«La amarga pasión de Cristo» de la beata Ana Catalina Emmerich

30 comentarios sobre “«La amarga pasión de Cristo» de la beata Ana Catalina Emmerich

  1. Papa Francisco: A esta generación se les ha hecho creer que el demonio es un mito, pero el demonio existe y debemos combatirlo

    El Papa Francisco, en todo momento nos hace reflexionar acerca de la existencia del demonio y de sus distintas formas de hacernos caer en la vida para desviarnos del camino de la Salvación que Dios nos ha prometido

    «La vida cristiana es un combate contra el demonio, el mundo y las pasiones de la carne», es lo que nos recuerda casi constantemente el Papa Francisco en muchas de sus reflexiones y homilías.

    «El demonio existe», esta, fue una gran afirmación que el hizo el Santo Padre reflexionando sobre la Carta de San Pablo a los Efesios, en una de sus Homilías. Te presentamos a continuación las palabras del Santo Padre

    Debemos luchar contra él, con la armadura de la verdad. Fortaleza y valentía en el Señor, desarrolla en un lenguaje militar la vida cristiana.

    La vida en Dios se debe defender, se debe luchar para llevarla adelante, se necesita fortaleza y valentía para resistir y anunciar. Para ir adelante en la vida espiritual se debe combatir. No es una simple lucha, sino un combate continuo.

    Los enemigos de la vida cristiana son tres: «el demonio, el mundo y la carne». Es decir nuestras pasiones que son las heridas del pecado original. Por cierto, la salvación que nos da Jesús es gratuita, pero estamos llamados a defenderla.

    ¿De qué me tengo que defender? ¿Qué tengo que hacer?

    «Revístanse con la armadura de Dios» nos dice Pablo. Es decir que lo que es de Dios nos defiende, para resistir a las insidias del demonio. ¿Está claro? Claro.

    No se puede pensar en una vida espiritual, en una vida cristiana, sin revestirse de esta armadura de Dios, que nos da fuerza y nos defiende.

    San Pablo subraya que esta lucha nuestra no es contra las cosas pequeñas, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal. Es decir, contra el demonio y los suyos.

    El demonio no es un mito

    A esta generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el demonio era un mito, una figura, una idea, la idea del mal ¡pero el diablo existe y nosotros debemos combatir contra él! ¡lo dice San Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios! Aunque no estamos muy convencidos de ello.

    Además San Pablo dice cómo es la armadura de Dios, cuáles son las diversas armaduras, que conforman esta armadura de Dios. Y señala:

    «Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza».

    Ésta es la armadura de Dios: la verdad.

    El diablo es mentiroso, es el padre de los mentirosos, el padre de la mentira, y reiterando con San Pablo, hay que estar ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza, «no se puede ser cristianos, sin trabajar continuamente para ser justos. No se puede».

    Nos ayudaría mucho preguntarnos ¿creo o no creo? ¿creo un poco sí y un poco no? ¿soy un poco mundano y un poco creyente?

    Defenderse con la Palabra

    Sin fe no se puede ir adelante, no se puede defender la salvación de Jesús, necesitamos el escudo de la fe, porque el diablo no nos tira flores, sino flechas encendidas, para asesinarnos.

    Tomen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Y a elevar constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animadas por el Espíritu.

    La vida cristiana es una lucha, una lucha bellísima, porque cuando el Señor vence en cada paso de nuestra vida, nos da una alegría, una felicidad grande: esa alegría que el Señor ha vencido en nosotros, con la gratuidad de su salvación.

    Pero sí, todos somos un poco perezosos, no, en la lucha, y nos dejamos llevar por las pasiones, por algunas tentaciones. Es porque somos pecadores ¡todos!

    Pero no se desalienten. Ánimo, valentía y fortaleza, porque el Señor está con nosotros.

