Un Dios que pide permiso

¿Cuál fue el momento exacto en que la Virgen quedó encinta y el Hijo de Dios se encarnó en sus purísimas entrañas? Desconocemos este instante, al igual que el nacimiento y la resurrección de Jesús, ya que son escenas veladas para nosotros, ocultas en el secreto de Dios.

Sin embargo, podríamos aventurar que, al igual que el pan se convierte en el cuerpo de Cristo al sonido de las palabras del sacerdote, el Verbo se encarnó al sonido de las palabras de María: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’.

En ese momento, en que se unen la voluntad del Creador y la de la criatura, se abren las puertas a la acción divina. Dios toma posesión amorosa del hombre y realiza maravillas a través de las almas dóciles. La bendita obediencia nos convierte en instrumentos del milagro.

Dios quiere poner un Belén donde nazca su Hijo, y quiere ponerlo en tu alma. Como a la Virgen, en estos días te pide permiso. Recógete en oración, escucha el anuncio, responde. Verás salir el Sol dentro de ti.

Nunca realzaremos suficientemente la importancia de los miles de momentos en que la voluntad de Dios y la de la criatura se unen, abriendo las puertas del mundo a la acción divina, convirtiéndonos en instrumentos de milagros en la vida ordinaria, en eso que llamamos providencia de Dios.

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