Celibato sacerdotal en selvas amazónicas ¿o en zonas deforestadas?

Tomo este artículo de Aceprensa acerca de la discusión que habrá en el Sínodo próximo de la Amazonia y cómo llevar la predicación y los sacramentos a comunidades católicas en las selvas amazónicas es un problema práctico, que puede quitar el sueño a sus obispos pero que no tiene gran gancho periodístico. Pero si entre las medidas propuestas se menciona la posibilidad de la ordenación de hombres casados, entonces todo es distinto y parece que estamos a las puertas de un cambio revolucionario.

Así ha ocurrido esta semana en la presentación del documento preparatorio del Sínodo de Obispos sobre la Amazonia, previsto para el próximo octubre. Para valorar la novedad, no conviene perder de vista que en la Iglesia católica ya hay sacerdotes casados. (…)

Excepción o precedente

En realidad, lo que plantea el documento es una sugerencia para abordar una atención pastoral ardua, debido al aislamiento de estas comunidades: “Afirmando que el celibato es un don para la Iglesia, se pide que, para las zonas más remotas de la región, se estudie la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana”.

Pero lo que en la Amazonia se presenta como una emergencia por motivos pastorales, en Occidente se ve como un precedente en una discusión ideológica sobre el celibato sacerdotal. Allí se trata de llevar los sacramentos a gente que no tiene acceso a ellos; aquí de reformular la figura del sacerdote en comunidades que no siempre demuestran gran interés por los sacramentos, aunque los tengan a la puerta.

Pensar que un cambio en el celibato sacerdotal va a arreglar estos problemas de deforestación espiritual es muy ingenuo

En Occidente nos lamentamos de la escasez de sacerdotes, pero en realidad estamos por el momento en una situación privilegiada respecto a otras regiones del mundo católico. Según datos del Anuario Pontificio, en 2016 había 1.600 católicos por sacerdote en Europa y 1.300 en EE.UU., frente a los 7.200 fieles por sacerdote en América del Sur, algo más de 5.000 en África y los poco menos de 2.200 en Asia. El problema en las Iglesias de Occidente es que la edad media del clero es cada vez mayor, sin que haya una renovación suficiente.

Tasas de sustitución de generaciones sacerdotales

Esta renovación depende menos del celibato sacerdotal que de la vitalidad religiosa de las comunidades de donde deben surgir las vocaciones. Es significativo que los católicos asiáticos, que representan el 11% del total de fieles de la Iglesia, aporten hoy casi el 30% de los seminaristas, y los africanos, que son el 17,8% de los católicos, den lugar al 27% de los seminaristas. En cambio, los católicos europeos son el 21,8% del total, y sus seminaristas representan algo menos del 15%.

En África y Asia, no parece que el celibato sacerdotal sea un problema para encontrar candidatos al sacerdocio. Este vigor espiritual favorece una alta tasa de “sustitución generacional”. Por cada 100 sacerdotes en activo, África y Asia muestran una gran capacidad de recambio con 66 y 54 nuevos candidatos, respectivamente, mientras que Europa registra solo 10 candidatos por 100 sacerdotes, América 28 y Oceanía 22.

En Europa y en América la escasez de vocaciones sacerdotales es solo uno más de los indicadores religiosos que están en números rojos, desde la asistencia a la misa dominical a la fortaleza de los matrimonios. Hay un miedo al compromiso definitivo, tanto en el sacerdocio como en el matrimonio. Pensar que un cambio en el celibato sacerdotal va a arreglar estos problemas de deforestación espiritual es muy ingenuo. Más que una medida “valiente” puede ser un autoengaño.

9 comentarios sobre “Celibato sacerdotal en selvas amazónicas ¿o en zonas deforestadas?

  1. Ordination Ceremony, Lyon Cathedral (Cérémonie d’ordination dans la Cathédrale de Lyon) by Edgar Degas, c. 1900 [Fitzwilliam Museum, University of Cambridge, England]

    por The Catholic Thing | 27 febrero, 2019
    Por P. Carter Griffin

    Muchos católicos, incluso los más fieles, parecen haberse rendido respecto al celibato sacerdotal. En nuestra era revolucionaria post-sexual muchos ven el celibato como una represión poco saludable de los impulsos sexuales, fomentando la epidemia de abusos del clero en la actualidad. De acuerdo con esta línea de pensamiento, si queremos deshacernos del abuso clerical, debemos deshacernos del celibato.

    Es una solución que, en palabras de un crítico literario, es «ordenada, plausible e incorrecta».

    El celibato no es el problema. El abuso sexual clerical no es causado por el celibato así como el adulterio no es causado por el matrimonio. Ambas son violaciones de promesas sagradas, promesas por las cuales el Señor garantiza su ayuda para vivir fielmente. Para decirlo de otra manera, permitir que los sacerdotes se casen no evitaría las transgresiones sexuales. El matrimonio lamentablemente no es ajeno al escándalo o al abuso sexual.

    El problema no es el celibato, pero el celibato se vivió mal. Es causado por sacerdotes que no viven castamente. La respuesta adecuada no es eliminar el celibato, sino exigir que los sacerdotes, como las personas casadas, cumplan con su vocación.

    De hecho, el celibato en sí mismo es un regalo precioso e insustituible para la Iglesia. Por lo general, se define negativamente como «no casarse». Pero es una opción positiva, una forma poderosa de amar con un propósito único y una apertura de corazón única. Permite a un sacerdote vivir su paternidad espiritual con particular fuerza y ​​eficacia.

    Los beneficios espirituales del celibato sacerdotal han enriquecido a la Iglesia e incluso a la cultura en general durante siglos. Si se eliminara el celibato en este momento de exasperación, no solo no resolveríamos el problema del abuso sexual, sino que también privaríamos a las futuras generaciones de innumerables gracias de paternidad espiritual que nos llegan a través del celibato sacerdotal.