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  2. Mi Señor, te alabo en este día con todo mi corazón, para que vengas, vivas y reines por siempre en mí. Entiendo que eres la fuente de mi vida, solo Tú me llenas con tu amor y no me abandonas en ningún momento. Ven a sanar mi corazón de los sentimientos que me mantienen atado al pasado y no me dejan ser feliz, para ser libre y vivir una relación personal, sólida y estable contigo. Te entrego mi corazón con toda la pasión de que soy capaz de darte, porque necesito estar cerca de Ti para encontrarle sentido a las situaciones que experimento y a veces me hacen duda. Amén

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  3. ¡Que grande es saber que tienes AMIGOS¡

    Amigos de verdad, de los que te llaman una mañana por que sí, después de muchísimos días y te dicen “oye cuenta conmigo”. Y no te pregunta ni para qué.
    Que grande es la vida y como pone personas extraordinarias en el camino.
    Sí, yo sé quienes son mis amigos.
    Son los que se preocupan de mi, los que me quieren, los que me dicen en cada momento aquí estoy.
    Los que me quieren por lo que soy no por lo que tengo.

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  4. A MARIA, LA VIRGEN DE LA SOLEDAD…

    Fue y es la página más trágica y más hermosa. Fue y es la página más dolorosa y más injusta, aunque solo por ella nos vino y nos viene la Justicia de Dios. Es la crónica de una muerte que no se acababa en el sepulcro, que se abre para siempre, a la aurora del tercer día, al alba sin ocaso de la
    resurrección.
    Y en esta página, en esta escena estuvo también María, el orgullo de nuestra raza, la Madre del Ajusticiado y nuestra Madre: “Estaba la Dolorosa junto al leño de la Cruz. ¡Qué alta palabra de Luz! ¡Qué manera tan graciosa de enseñarnos la preciosa lección del callar doliente! Tronaba el cielo rugiente. La tierra se estremecía. Bramaba el agua… María sencillamente”.
    Y ahora, horas después de aquella escena que oscureció la tarde y alumbró para siempre la historia de la nueva humanidad, ahí la tenéis, a Ella, a María, la Madre del Ajusticiado, la Dolorosa, la Virgen de la Soledad, Nuestra Señora de la Esperanza, en su Soledad. Reina de Reina de Soledad y de Soledades.
    Contemplad a su Hijo muerto y yacente, Sus cicatrices y heridas. “¡Cuerpo llagado de amores, yo te adoro y yo te sigo! quiero compartir tus dolores, subiendo a la Cruz contigo. Quiero en la vida seguirte y por sus caminos irte alabando y bendiciendo, y bendecirte sufriendo y muriendo. Quiero, Señor, en tu encanto, tener mis sentidos presos, y, unido a tu cuerpo santo, mojar tu rostro con llanto, secar tu llanto con besos. Quiero, en este santo desvarío, besando tu rostro frío, llamarte mil veces mío… ¡Cristo de la Buena Muerte!”
    Contemplad, sí, a Jesús yacente. Deteneos. Paraos a contemplar a Jesús y a María en su Soledad. Mirad su rostro, su corazón, sus manos, su mirada clavada en el cuerpo inerte de su Hijo, de un hijo que somos también tú y yo. Vedla con ojos del alma y luego volved a caminar. Seguro si que permanecemos ante Ella con el corazón abierto. Miradla, amadla, imitadla. Es una patética figura de silencio. De silencio sonoro y transfigurado. Vestido de adoración. Nunca el silencio fue tan elocuente. Nunca el silencio significó tanto como en aquella noche, como en esta noche. Es silencio de amor. Es abandono, despojo, disponibilidad, entrega hasta el extremo. Es fortaleza en la debilidad mayor. Es fidelidad. Es plenitud. Es fecundidad: nunca fue María tan madre como entonces. Es elegancia. Es serenidad dolorida. Es paz, es amor.
    Nunca una criatura vivió un momento con tanta intensidad existencial como María en aquella tarde de dolores sin fin en el Calvario. Allí mantuvo el “fiat” de la Anunciación, en tono sostenido y agudo. Aunque se le hiciera un nudo la garganta. Aunque su corazón se secara. Aunque fuera un mar de lágrimas su rostro claro, límpido y sereno. Porque allí, en el Calvario, María volvió a decir “sí”. El “fiat” se avala y se confirma con el “stabat”. El “sí” es más “sí” estando, permaneciendo al pie de la cruz.
    Mirad la Virgen que sola está, cantamos. Su Soledad es holocausto perfecto a imitación del de su Hijo. Es oblación total. Es corredención. Mirad la Virgen que sola está… Y en aquella soledad, en esta soledad, María adquiere una altura espiritual vertiginosa y definitiva. Nunca fue su sí tan pobre ni tan rico, tan doloroso ni tan fecundo. Nunca tan sola y tan acompañada. Es la Soledad. Es la Piedad. Es la Esperanza. En aquella noche, en esta noche, levantó su altar en la cumbre más alta de la historia y del mundo. Y el dolor y la paz, envueltos en silencio, se fundieron, aleteando ya para siempre la certeza y la esperanza que es y significa una existencia solo para Dios y a favor de los demás.
    Mirad, sí, a María. Que nuestra mirada, sea una plegaria. Una plegaria como esta:
    Virgen Santísima, Señora Nuestra de la Soledad: míranos Tú también a nosotros y muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Muéstranos sus clavos y sus heridas. Muéstranos su corazón traspasado por la lanza. Muéstranos su amor. Y muéstranos también a nuestros hermanos heridos por la droga, por el alcoholismo, por el paro, por la pobreza, por la ancianidad, por la enfermedad, por los fenómenos migratorios. Muéstranos a nuestros pequeños hermanos ya engendrados y aun no nacidos, a quienes el hedonismo, el materialismo, el secularismo, el relativismo y las leyes injustas no han permitido nacer y los han condenado a la más miserable de las muertes, sin defensa y sin justicia algunas.
    Que nunca tengamos miedo a proclamarnos cristianos con todas sus consecuencias, defendiendo y promoviendo sus signos y símbolos como el de la Santa Cruz. Que nada ni nadie, María, nos quite la cruz de nuestros caminos y de nuestros espacios. Ni de nuestros corazones. Tú Hijo es la Cruz. Y su cruz adoramos y glorificamos porque por el madero, por la cruz, ha venido la alegría al mundo entero.

