Un Premio Nobel de Física asegura que cree en Dios más «gracias a la Ciencia que a pesar de ella»

El pasado día 5 de noviembre fue el 64 cumpleaños de William Daniel Phillips, físico estadounidense y ganador del Premio Nobel de Física en 1997 por el desarrollo de métodos para enfriar y capturar átomos por láser. Durante mucho tiempo ha sido miembro del National Institute of Standards and Technology (Instituto Nacional de Estándares y Tecnología), es profesor en la Universidad de Maryland y también uno de los fundadores de la International Society for Science & Religion (Sociedad Internacional para la Ciencia y la Religión). Unión entre ciencia y feHace años, escribió su testimonio explicando su pensamiento sobre la existencia de Dios y sobre la unión entre la ciencia y la fe, que puede consultarse aquí. 

«La Ciencia y la Religión no son enemigos irreconciliables»… «Muchos creen que la Ciencia, ofreciendo explicaciones, se opone a la comprensión de que el universo es una creación amorosa de Dios», comienza en su exposición el científico, «creen que la Ciencia y la Religión son enemigos irreconciliables, pero no es así».

William Phillips responde a esta pregunta a través de su experiencia: «Yo soy físico. Hago investigación tradicional, publico en revistas, presento mis investigaciones en reuniones profesionales, enseño a estudiantes e investigadores post-doctorales, intento aprender cómo funciona la naturaleza. En otras palabras, soy un científico ordinario». 

Reza con regularidad…

Pero, continua, «también soy una persona de fe religiosa. Asisto a la iglesia, canto gospel en el coro, todos los domingos voy al catecismo, rezo con regularidad, trato de ´hacer justicia, amar la misericordia, y caminar humildemente con mi Dios´. En otras palabras, soy una persona común de fe». …y no es una contradicción con ser científico

Para mucha gente, esto puede parecer una contradicción: «¡Un científico serio que cree seriamente en Dios! Pero, para muchas personas más, soy una persona como ellos. Aunque la mayor parte de la atención de los medios de comunicación va enfocada a los ateos ´estridentes´ que dicen que la religión es una superstición tonta, o los creacionistas fundamentalistas que niegan la evidencia clara de la evolución cósmica y biológica, la mayoría de la gente que conozco no ninguna dificultad en aceptar el conocimiento científico y mantener la fe religiosa», asegura.

¿Cómo puedo creer en Dios?
Continúa el Premio Nobel: «Como físico experimental, necesito pruebas, experimentos reproducibles y una lógica rigurosa para apoyar cualquier hipótesis científica. ¿Cómo puede una persona así basarse en la fe?», reta. 
Él mismo se plantea dos preguntas que tiene que responder: ¿Cómo puedo creer en Dios? y ¿Por qué creo en Dios? ¿Cómo puedo creer en Dios? 

«Un científico puede creer en Dios porque esta convicción no es una cuestión científica. Una afirmación científica debe ser ´falsificable´, es decir, debe haber algunos resultados que, al menos en principio, podrían demostrar que la afirmación es falsa [….]. Por el contrario, las afirmaciones religiosas no tienen que ser necesariamente ´falsificables´», argumenta William Phillips

«No es necesario que todo enunciado sea un enunciado científico; ni tampoco por ello los enunciados que simplemente no son científicos pasan a ser afirmaciones inútiles o irracionales. La ciencia no es la única manera útil de ver la vida», razona el premio Nobel.

¿Por qué creo en Dios?

«Como físico, observo la naturaleza desde un punto de vista particular. Veo un universo ordenado, hermoso, en el que casi todos los fenómenos físicos pueden ser entendidos con unas pocas y simples ecuaciones matemáticas. Veo a un universo que, de haber sido construido de una manera ligeramente diferente, nunca habría dado a luz a las estrellas y los planetas. Y no hay ninguna razón científica por la cual el universo no podría haber sido diferente. Muchos buenos científicos han concluido con estas observaciones que un Dios inteligente ha decidido crear el universo con esta propiedad hermosa, sencilla y vivificante. Muchos otros grandes científicos, sin embargo, son ateos. Ambas conclusiones son posiciones de fe», responde. 

Un ateo que cambia de opinión
Recientemente, el filósofo y por largo tiempo ateo Anthony Flew , cambió de opinión y decidió que, sobre la base de estos elementos y pruebas, era necesario creer en Dios:

«Creo que estos argumentos son sugerentes y ayudan a sostenener la fe en Dios», comenta William Phillips, «pero no son concluyentes. Yo creo en Dios porque siento la presencia de Dios en mi vida, porque puedo ver la evidencia de la bondad de Dios en el mundo, porque creo en el amor y porque creo que Dios es amor».

¿Dudas sobre Dios?
¿Esto le hace una mejor persona o un físico mejor que otros?