    ¿Cómo, entonces, explicar la actual tormenta de escándalos? La historia no es bonita, pero hay buenas noticias al final.

    En primer lugar, durante décadas hubo un escrutinio sorprendentemente pequeño para los hombres que ingresaban en la formación sacerdotal. Una demostración de aptitud académica y la recomendación de un pastor solían ser suficientes. No hay investigaciones exhaustivas sobre el carácter moral y la madurez espiritual, no hay referencias, no hay examen psicológico.

    La Iglesia insistió repetidamente en que los hombres con inclinaciones homosexuales persistentes no deben ser admitidos en el seminario (el último documento oficial que lo abordó, por cierto, fue aprobado por el Papa Francisco en 2016). Sin embargo, tales hombres fueron admitidos en gran número.

    La mayoría de los sacerdotes con atracciones del mismo sexo, por supuesto, no son culpables de abuso sexual y viven fielmente. Aún así, la gran mayoría de los casos de abuso de sacerdotes involucran el abuso homosexual de niños y hombres jóvenes. A pesar de lo controversial, la sabiduría de la Iglesia para resolver este tema se ha vuelto muy clara con el paso del tiempo. Por ignorarlo, esto ha tenido consecuencias devastadoras en las vidas de miles de hombres jóvenes durante varias décadas.

    En segundo lugar, los seminaristas durante años recibieron una formación lamentablemente inadecuada para el celibato casto. Según el testimonio de los sacerdotes formados en aquellos años de turbulencia, principalmente en los años 70 y 80, la vida interior y las prácticas ascéticas necesarias para sostener una castidad saludable no fueron ampliamente inculcadas. Muchos hombres incluso fueron ordenados bajo la falsa impresión, reforzada por el seminario, de que pronto se eliminaría el requisito del celibato.

    En algunos seminarios, las culturas depravadas de la licencia sexual entre los seminaristas corrompieron a los jóvenes vulnerables o expulsaron con disgusto a los que buscaban la virtud. Para empeorar aún más las cosas, en muchos seminarios la disidencia teológica y la experimentación litúrgica eran desenfrenadas, lo que llevó a un doble estándar hipócrita que los hombres llevaban con ellos al sacerdocio.

    La infidelidad intelectual engendra invariablemente la infidelidad moral. Si puedo adaptar la enseñanza de la Iglesia a mis propias opiniones, preferencias y caprichos, ¿por qué debería limitarse esa arrogancia a las proposiciones dogmáticas y las normas litúrgicas? ¿Por qué no también los preceptos morales? La disidencia que se mantuvo durante décadas en las facultades de teología ha tenido un costo devastador en la Iglesia, no solo en la confusión doctrinal y litúrgica, sino también, diría yo, en el abuso sexual.

    Finalmente, una vez ordenados, algunos sacerdotes que crecieron en este clima de laxa duplicidad fueron, como era de esperar, infieles. Y sus superiores rara vez los censuraron de manera significativa. Algunos fueron transferidos repetidamente a nuevas tareas; casi ninguno fue expulsado del sacerdocio. Muchos obispos perdieron sus nervios y su confianza en sí mismos. La magnitud de la corrupción clerical fue una dolorosa vergüenza para los obispos y, como resultado, surgió una cultura de profundo secreto que ahora está saliendo a la luz.

    Eso, gracias a Dios, no es el final de la historia. Muchos sacerdotes y obispos, contra todo pronóstico, se mantuvieron fieles a lo largo de esas décadas sombrías, y hoy honramos su testimonio heroico. Luego vino el documento histórico de 1992, Pastores Dabo Vobis, en el que San Juan Pablo II propuso un retrato vigorizante del sacerdocio y de la formación en el seminario.

    En los años siguientes, se implementó de manera desigual en todo el mundo, pero la tendencia ascendente en la calidad de la formación fue inconfundible. Los estándares de admisión en la mayoría de las diócesis han aumentado y la calidad de la formación en la mayoría de los seminarios ha mejorado drásticamente. Aunque muchos de los nuestros no se dan cuenta, la reforma del clero comenzó hace más de dos décadas.

    Todavía hay trabajo que hacer. Dado que el celibato sacerdotal es una forma privilegiada de vivir la paternidad espiritual, debemos continuar mejorando nuestra selección y formación de futuros sacerdotes a la luz de esa paternidad. Deben tener una identidad masculina segura y un deseo normal y saludable de matrimonio y paternidad, la capacidad madura de renunciar a estos grandes bienes para centrarse en la paternidad sobrenatural y poseer, o mostrar aptitud para, las cualidades y virtudes humanas de los mejores padres naturales.

    Una vez ordenados, los sacerdotes deben ser sometidos a los más altos estándares de castidad. Las violaciones deben abordarse de manera coherente, rápida y justa, con la seriedad que corresponde a una grave violación de la confianza en contra de la familia espiritual. La castidad, serena, profunda y gozosa, al servicio de la paternidad sacerdotal, es sin duda el camino hacia una reforma genuina en el sacerdocio.

    Los médicos medievales, con las mejores intenciones, a menudo trataron las enfermedades al drenar la sangre de sus pacientes, privándolos sin darse cuenta de los nutrientes que necesitaban para recuperarse. Aquellos que buscan curar la enfermedad del abuso sexual en la Iglesia al drenarla de la gracia del celibato harían poco por curar la enfermedad y privarían al Cuerpo de Cristo de los nutrientes espirituales necesarios para recuperar la salud.