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  5. LES RECUERDO QUE EL SÁBADO DE GLORIA ES EL DÍA QUE SE BENDICE EL CIRIO

    COMPREN SUFICIENTES PARA TODO EL AÑO para ustedes y para regalar a quien se le ofrezca.

    EL CIRIO PASCUAL
    MATERIA BENDECIDA: Una vela de cera de abeja, gruesa, grande y redonda (porque el circulo simboliza la eternidad de Dios, el hecho de que no tuvo principio, ni tendrá fin). Normalmente se graba en el cirio las letras alfa y omega (la primera y la última del alfabeto griego). Ellas representan a Cristo porque Él es el “alfa y el omega “es decir el principio y el fin de la creación.
    SIGNIFICADO: Toda vela que se encienda con el fuego de la misa de Resurrección, se convierte en un cirio pascual.
    FUNCION: La luz del cirio es imagen de la luz dela conciencia del discernimiento que necesitamos para vivir, y para saber ver la verdad a pesar de las apariencias. Por lo mismo. el cirio se usa para alejar todo mal y para atraer todo bien, especialmente en situaciones de gran peligro.
    EFECTO EN LOS DEMONIOS; El cirio los ata y (si Dios lo permite) los arroja de vuelta al infierno. A falta de un exorcista o de sacramentales exorcizados, es lo más poderoso que podemos conseguir.

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  6. Papa Francisco: El problema del hombre es que con frecuencia se arrodilla ante cosas que un día se extinguirán

    El Papa Francisco ha expresado que Dios es la mayor gloria y advirtió a todos los creyentes contra la tentación de divinizar las cosas terrenales e incluso de idolatrar a nuestros hábitos y a la belleza pasajera.

