SOBRE LAS LLAGAS DE JESÚS RESUCITADO

Fuente: https://rsanzcarrera2.wordpress.com/2022/05/08/algunos-detalles-curiosos-en-la-resurreccion-de-jesus-1/

Se trata ahora de otro detalle curioso: el modo insistente en el que Jesús resucitado muestra sus llagas a los discípulos haciéndolas a veces centro de atención de los discípulos. Es evidente que las llagas son la prueba de su identidad y autenticidad: es Él, el Crucificado viviente, el que está ante ellos. Pero ¡hay algo más!

En efecto, Isaías había profetizado 700 años antes, cómo Dios amaba a su pueblo Israel: «He aquí que en las palmas de las manos te tengo tatuada…”(Is 49, 16)… Tatuada, grabada, impresa… se trata de procesos que implicaban dolor, sufrimiento, para dejar indeleblemente escrito el nombre de alguien.

Podemos afirmar, que de algún modo, en las llagas de Jesús están grabados también nuestros nombres… No olvidemos la causa de su muerte, él mismo la describe como: “mi sangre para el perdón de los pecados. Podemos decir que, al mostrar las llagas, además de dar cumplimiento a aquella profecía, nos está mostrando, al mostrar las llagas, su amor por nosotros.

Pero puede haber algo más… En efecto, en Apocalipsis 2, 17 se dice: “El que tiene oído (…) Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”. ¿Podría ese «nombre nuevo» ser el que tiene tatuado Dios en las llagas de las palmas de sus manos? Y sobre todo ¿Qué sentido tiene para nuestra resurrección ese nombre y la llagas de Jesús resucitado? Esta palabras de Benedicto XVI pueden ayudarnos a responder:

«La mera indestructibilidad del alma, por sí sola, no podría dar un sentido a una vida eterna, no podría hacerla una vida verdadera. La vida nos llega del ser amados por Aquél que es la Vida; nos viene del vivir con Él y del amar con Él… «Yo, pero no más yo«: ésta es la vía de la Cruz, la vía que «cruza» una existencia encerrada solamente en el yo, abriendo precisamente así el camino a la alegría verdadera y duradera» (Benedicto XVI)

Y ya termino esta primera entrada sobre algunos detalles curiosos de la resurrección de Jesús. De algún modo, las llagas de Jesús expresan de modo inequívoco que “somos amados”, y es precisamente eso lo que nos salva, y lo que nos saca de una existencia encerrada en el yo, cuyo sentido último se encuentra precisamente en ese “ser amados” (más que amar): cuyo símbolo queda perfectamente expresado en su mano llagada ofrecida y estrechada con la nuestra, unidas en ese «nombre nuevo”.

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