    Si deseamos abordar el problema del abuso sexual por parte del clero, debemos comenzar por esperar la misma fidelidad de nuestros sacerdotes que esperamos de todos los demás, y pedirles que acepten, a través del don del celibato, las bendiciones de paternidad sacerdotal que necesitamos. Hoy más que nunca.
    Acerca del autor:

    El padre Carter Griffin es un sacerdote de la Arquidiócesis de Washington. Desde 2011 ha estado involucrado en la selección y formación de seminaristas en el Seminario San Juan Pablo II en Washington, DC. El padre Griffin se graduó en la Universidad de Princeton y fue oficial de línea en la Marina de los Estados Unidos. Su próximo libro, Why Celibacy ?: Reclaiming the Fatherhood of the Priest , será publicado por Emmaus Road esta primavera. Se puede encontrar una versión diferente y más larga de esta columna en el sitio web de First Things.

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  2. Celibato sacerdotal en zonas deforestadas

    Ignacio Aréchaga. Director de Aceprensa y periodista.

    Cómo llevar la predicación y los sacramentos a comunidades católicas en las selvas amazónicas es un problema práctico, que puede quitar el sueño a sus obispos pero que no tiene gran gancho periodístico. Pero si entre las medidas propuestas se menciona la posibilidad de la ordenación de hombres casados, entonces todo es distinto y parece que estamos a las puertas de un cambio revolucionario.

    Así ha ocurrido esta semana en la presentación del documento preparatorio del Sínodo de Obispos sobre la Amazonia, previsto para el próximo octubre.

    Para valorar la novedad, no conviene perder de vista que en la Iglesia católica ya hay sacerdotes casados. Las Iglesias católicas de rito oriental, unidas a Roma, cuentan con sacerdotes casados y con sacerdotes célibes, tradición que se ha mantenido. Y que tampoco está exenta de problemas, como advertía recientemente Sviatoslav Shevchuk, arzobispo de Kiev y cabeza de la Iglesia grecocatólica de Ucrania. Igualmente, también en el mundo anglosajón hay antiguos clérigos anglicanos, episcopalianos, luteranos y otros que estaban casados al convertirse al catolicismo y a los que se les han permitido seguir como sacerdotes católicos.

    Tampoco puede decirse que sea la primera vez que se debate esta propuesta de ordenación de viri probati, hombres casados que han demostrado madurez en la fe y que podrían prestar este servicio en su comunidad. Siempre que en los últimos tiempos se habla de la escasez de vocaciones sacerdotales, salen a colación los viri probati, de los que parece haber una gran cantera, al menos sobre el papel.

    En África y Asia, no parece que el celibato sacerdotal sea un problema para encontrar candidatos al sacerdocio

    Como hacía notar el vaticanista John Allen, “tras cubrir los sínodos de obispos durante más de veinte años, no recuerdo muchos en los que no surgiera la idea de los viri probati, no en la agenda oficial, pero sí en el ambiente”. Basta recordar el Sínodo sobre la Eucaristía en 2005, en los que obispos del Sur plantearon el problema de comunidades aisladas que quedaban sin sacerdotes por largos periodos de tiempo. Pero, tras el debate, la idea fue descartada y el Sínodo reafirmó el valor espiritual y pastoral del celibato sacerdotal. Lo nuevo sería que, en esta ocasión, el tema figura en el documento preparatorio. Pero el que una idea sea debatida no quiere decir que vaya a ser aprobada.

    Excepción o precedente

    En realidad, lo que plantea el documento es una sugerencia para abordar una atención pastoral ardua, debido al aislamiento de estas comunidades: “Afirmando que el celibato es un don para la Iglesia, se pide que, para las zonas más remotas de la región, se estudie la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana”.

    Pero lo que en la Amazonia se presenta como una emergencia por motivos pastorales, en Occidente se ve como un precedente en una discusión ideológica sobre el celibato sacerdotal. Allí se trata de llevar los sacramentos a gente que no tiene acceso a ellos; aquí de reformular la figura del sacerdote en comunidades que no siempre demuestran gran interés por los sacramentos, aunque los tengan a la puerta.

    Pensar que un cambio en el celibato sacerdotal va a arreglar estos problemas de deforestación espiritual es muy ingenuo

    En Occidente nos lamentamos de la escasez de sacerdotes, pero en realidad estamos por el momento en una situación privilegiada respecto a otras regiones del mundo católico. Según datos del Anuario Pontificio, en 2016 había 1.600 católicos por sacerdote en Europa y 1.300 en EE.UU., frente a los 7.200 fieles por sacerdote en América del Sur, algo más de 5.000 en África y los poco menos de 2.200 en Asia. El problema en las Iglesias de Occidente es que la edad media del clero es cada vez mayor, sin que haya una renovación suficiente.

    Tasas de sustitución de generaciones sacerdotales

    Esta renovación depende menos del celibato sacerdotal que de la vitalidad religiosa de las comunidades de donde deben surgir las vocaciones. Es significativo que los católicos asiáticos, que representan el 11% del total de fieles de la Iglesia, aporten hoy casi el 30% de los seminaristas, y los africanos, que son el 17,8% de los católicos, den lugar al 27% de los seminaristas. En cambio, los católicos europeos son el 21,8% del total, y sus seminaristas representan algo menos del 15%.

    En África y Asia, no parece que el celibato sacerdotal sea un problema para encontrar candidatos al sacerdocio. Este vigor espiritual favorece una alta tasa de “sustitución generacional”. Por cada 100 sacerdotes en activo, África y Asia muestran una gran capacidad de recambio con 66 y 54 nuevos candidatos, respectivamente, mientras que Europa registra solo 10 candidatos por 100 sacerdotes, América 28 y Oceanía 22.

    En Europa y en América la escasez de vocaciones sacerdotales es solo uno más de los indicadores religiosos que están en números rojos, desde la asistencia a la misa dominical a la fortaleza de los matrimonios. Hay un miedo al compromiso definitivo, tanto en el sacerdocio como en el matrimonio. Pensar que un cambio en el celibato sacerdotal va a arreglar estos problemas de deforestación espiritual es muy ingenuo. Más que una medida “valiente” puede ser un autoengaño.