    El Santo Padre, afirmó que debemos mirar más allá de estas cosas, a lo que es trascendente, a Dios el creador, cuya gloria no se marchita. A continuación su mensaje

    La gran belleza es Dios. Lo reza también el Salmo 18: «Los cielos narran la belleza de Dios». El problema del hombre es que con frecuencia se arrodilla ante cosas, cuyo esplendor, es sólo un reflejo de lo que un día, de todos modos, se extinguirá, o incluso, se vuelve devoto de placeres aún más pasajeros.

    Las dos idolatrías en las que se puede caer

    1.- La idolatría de estar apegado a la belleza

    La lectura del Libro de Sabiduría (13,1-9) y el Salmo (18,2-3.4-5) se refieren a la belleza de la creación, pero también subrayan el error de aquella gente que en estas cosas bellas no ha sido capaz de ver más allá, es decir la trascendencia. Esta es la idolatría de la inmanencia, que hace que uno se detenga ante una belleza sin un más allá.

    Se han apegado a esta idolatría; están sorprendidos por su poder y energía. No han pensado cuán superior es su Soberano, porque los ha creado, Aquel que es principio y autor de la belleza. Es una idolatría mirar las bellezas, tantas, sin pensar que habrá un ocaso. También el ocaso tiene su belleza… Y esta idolatría de estar apegados a las bellezas de acá, sin la trascendencia, todos nosotros corremos el riesgo de tenerla. Es la idolatría de la inmanencia. Creemos que las cosas son como son, son casi dioses, que jamás terminarán. Olvidamos el ocaso”.

    2.- La idolatría de esta apegados a los hábitos

    La otra idolatría es la de los hábitos que ensordecen el corazón. Recordemos las palabras de Jesús en el Evangelio (Lc 17,26-37), con su descripción de los hombres y las mujeres en tiempos de Noé o los de Sodoma cuando, recuerda que comían, bebían, tomaban esposa y esposo sin preocuparse por otra cosa, hasta el momento del diluvio o de la lluvia de fuego y azufre, de la destrucción absoluta:

    Todo es habitual. La vida es así: vivimos así, sin pensar en el ocaso de este modo de vivir. También esto es una idolatría: estar apegado a los hábitos, sin pensar que esto terminará. Y la Iglesia nos hace ver el final de estas cosas. También los hábitos pueden ser pensados como dioses. ¿La idolatría? La vida es así, vamos adelante así… Y así como la belleza terminará en otra belleza, nuestro hábito terminará en una eternidad, en otro hábito. ¡Pero está Dios!”.

    Centrarse en la belleza que va más allá

    En cambio es necesario dirigir la mirada siempre más allá, hacia el hábito final, al único Dios que está más allá del fin de las cosas creadas, como la Iglesia enseña en estos días que concluyen el Año litúrgico, para no repetir el error fatal de mirar hacia atrás, como sucedió a la esposa de Lot, teniendo la certeza que si la vida es bella, también el ocaso será muy bello.

    Nosotros, los creyentes, no somos gente que vuelve atrás, que cede, sino gente que va siempre adelante. Ir siempre adelante en esta vida, mirando las bellezas y con los hábitos que tenemos todos nosotros, pero sin divinizarlas. Terminarán…

    Que sean estas pequeñas bellezas, que reflejan la gran belleza, nuestros hábitos para sobrevivir en el canto eterno, en la contemplación de la gloria de Dios”

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  7. AL MORIR UN HOMBRE HIZO 3 PEDIDOS:

    2018-03-30

    1) Que su ataúd fuese cargado por los mejores médicos de la época.
    2) Que los tesoros que tenia, fueran esparcidos por el camino hasta su tumba.
    3) Que sus manos quedaran en el aire fuera del ataúd a la vista de todos.