«Difícilmente. Conozco un montón de ateos que son mejores personas y mejores científicos que yo. ¿Esto libre de dudas sobre la existencia de Dios? Difícilmente también. Las preguntas sobre el mal en el mundo, el sufrimiento de niños inocentes, la variedad del pensamiento religioso y otros imponderables suelen dejar a menudo en el aire la cuestión de si estoy en lo cierto, y me hacen constatar siempre mi ignorancia. A pesar de todo esto, creo más gracias a la Ciencia que a pesar de ella», concluye el premio Nobel. 
«Como está escrito en la Epístola a los Hebreos, ´la fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven´».

4 comentarios sobre “Un Premio Nobel de Física asegura que cree en Dios más «gracias a la Ciencia que a pesar de ella»

  1. Afortunadamente, hoy vemos un mayor diálogo entre cristianismo y mundo de la ciencia, que es cada vez más profundo y comprometedor, y que demuestra cuánto podemos aprender los unos de los otros promoviendo juntos iniciativas de diálogo. Desde hace casi seis años, el Consejo Pontificio de la Cultura junto a algunas universidades pontificias, ha iniciado el proyecto científico STOQ (Science, Theology and the Ontological Quest) que, concediendo becas, organizando conferencias internacionales y publicando textos especializados, impulsa el diálogo entre las ciencias naturales y la reflexión filosófico-teológica. Pero no olvidemos que hay otras importantes iniciativas y estructuras. Es suficiente recordar la aportación que, en este sentido, ofrece la Academia Pontificia de las Ciencias, que une a prestigiosos científicos de todo el mundo, de diversas culturas y religiones –muchos de ellos ganadores del premio Nobel– que mantienen un debate académico sobre las cuestiones científicas, pero referidas a la realidad de los valores y a menudo correlacionadas con las cuestiones relativas a la fe. En este sentido, el cristianismo y sus valores, junto con las profundas intuiciones religiosas, pueden convertirse en una importante fuente de inspiración para muchas disciplinas científicas, siempre que los mismos científicos no asuman una postura de desprecio y de rechazo del tesoro de la fe cristiana.

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  2. Muy interesantes las reflexiones de William Philips y el comentario de Rosa.
    En mi opinión no creo que una ecuación matemática, una formulación química o una expresión física puedan confirmarnos nunca la existencia de Dios. Incluso las teorías más modernas sobre el nacimiento y expansión del universo pueden ser reinterpretadas en un futuro próximo, si se demuestra que la velocidad de la luz no fuera constante. Esta circunstancia se admite en la ciencia como un axioma suficientemente cierto para entender el mundo en nuestra concepción actual, pero si no fuese así, la medida del tiempo, del espacio interestelar y de muchas otras cuestiones cambiaría y cambiaría nuestra perspectiva y conocimiento científico tal como se sustenta hoy.
    La concepción de Dios es más intuitiva y personal. Constituye una búsqueda permanente del individuo para dar respuesta a los grandes misterios de la vida y ofrecer un significado y esperanza más allá de la muerte.
    En este mismo instante, hay plantas en recónditos rincones del mundo que florecen con todo su esplendor sin testigo ninguno. Encontrar sentido a este hecho forma parte de la búsqueda permanente de Dios y del sentido de la vida. Debe haber un Por Qué global y convergente que sustente el verdadero significado de la vida plena y natural, de la explosión biológica terrestre y del orden cósmico que la mantiene. El hecho de que el planeta Tierra tenga vida y que si se separa de su orbita ligeramente pueda transformarse en un Venus ardiente o en un gélido Marte carente de atmósfera, no puede ser fruto de la casualidad.
    Si la casualidad fuera algo tan cotidiano y simple, ¿por qué no encontramos otro planeta con vida relativamente próximo?
    Debe de haber una Razón poderosa, absoluta y permanente para que el mundo sea mundo, la vida sea vida y el hombre sea hombre.
    Pero esa Razón hay que encontrarla a través del corazón, de la conexión con el universo, con la naturaleza que nos rodea y que somos. Con la humildad, el agradecimiento infinito y la sumisión para aceptar nuestro pequeño papel y posición en este grandioso puzzle universal.
    Desde mi punto de vista, resulta una temerosa osadía querer entender un sistema que lleva funcionando más de 13.000 millones de años, en apenas dos siglos de ciencia y tecnología humana ¿»vanguardista»?.
    Seamos humildes, sigamos buscando y recemos y demos gracias a Dios, cada día, por el bello escenario que ha montado para nosotros y por el don y la gracia que nos ha concedido para su disfrute y contemplación.
    Ya es un premio singular haber sido elegidos para ello.

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  3. Gracias a ti por esta página y permitirnos aprender, orientarnos y expresar inquietudes, experiencias y opiniones, que buscan armonizarse en el pensamiento cristiano verdadero y en la búsqueda incansable de Dios.
    Ya sabes que te echamos de menos; pero dentro del espíritu de Dios, nadie está lejos.
    Un abrazo

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