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  3. Igual pueden hacer lo mismo en la España rural donde se están cerrando tantas iglesias por falta de sacerdotes y encima cuando cierra una tiene efecto dominó por qué el mismo sacerdote lleva siete o 10 parroquias .No se llega a ser selva pero con el paso del tiempo la despoblación el rural español será la nueva «Amazonía»eso sí en vez de taparrabos iremos en vaqueros .Saludos DRafael no sé olvide de rezar por mí¡¡

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  4. Waldir Ramos Díaz | Jun 17, 2019

    Presentado el Instrumentum laboris del Sínodo

    En el próximo Sínodo de los obispos sobre la Amazonía que se celebrará en Roma del 6 al 27 de octubre, la Iglesia Católica reflexionará sobre la posibilidad de la ordenación sacerdotal de hombres casados para garantizar los sacramentos en las zonas más alejadas.

    El cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo de los Obispos, aseguró que el término “viris probati”, hombres casados con fe demostrada, no está en el texto por considerarse un concepto “abusado” y que limita de alguna manera la reflexión abierta.

    “Afirmando que el celibato es un don para la Iglesia, se pide que, para las zonas más remotas de la región, se estudie la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana”, se lee en el numero 129 del documento de preparación.

    Hoy, 17 de junio 2019, en el Vaticano ha sido presentado el documento de trabajo del próximo Sínodo: “Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral” que consta de tres fases: preparación, celebración y aplicación.

    Precisamente, la Iglesia reflexionará sobre las distancias geográficas-pastorales y se plantean “aspectos de la Iglesia primitiva” para responder de modo “eficaz” con nuevos ministerios a las “necesidades de los pueblos amazónicos”.

    Faltan sacerdotes y misioneros en las grandes extensiones de la región panamazónica que comprende parte de Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guayana, Suriname y Guayana Francesa, y donde cerca el 72 % de las comunidades de la región no tiene acceso a la eucaristía, así como tampoco a la misa del domingo.

    El documento de trabajo plantea identificar el tipo de ministerio oficial que puede ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy desempeñan en la Iglesia amazónica. Sin embargo, no se habla de diaconado femenino por el momento, y cómo ya confirmó el papa Francisco, el tema está aún en estudio debido a que la comisión encargada del análisis constituida en 2016, no ha llegado a un veredicto unánime.

    Por otro lado, se reflexiona sobre un rol más activo de los laicos. “Las comunidades indígenas son participativas con un alto sentido de corresponsabilidad. Por ello se pide valorar el protagonismo de los cristianos laicos y laicas y reconocerles su espacio para que sean sujetos de la Iglesia en salida”, se lee en el documento.

    Respecto al rol de la mujer, el documento indica que “en el campo eclesial la presencia femenina en las comunidades no es siempre valorada. Se reclama el reconocimiento de las mujeres desde sus carismas y talentos. Ellas piden recuperar el espacio dado por Jesús a las mujeres, en donde todos-todas cabemos”.

    También se propone que las mujeres tengan garantizado su liderazgo, así como espacios cada vez más amplios y relevantes en el área formativa: teología, catequesis, liturgia y escuelas de fe y política.

    Por otro lado, se pide que se escuche la voz de las mujeres, que sean consultadas y participen en las tomas de decisiones, y puedan así contribuir con su sensibilidad a la sinodalidad eclesial. Que la Iglesia acoja cada vez más el estilo femenino de actuar y de comprender los acontecimientos.

    A los misioneros se les pide sentir con las comunidades indígenas ante el avanzar de movimientos pentecostales en la región “Se sugiere dar prioridad a las necesidades de los pueblos locales sobre las de las congregaciones religiosas”. “Proponer a los religiosos y religiosas que vienen de fuera tener una disponibilidad para compartir la vida local con corazón, cabeza y manos para desaprender modelos, recetas, esquemas y estructuras prefijados, para aprender lenguas, culturas, tradiciones de sabidurías, cosmologías y mitologías autóctonas”.

    Misa con música y danza indígena. “Con respecto a las celebraciones litúrgicas, se propone una mejor integración de los símbolos y estilos de celebración de las culturas indígenas, teniendo en cuenta la música y la danza, los idiomas y la ropa nativa, además de ofrecer más espacio para las expresiones de piedad popular”, informó hoy a la prensa monseñor Fabio Fabene, Subsecretario del Sínodo de los Obispos.

    La autoridad de la Iglesia y la organización de las comunidades se deberá organizar para considerar la “cosmovisión de los indígenas”.

    El punto 127, será muy discutido, tanto dentro como fuera del Sínodo. “La Iglesia se ha de encarnar en las culturas amazónicas que poseen un alto sentido de comunidad, igualdad y de solidaridad por lo que no se acepta el clericalismo en sus diversas formas de manifestarse”.

    “Los pueblos originarios poseen una rica tradición de organización social donde la autoridad es rotativa y con un profundo sentido de servicio. Desde esta experiencia de organización sería oportuno reconsiderar la idea de que el ejercicio de la jurisdicción (potestad de gobierno) ha de estar vinculado en todos los ámbitos (sacramental, judicial, administrativo) y de manera permanente al sacramento del orden”.

    Documento

    Asimismo, el documento de preparación expresa la necesidad de cuidar de los recursos de la Casa Común de la depredación avara, la cual penaliza la vida y el futuro de las próximas generaciones y de las comunidades indígenas.

    Con la publicación del Instrumentum laboris (documento de trabajo) la Iglesia entra en la ultima fase de preparación del Sínodo, que evoca un ‘caminar juntos’ al pueblo de Dios en Amazonas y convocado por el Papa en octubre 2017.

