Sobre conciencia y moralidad

De nuevo traigo al blog un vídeo de Fr. Robert Barron’s. En 8 minutos da una brillante y sencilla explicación de la conciencia y del sentido moral de nuestra vida. Vale la pena escuchar lo que dice hasta el final. Aquí os lo dejo:

Aunque está subtitulado, he hecho un resumen por si alguien prefiere leerlo tranquilamente:

Soy un gran admirador de las historias de Elías, narradas en el Primer libro de los Reyes. Si alguien está interesado en la Biblia y quiere empezar a leerla, es muy recomendable empezar por estas historias de Elías. Son muy interesantes y tienen su parte de aventura. Elías es una figura cuya nombre lo dice todo. Elías es una traducción del nombre hebreo “Eliyahu”. “El” significa Dios, “Yahu”, viene de “Yahvéh”. “Yahvéh es mi Dios”, ese es Elías. Es alguien que tiene muy claro cuál es su valor supremo: Yahvéh.

Se puede decir mucho de una persona al considerar lo que esa persona adora. “Adorar” significa amar algo en extremo, darle el máximo valor a algo. ¿Qué es lo más valioso para ti? ¿Qué es lo que tiene más valor? Si para ti tu familia es lo más valioso, eres un hombre o una mujer de familia. Si tus negocios son lo más importante, eres un hombre de negocios. Si para ti el sexo es lo más importante, eres un playboy o una playgirl. Si lo más importante para ti es el placer, eres un hedonista. Puedes darle un nombre a cada persona según lo que adora.

Con Elías queda muy claro a quién adora, Elías adora a Yahvéh. Por lo tanto todo lo demás en su vida surge de allí. Todo lo que piensa , todo lo que hace. Por ejemplo, vemos a Elías cuando se enfrenta al rey Ajab, que había empezado a adorar duioses falsos. Desde luego, el hombre de Dios se opondrá a ello. Es pos eso que la reina Jezabel, la esposa de Ajab, persigue a Elias. Él huye de ella y llega, según narra la Biblia , al Horeb, la montaña de Dios. Y aquí sucede la famosa escena. Elías está en el monte Sinaí, la montaña de Dios, y dice: “El Señor pasará”. Luego hubo un gran terremoto, que fue seguido por un fuerte viento, que resquebrajaba las rocas. Luego se encendió un gran fuego. Tres cosas que ocurrieron también en el Monte Sinaí cuando Moisés estuvo allí. Tres señales clásicas de la presencia de Dios. Pero el Señor no estaba en el terremoto, ni en el viento, ni en el fuego. Luego Elías oyó en el suave susurro de la brisa una voz y se cubre la cabeza con su manto de profeta y sale a escuchar. Porque el Señor está en esa voz.

Una hermosa escena, llena de lirismo. ¿Cuál es su significado? Creo que se refiere a la conciencia. ¿qué es esa voz suave y susurrate? Es esa voz que todos reconocemos, que nos hace diferencia el bien del mal, que nos recompensa de una manera absolutamente única cuando hemos hecho algo generoso, bondadoso y piadoso; y que nos castiga de una manera absolutamente única cuando hemos hecho algo que va contra la voluntad de Dios.

El cardenal Newman, se refería a la conciencia como el vicario original de Cristo en el alma. Newman reverenciaba al Papa como Vicario de Cristo, pero decía que había un vicario de Cristo que era anterior en el alma, un representante de Cristo: La voz de la conciencia.

(el brindis del cardenal Newman sobre la prioridad del Papa o de la conciencia)

Sé que somos todos postfreudianos, tendemos a decir que la conciencia es la voz interiorizada de nuestro padre, que es el conjunto de los prejuicios heredados de nuestra sociedad, que es la combinación de nuestros complejos, etc… Pueden decir lo que quieran. Esas cosas pueden ser reales, estoy de acuerdo. Digan lo que quieran, pero no pueden reducir la conciencia solo a esas cosas. Hay algo que es tan poderoso, claro e integral en ella que sabemos que no es solo una cuestión de complejos y represiones, o voces interiorizadas de nuestros padres. Hay algo en la conciencia que ejerce una poderosa presión sobre nosotros.

