Que no sea pura formalidad

Durante dos lustros fue el director de una clínica geriátrica. Su trato era exquisito; su educación intachable; su profesionalidad reconocida por todos. Sin embargo, en las encuestas realizadas en el hospital para mejorar el servicio le dejaban un año tras otro en evidencia: los pacientes se sentían profesionalmente bien tratados pero poco o nada queridos. Toda su profesionalidad se revelaba inconsistente por la falta de amor. El cariño no se ve, pero se nota. Efectivamente, es el amor lo que da verdadera consistencia a nuestra vida.

Hace tiempo escribí esta otra anécdota en el blog: A los seis meses de la llegada del nuevo párroco, un grupo representativo del pueblo decidió ir a hablar con el Obispo. Querían que el nuevo párroco se fuese del pueblo. Y por qué queréis que se vaya -preguntó en obispo-. Ellos callaban… ¿Qué ocurre? ¿No os atiende bien?…  No, no es eso, celebra bien la Misa y atiende el despacho parroquial. Entonces ¿tiene descuidada la iglesia?…  No, no, la iglesia está limpia y ordenada. Entonces, ¿es que no reza, no es piadoso?… No, no, tampoco es eso, desde muy temprano se ve la luz encendida y está rezando en la iglesia… ¡Ah ya! ¿Se trata de algo malo y que ha llegado a saberse?…  No, monseñor, tampoco se trata de eso. Pues no lo entiendo, no sé porqué queréis que se vaya del pueblo. Se hizo un silencio… Aquellos aldeanos sencillos, con gran respeto dijeron: Es que sabe usted, sabe… es que no nos quiere… no nos quiere… El obispo comprendió lo que pasaba. Estaba todo dicho.

Señor te lo pido con todo mi alma, que no sea mi trato contigo pura formalidad. Quiero ser cada día más consciente de que estás dentro de mí y agasajarte y agradarte en todo momento. Y desde ahí llegar a los demás, porque: quien dice que  ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso. Y ese amor a los demás será mi auténtico  testimonio: en esto conocerán que sois mis discípulos.

Y todo esto es también vivir pendientes del final de los tiempos, porque ese día, no se te olvide, seremos examinados en el Amor: al atardecer de nuestra vida se nos examinará en el Amor (san Juan de la Cruz).

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