    El documento ha sido fruto de una “gran consulta” al pueblo de Dios en Amazonas. “El cuestionario adjunto al documento brindó la oportunidad de un rico debate dentro de las siete Conferencias Episcopales involucradas en la Amazonía, que luego enviaron sus respuestas a la Secretaría General”, confirmó el card. Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo de los obispos.

    El documento de trabajo es fruto del trabajo de un Consejo pre-sinodal de Secretaria, cuyos miembros han sido nombrados por el Papa Francisco e incluyen a varios obispos, dos religiosos y un laico pertenecientes a la REPAM.

    Además, el cardenal Baldisseri confirmó que con la colaboración de la REPAM, se llevaron a cabo alrededor de 260 eventos en el territorio amazónico, de los cuales 70 asambleas territoriales, 25 foros temáticos y más de 170 otras actividades, incluidos seminarios, reuniones de todo tipo.

    Precisamente,el 19 de enero de 2019 tuvo lugar un primer encuentro de la Secretaría General con la REPAM, la Red Eclesial Panamazónica en Puerto Maldonado (Perú).

    El secretario del Sínodo destacó en este camino, la celebración de eventos internacionales que han servido en la preparación y celebrados en el Vaticano (25 al 27 de febrero) y fuera con la conferencia internacional organizada en Washington (19-21 de marzo 2019) en la sede de la Universidad de Georgetown.

    Narcotráfico, corrupción

    ¿Cómo recuperar el territorio amazónico, rescatarlo de la degradación neocolonialista y devolverle su sano y auténtico bienestar?, es la pregunta abierta propuesta en el numero 56 del Istrumentum laboris, informó a la prensa, el profesor Humberto Miguel Yáñez, S.I.

    “Le debemos a las comunidades aborígenes el cuidado y el cultivo de la Amazonía durante miles de años …” (No. 56). De hecho, los pueblos indígenas de la Amazonía tienen una “sabiduría ancestral” (No. 88), un estilo de vida donde todo está conectado: tienen un sentido del vínculo con la trascendencia y la naturaleza, con la comunidad y con la familia. Tienen una perspectiva de la vida que afecta tanto a la educación como a la salud, tanto en el trabajo como en su religiosidad”, agregó Yáñez, S.I..

    Asimismo, el experto explicó que en la “segunda parte”, se denuncia de los riesgos para los pueblos en su territorio: “Extracción, destrucción, aislamiento voluntario, migración, urbanización, narcotráfico, división de la familia y de la comunidad, la corrupción, la cuestión de la salud y educación integral y la conversión ecológica”, entre otros temas.

    En este contexto, papa Francisco propone valorizar la vida a 360 grados desde el inicio hasta el final también llamando a la humanidad a un cambio de estilo de vida y volcado a la ecología integral. El tríptico temático de los sínodos así lo demuestra: familia (octubre 2014/2015), jóvenes (octubre 2018) y el próximo sínodo sobre la Región Panamazónica (6-27 de octubre 2019).

    … nos gustaría decirte algo más. ¡Cada vez estás

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  5. ACTUAR NUEVOS CAMINOS PARA UNA IGLESIA CON ROSTRO AMAZÓNICO. Iglesia con rostro amazónico «Ser Iglesia es ser Pueblo de Dios», encarnado «en los pueblos de la tierra» y en su culturas (EG 115). La universalidad o catolicidad de la Iglesia, por lo tanto, se ve enriquecida con «la belleza de este rostro pluriforme» (NMI 40) de las diferentes manifestaciones de las Iglesias particulares y sus culturas. Como lo señaló el Papa Francisco en su encuentro con comunidades amazónicas en Puerto Maldonado: «quienes no habitamos estas tierras necesitamos de vuestra sabiduría y conocimiento para poder adentrarnos, sin destruir, el tesoro que encierra esta región, y se hacen eco las palabras del Señor a Moisés: “Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa”

    La Iglesia está llamada a profundizar su identidad en correspondencia con las realidades de su propio territorio y a crecer en su espiritualidad escuchando la sabiduría de sus pueblos. Por ello la Asamblea Especial para la Región Panamazónica está llamada a encontrar nuevos caminos para hacer crecer el rostro amazónico de la Iglesia y también responder a las situaciones de injusticia de la región, como el neocolonialismo de las industrias extractivistas, los proyectos de infraestructuras que dañan su biodiversidad, y la imposición de modelos culturales y económicos ajenos a la vida de los pueblos.

    Así, con la atención puesta en lo local y en la diversidad de las microestructuras vivenciales de la región, la Iglesia se fortalece como contrapunto frente a la globalización de la indiferencia y frente a la lógica uniformadora promovida por muchos medios de comunicación y por un modelo económico que no suele respetar los pueblos amazónicos ni sus territorios.

    Por su parte, las Iglesias locales, que son también Iglesias misioneras, en salida, encuentran en sus propias periferias lugares privilegiados de experiencia evangelizadora, pues allí es «donde hace más falta la luz y la vida del Resucitado» (EG 30). En las periferias los misioneros se encuentran con los marginados, los fugitivos y los refugiados, con los desesperados, los excluidos, ergo con Jesucristo crucificado y exaltado, «que ha querido identificarse con ternura especial con los más débiles y pobres» (DP 196).

    Durante la preparación para el Sínodo, se buscará identificar experiencias pastorales locales, tanto positivas como negativas, que puedan iluminar el discernimiento para las nuevas líneas de acción.

    13. Dimensión profética
    Frente a la crisis socio-ambiental actual, urgen luces de orientación y acción para poder implementar la transformación de prácticas y actitudes.

    Es necesario superar la miopía, el inmediatismo y las soluciones cortoplacistas. Se necesita tener una perspectiva global, superar los intereses propios o particulares, para poder compartir y ser responsables de un proyecto común y global.

