    Creo que algunos te consideramos en ese papel, pese a la distancia…
    Un faro en la verde tierra asturiana que orienta el rumbo…
    Hice un cursillo de windsurf en Gandía este verano con mis hijos y, utilizando los argumentos de este deporte, está claro que hay que orientar la vela al viento divino para que nos impulse. Una vela mal puesta hace que no nos movamos y que nos caigamos al agua permaneciendo a la deriva. Tristes y desamparados. Cuando eso sucede, en la playa, El Instructor espera para señalarnos qué hicimos mal: la posición de los pies en la tabla, el agarre y orientación de la vela,…; cuando el instructor y el alumno conectan bien, y el alumno escucha, están asegurados el disfrute del mar y la vela. Viajaremos a través, de ceñida, empopados, sabremos impulsarnos y aguantar las olas. Así que con un buen director espiritual, la Vida y El Señor se viven de manera más intensa, plena, sintiendo que no se está sólo en el aprendizaje del noble deporte espiritual.
    ¡Feliz estancia en Bilbo!

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