(- anécdota de Ronal Knox de niña en el tren que oye voz y pregunta era Dios)

Déjenme decirlo de otro modo, utilizando a Newman como inspiración para hacer una comparación. Yo escribo un artículo cada semana, es parte de mi trabajo, y tengo cierta sensación tras haber escrito durante muchos años: “Ese quedó muy bien”. “Aquel es un buen artículo”. Tengo una sensación interna que me dice, “Si, este artículo quedó bien, es claro, es interesante”. También lo siento claramente cuando un artículo no es tan bueno. Pienso eso no fue tan… Está bien, pero no está a la altura de los otros”, o “este artículo es realmente de segunda categoría”. Conozco esa sensación y conozco el aspecto positivo de esa sensación. También conozco el aspecto negativo de esa sensación.

Lo que quiero decir es que no es como la conciencia. Son sensaciones distintas las que tengo cuando hago un buen artículo o cuando algo moralmente correcto. Cuando escribo un mal articulo la sensación es mala, pero no es como la sensación de la conciencia cuando he hecho algo moralmente reprobable. Aquí empleamos la palabra vergüenza.

Siento vergüenza cuando algo que es cruel, injusto, manipulador o irrespetuoso. Siento vergüenza por ello. No siento vergüenza cuando escribo un mal artículo. Me siento mal. Podría decir que lo lamento, pero no siento vergüenza. Y aquí usaremos el argumento del cardenal Newman: llamamos a la conciencia «una voz». Yo no llamo a la sensibilidad sobre el artículo «una voz»; «la voz de mi sensibilidad literaria me dijo…» No, no digo eso. Pero sí digo: «la voz de mi conciencia me dijo si algo era lo que debía hacer o si algo no era correcto». ¿Por qué? Porque la conciencia nos pone en la presencia de alguien a quien amamos. Cuando eres recompensado por tu conciencia la sensación que tienes es similar a la de complacer a alguien que amas. Cuando eres castigado por tu conciencia tienes una sensación similar a lo que sientes cuando has herido o decepcionado a alguien que amas. Por eso la conciencia es el vicario de Cristo original de alma. Es el contacto que tenemos, por decirlo así, con el Dios personal, que nos recompensa y también nos reprende cuando somos menos de lo que deberíamos ser.

Volvamos a Elías, a «Eliyahu», el hombre de Dios. Para Elías Dios lo era todo. Toda su vida se relacionaba con Dios, todo giraba alrededor de ello. La clave de esta historia en 1 Reyes es que Elías recibió la gran gracia de poder oír esa pequeña voz susurrante.
El problema es que la conciencia puede ser ahogada, la conciencia puede ser ignorada, podemos mirar en otra dirección. Porque hay miles de voces que compiten por nuestra atención.Y son más como terremotos, fuegos y viento, son más extraordinarios y nos dicen: «Vivan de esta manera», «hagan esto», «no hagan aquello». Pensemos en un joven que se acerca a la mayoría de edad en nuestra cultura, a quien le dicen de mil maneras: «Esto es lo que debes hacer» «esta es la vida que debes vivir», «sigue a esta persona». Te pregunto: ¿Tienes la capacidad en medio de todas esas voces de escuchar esa pequeña voz susurrante? Porque ésa es la voz a la que tienes que prestarle atención.
El Señor dijo: «¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?» Hay voces que están llamando a los jóvenes que hasta pueden prometerles, y hasta entregarles el mundo entero. Todo el placer, el dinero y el poder que ellos deseen, pero qué trágico puede ser seguir esas voces y en el proceso perder el alma, que significa perder lo que tu conciencia te está diciendo.
Así que yo diría, especialmente a los jóvenes que ven este vídeo, que piensen en esa escena del profeta Elías en la montaña sagrada de Dios, cuando él oye esa voz. Ésa es la voz que deben seguir.

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– la oferta a los obispos que fueron fieles y el que quedó paralítico después de una paliza.

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