    «Todo está conectado» es la gran insistencia del Papa Francisco, para dialogar con las raíces espirituales de las grandes tradiciones religiosas y culturales. Se plantea la necesidad de un consenso alrededor de una agenda mínima: desarrollo integral y sostenible, tal cual descripto en puntos anteriores, que incluye ganadería y agricultura sustentable, energía sin contaminación, respeto de las identidades y derechos de los pueblos tradicionales, agua potable para todos, entre otros. Estos derechos son temas fundamentales a menudo ausentes en la Panamazonía.

    Debe haber un equilibrio, y la economía debe dar prioridad a una vocación por una vida humana digna. Esta relación equilibrada debe cuidar el ambiente y la vida de los más vulnerables. «En la actualidad hay una sola crisis que es social y ambiental a la vez» (LS 139).

    La Encíclica Laudato si’ (cf. nn. 216ss) nos invita a una conversión ecológica que implica un estilo de vida nuevo. El horizonte está puesto en el otro. Es preciso practicar la solidaridad global y superar el individualismo, abrir caminos nuevos de libertad, verdad y belleza. La conversión significa liberarnos de la obsesión del consumo. Comprar es un acto moral, no sólo económico. La conversión ecológica es asumir la mística de la interconexión y la interdependencia de todo lo creado. La gratuidad se impone en nuestras actitudes cuando entendemos la vida como don de Dios. Abrazar la vida en solidaridad comunitaria supone un cambio de corazón.

    Este nuevo paradigma abre perspectivas de transformación personal y en la sociedad. El gozo y la paz son posibles cuando no estamos obsesionados por el consumo. El Papa Francisco plantea que una relación armoniosa con la naturaleza nos permite una feliz sobriedad, paz interior con uno mismo, en relación con el bien común, y una serena armonía que implica contentarse con lo realmente necesario. Esto es algo que las culturas occidentales pueden, y quizás deben, aprender de las culturas tradicionales Amazónicas, y de otros territorios y comunidades en el planeta. Ellos, los pueblos, «tienen mucho que enseñarnos» (EG 198). Ellos, en su amor por su tierra y su relación con los ecosistemas, conocen al Dios Creador, fuente de vida. Ellos, «en sus propios dolores, conocen al Cristo sufriente» (EG 198). Ellos, en su noción de vida social en diálogo, están movidos por el Espíritu Santo. De allí que el Papa Francisco haya señalado que «es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos» y por sus culturas, y que la tarea de la nueva evangelización implica «prestarles nuestra voz en sus causas, pero también [estamos llamados] a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos» (EG 198). Sus enseñanzas, en consecuencia, podrían marcar el rumbo de las prioridades para los nuevos caminos de la Iglesia en la Amazonia.

    14. Ministerios con rostros amazónicos
    A través de muchos encuentros regionales en la Amazonía, la Iglesia católica ha profundizado la conciencia que su universalidad se encarna en la historia y las culturas locales. De este modo, se manifiesta y actúa la Iglesia de Cristo, una, santa, católica y apostólica (cf. CD 11). Gracias a esta conciencia, hoy la Iglesia tiene los ojos puestos en la Amazonía con una visión de conjunto, en donde descubre los grandes desafíos socio-políticos, económicos y eclesiales que amenazan a esta región, pero sin perder la esperanza en la presencia de Dios, alimentada por la creatividad y la perseverancia tenaz de sus habitantes.

    En las últimas décadas, y con un gran impulso del Documento de Aparecida, la Iglesia de la Amazonía supo reconocer que, por causa de las inmensas extensiones territoriales, la gran diversidad de sus pueblos y los rápidos cambios en los escenarios socio-económicos, su pastoral tenía una presencia precaria. Era (y sigue siendo) necesario una mayor presencia, es decir, intentar responder a todo aquello que es específico en esta región desde los valores del Evangelio, reconociendo, entre otros elementos, la inmensa extensión geográfica, muchas veces de difícil acceso, la gran diversidad cultural, y la fuerte influencia de intereses nacionales e internacionales en busca de un enriquecimiento económico fácil por los recursos que tiene esta región. Una misión encarnada implica un repensar la presencia escasa de la Iglesia con relación a la inmensidad del territorio y su diversidad cultural.

    La Iglesia con rostro amazónico debe «buscar un modelo de desarrollo alternativo, integral y solidario, basado en una ética que incluya la responsabilidad por una auténtica ecología natural y humana, que se fundamenta en el evangelio de la justicia, la solidaridad y el destino universal de los bienes, y que supere la lógica utilitarista e individualista, que no somete a criterios éticos los poderes económicos y tecnológicos» (DAp 474, c). Por tanto, es preciso alentar a que todo el Pueblo de Dios, partícipe de la misión de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey (cf. LG 9), a que no permanezca indiferente a las injusticias de la región para poder descubrir, en la escucha del Espíritu, los deseados nuevos caminos.

    Estos nuevos caminos para la pastoral de la Amazonía exigen «relanzar la obra de la Iglesia» (DAp 11) en el territorio y profundizar el «proceso de inculturación» (EG 126) que exige que la Iglesia en la Amazonía haga propuestas «valientes», que supone tener «osadía» y «no tener miedo», como nos pide el Papa Francisco. El perfil profético de la Iglesia, hoy, se muestra a través de su perfil ministerial participativo, capaz de hacer de los pueblos indígenas y comunidades amazónicas los «principales interlocutores» (LS 146) en todos los asuntos pastorales y socio-ambientales en el territorio.

    Para modificar la presencia precaria y transformarla en una presencia más amplia y encarnada, se necesita establecer una jerarquía de las urgencias de la Amazonía. El documento de Aparecida menciona la necesidad de una «coherencia eucarística» (DAp 436) para la región amazónica, es decir, que exista no sólo la posibilidad de que todos los bautizados puedan participar de la Misa dominical, sino también que vayan creciendo cielos nuevos y tierra nueva como anticipación del Reino de Dios en la Amazonía.

    En este sentido el Vaticano II nos recuerda que todo el Pueblo de Dios participa del sacerdocio de Cristo, aunque distinguiendo sacerdocio común y sacerdocio ministerial (cf. LG 10). De allí que urge evaluar y repensar los ministerios que hoy son necesarios para responder a los objetivos de «una Iglesia con rostro Amazónico y una Iglesia con rostro indígena» (Fr. PM). Una prioridad es precisar los contenidos, métodos y actitudes para una pastoral inculturada, capaz de responder a los grandes desafíos en el territorio. Otra es proponer nuevos ministerios y servicios para los diferentes agentes de pastoral que respondan a las tareas y responsabilidades de la comunidad. En ésta línea, es preciso identificar el tipo de ministerio oficial que puede ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy desempeñan las mujeres en la Iglesia amazónica. También es necesario promover el clero indígena y nacido en el territorio, afirmando su propia identidad cultural y sus valores. Finalmente, es necesario repensar nuevos caminos para que el Pueblo de Dios tenga mejor y frecuente acceso a la Eucaristía, centro de la vida cristiana (cf. DAp 251).

    15. Nuevos caminos
    En el proceso de pensar una Iglesia con rostro amazónico soñamos con los pies puestos en la tierra de nuestros orígenes, y con los ojos abiertos pensamos cómo será esa Iglesia a partir de la vivencia de la diversidad cultural de los pueblos. Los nuevos caminos tendrán una incidencia en los ministerios, la liturgia y la teología (teología india).[4]

    La Iglesia llegó a los pueblos, movida por el mandato de Jesús y por la fidelidad a su Evangelio. Hoy, necesita descubrir «con gozo y respeto las semillas de la Palabra» (AG 11) en la región.

    Todo el Pueblo de Dios, con sus Obispos y sacerdotes, religiosos y religiosas, misioneros y misioneras religiosos y laicos, está llamado a entrar con un corazón abierto en este nuevo camino eclesial. Todos están llamados a convivir con las comunidades, y comprometerse con la defensa de sus vidas, amarlos y amar sus culturas. Los misioneros autóctonos y los que vienen de fuera, deben cultivar la espiritualidad de contemplación y de gratuidad, sentir con el corazón y ver con los ojos de Dios a los pueblos amazónicos e indígenas.

    La espiritualidad práctica, con los pies en la tierra, ofrece la posibilidad de encontrar la alegría y el gusto de convivir con los pueblos amazónicos, y así poder valorar sus riquezas culturales en las que Dios sembró la semilla de la Buena Nueva. Debemos ser capaces también de percibir las cosas que están presentes en las culturas, y que por ser históricas, necesitan de purificación, trabajar por la conversión individual y comunitaria, cultivando el diálogo en los distintos niveles. La espiritualidad profética y del martirio nos hace más comprometidos con la vida de los pueblos y sus historias pasadas, con el presente, y mirando hacia adelante para construir una nueva historia.

    Estamos llamados como Iglesia a fortalecer el protagonismo de los propios pueblos: precisamos una espiritualidad intercultural que nos ayude a interactuar con la diversidad de los pueblos y sus tradiciones. Debemos sumar fuerzas para cuidar juntos de nuestra Casa Común.

    Se requiere una espiritualidad de comunión entre los misioneros autóctonos y los que vienen de fuera, para aprender juntos a acompañar a las personas, escuchando sus historias, participando de sus proyectos de vida, compartiendo su espiritualidad y asumiendo sus luchas. Una espiritualidad con el estilo de Jesús: simple, humano, dialogante, samaritano, que permita celebrar la vida, la liturgia, la Eucaristía, las fiestas, siempre respetando los ritmos propios de cada pueblo.

    Animar una Iglesia con rostro amazónico implica, para los misioneros, la capacidad de descubrir las semillas y frutos del Verbo ya presentes en la cosmovisión de sus pueblos. Para esto, es necesario una presencia estable, de conocimiento de la lengua autóctona, de su cultura y de su experiencia espiritual. Solo así la Iglesia hará presente la vida de Cristo en estos pueblos.

    Para finalizar, y recordando las palabras del Papa Francisco, quisiéramos «pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: [que] seamos “custodios” de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro» (Homilía en la Misa del inicio
    del ministerio petrino, 19.03.2013).

    Además, también quisiéramos pedir a los pueblos de la Amazonía, que «ayuden a sus Obispos, ayuden a sus misioneros y misioneras, para que se hagan uno con ustedes, y de esa manera dialogando entre todos, puedan plasmar una Iglesia con rostro amazónico y una Iglesia con rostro indígena. Con este espíritu convoqué el Sínodo para la Amazonia en el año 2019» (Fr. PM).

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  6. HOY SE NOS PIDE:
    “¡Qué Dios envíe la lluvia!”: Desgarrador clamor desde las entrañas de la Amazonía

    Aleteia Team | Ago 24, 2019
    “¡Por favor ayúdenme a difundir este mensaje para que se haga una cadena de oración gigante!!”

    Lo que acontece en la Amazonía sigue siendo tema de conversación a nivel mundial. Los mensajes en redes sociales, así como constante información en diversos medios internacionales no cesan. El tiempo corre y el fuego no cesa.

    MATO GROSSO
    Corpo de Bombeiros Militar de Mato Grosso
    Es en medio de esta compleja situación donde también comienzan a hacerse oír “las voces de la Amazonía”, no solo de pueblos originarios, sino también de sacerdotes y misioneros que desarrollan sus tareas tanto en esa zona selvática como en otras localidades por estas horas afectadas como la Chiquitania (Bolivia)

    En ese sentido, en las últimas horas trascendió un emotivo testimonio desde las entrañas de la selva y difundido por Cáritas El Salvador a través de Facebook. A continuación el clamor:

    “Hermanos y hermanas, soy el padre Luis Miguel desde la Selva Amazónica; les escribo este mensaje para pedir oración y ayuda urgente. Siento una pena y un dolor inmenso por lo que está sucediendo en la Chiquitanía. Yo he vivido el incendio en mi pueblo y es muy doloroso, y sé que muchos lo habrán pasado también, por eso pido que nos unamos en oración para que Dios envié la lluvia a la Amazonía.

    El padre Roger que está en Roboré nos está informando sobre la situación y tantas cosas que están pasando en otros pueblos de la Amazonía y sus alrededores, y por eso pide y también pido que oremos incesantemente.

    El fuego está entrando a más pueblos; para los que han tenido la dicha de conocer el Chorro San Luis, en estos momentos ya se está ardiendo, al igual que el Chorro Ferroviario, Barrio 3 de Mayo y un Barrio vecino. El fuego está quemando todas las casas a su paso en este Barrio; un sin fin de animales han muerto calcinados. El pueblo está sin luz, agua y comunicación desde hace varios días, y hay una gran contaminación ambiental.

    Miles de animales están huyendo hacia el pueblo heridos, sedientos y hambrientos, y otros miles yacen muertos.

    Yo sé que Dios puede hacer millones de Milagros y está por encima de los Gobernantes que se niegan a pedir ayuda internacional, no teniendo misericordia de tan inmenso sufrimiento de nuestros familiares, amigos, pueblo y animales en la zona. Los insensibles Gobernantes prefieren colaborar con las corporaciones mineras, en vez de con el pueblo, la fauna y la flora.

    Les suplico con todo mi corazón para que me ayuden con sus oraciones, y nuestro Dios tenga piedad y haga cesar el fuego y nos envíe lluvia, pues solo el puede parar esta inmensa catástrofe!!

    Por favor ayudenme a difundir este mensaje para que se haga una cadena de oración gigante!!
    Muchas gracias y que Dios los bendiga” .

    El Gran Chaco Sudamericano también sufre
    No solo la Amazonía u otras regiones de Bolivia como la Chiquitania están siendo afectadas por el fuego. Recientemente trascendió que otras zonas del continente como la extensión conocida como Gran Chaco Sudamericano (que abarca partes de Paraguay, Bolivia y Argentina) también está siendo devastado por los incendios forestales.

    Según reportan diversos medios locales, en base al Sistema de Alerta del Pilcomayo, en esa zona más 350.000 hectáreas han sido devoradas por el suelo. Zonas como el Pantanal paraguayo, así como la situación de los pobladores de lugares como Alto Paraguay también preocupa. Y es en medio de este panorama complicado donde las voces desde las entrañas de los sitios afectados se hacen más fuertes. Unámonos también en oración por la Amazonía y su gente, al igual que los afectados en otros rincones del continente que imploran colaboración.

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  7. Así, se imponen “imponen nuevos colonialismos ideológicos disfrazados por el mito del progreso que destruyen las identidades culturales propias. Francisco apela por la defensa de las culturas y por la reapropiación de la herencia que viene con la sabiduría ancestral. El Papa Francisco, en su visita a Puerto Maldonado, llamó a cambiar el paradigma histórico en que los Estados ven la Amazonía como despensa de los recursos naturales, por encima de la vida de los pueblos originarios y sin importar la destrucción de la naturaleza. En el documento se exhorta a cambiar la “cultura dominante del consumo y del descarte” que convierte “al planeta en un gran basural”. “El Papa denuncia este modelo de desarrollo como anónimo, asfixiante, sin madre; sólo obsesionado por el consumo y los ídolos del dinero y del poder”.

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  8. Llamamiento del Papa por el Amazonas, “pulmón vital” para el planeta

    En llamas desde hace semanas

    •agosto 25, 2019 14:20•Rosa Die Alcolea•Angelus y Regina Coeli

    (ZENIT – 25 agosto 2019).- “Estamos todos preocupados por los grandes incendios que se han desarrollado en el Amazonas. Recemos para que, con el compromiso de todos, sean domados lo antes posible. Ese pulmón de bosque es vital para nuestro planeta”, ha pedido el Papa Francisco después de rezar el Ángelus este domingo, 25 de agosto de 2019.

    Asimismo, el Santo Padre ha dirigido unas palabras a los seminaristas recién llegados al Pontificio Colegio Norteamericano, exhortándolos “a un compromiso espiritual y a la fidelidad a Cristo, al Evangelio y al Magisterio de la Iglesia”. Les ha dicho: “Sin construir sobre estas columnas, será imposible edificar su vocación”.

    Siguen las palabras textuales del Pontífice, tras la oración mariana del Ángelus, este XXI Domingo Ordinario.

    ***

    Queridos hermanos y hermanas:

    Saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos.

    Saludo en particular a la comunidad del Pontificio Colegio Norteamericano, especialmente a los nuevos seminaristas recién llegados. Queridos seminaristas, los exhorto a un compromiso espiritual y a la fidelidad a Cristo, al Evangelio y al Magisterio de la Iglesia. Sin construir sobre estas columnas, será imposible edificar su vocación. Saludo a los jóvenes de Acción Católica de la diócesis de Bolonia; a los jóvenes de la Unidad Pastoral de Rovato, diócesis de Brescia; y a los de Ponte Nossa, en la diócesis de Bérgamo.

    Estamos todos preocupados por los grandes incendios que se han desarrollado en el Amazonas. Recemos para que, con el compromiso de todos puedan ser domados lo antes posible. Ese pulmón de bosque es vital para nuestro planeta.

    Veo que hay algunos de mis compatriotas argentinos, ¡los saludo bien!

    Les deseo a todos un feliz domingo. Y por favor, no olvides rezar por mí. Que tengas un buen almuerzo y hasta la vista.

    •agosto 25, 2019 14:20•Angelus y Regina Coeli

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