    ? Alguien asombrado le pregunto cuales eran sus razones?
    El explico:
    1) Quiero que los mas eminentes médicos carguen mi ataúd, para demostrar que ellos NO tienen ante la muerte el poder de curar. 2) Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros, para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí se quedan.
    3) Quiero que mis manos queden descubiertas fuera del ataúd, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, al morir nada material te llevas…

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  8. (ZENIT – 30 marzo 2018).- “Te pedimos Hijo de Dios, de identificarnos con el buen ladrón que te ha mirado con ojos llenos de vergüenza, de arrepentimiento y de esperanza; que, con los ojos de la fe, ha visto en tu aparente derrota la divina victoria y así se ha arrodillado ante tu misericordia y con honestidad ha robado el paraíso”, ha rezado el Papa Francisco.

    El Santo Padre ha presidido este Viernes Santo, a las 21:15 horas, la meditación de las 14 estaciones del Vía Crucis en el Coliseo de Roma, meditaciones escritas por un grupo de jóvenes y luego impartió su bendición apostólica.

    La Oficina de Prensa del Vaticano ha informado de que 20.000 fieles han participado en la oración de la contemplación de la Pasión del Señor.

    En la meditación del Vía Crucis, Francisco ha orado: “Señor Jesús, nuestra mirada se dirige a ti, llena de vergüenza, de arrepentimiento y de esperanza”.

    Ante tu supremo amor –ha continuado reflexionando el Papa– nos invade la vergüenza por haberte dejado solo sufriendo por nuestros pecados: la vergüenza por haber huido ante la prueba a pesar de haberte dicho miles de veces: “incluso si todos te dejan, yo no te dejaré jamás”, ha orado el Pontífice según señala ‘Vatican News’ en español.

    “La vergüenza de haber elegido a Barrabas y no a ti, el poder y no a ti, la apariencia y no a ti, el dios dinero y no a ti, la mundanidad y no la eternidad; la vergüenza por haberte tentado con la boca y con el corazón, cada vez que nos hemos encontrado ante una prueba, diciéndote: `¡si tú eres el mesías, sálvate y nosotros creeremos!´; la vergüenza porque tantas personas, e incluso algunos de tus ministros, se han dejado

    engañar por la ambición y por la vanagloria perdiendo su dignidad y su primer amor; la vergüenza porque nuestras generaciones están dejando a los jóvenes un mundo fracturado por las divisiones y por las guerras; un mundo devorado por el egoísmo donde los jóvenes, los pequeños, los enfermos, os ancianos son marginados; la vergüenza de haber perdido la vergüenza; ¡Señor Jesús, danos siempre la gracia de la santa vergüenza!”, ha orado el Obispo de Roma en el Coliseo.

    Un rayo de esperanza

    Francisco ha meditado entre los jóvenes, contemplando la Pasión del Señor en el Vía Crucis: “Ante tu suprema majestad se enciende, en las tinieblas de nuestra desesperación, un rayo de esperanza porque sabemos que tu única medida de amarnos es aquella de amarnos sin medida; la esperanza para que tu mensaje continúe inspirando, incluso hoy, a tantas personas y pueblos a que sólo el bien puede derrotar al mal y la maldad, sólo el perdón puede abatir el rencor y la venganza, sólo el abrazo fraterno puede dispersar la hostilidad y el miedo al otro; la esperanza para que tu sacrificio continúe, también hoy, emanando el perfume de amor divino que acaricia los corazones de tantos jóvenes que continúan consagrando sus vidas convirtiéndose en ejemplos vivos de caridad y de gratuidad en este nuestro mundo devorado por la lógica del provecho y de la ganancia fácil; la esperanza para que tantos misioneros y misioneras continúen, también hoy, desafiando la dormida conciencia de la humanidad arriesgando la vida para servirte en los pobres, en los descartados, en los emarginados, en los invisibles, en los explotados, en los hambrientos y en los encarcelados; la esperanza para que tu Iglesia, santa y hecha de pecadores, continúe, también hoy, no obstante todos los intentos de desacreditarla, a ser una luz que ilumina, anima, alivia, y testimonia tu amor ilimitado a la humanidad, un modelo de altruismo, una arca de salvación y una fuente de certeza y de verdad; la esperanza porque de tu cruz, fruto de la avidez y cobardía de tantos doctores de la Ley e hipócritas, ha surgido la Resurrección transformando las tinieblas de la tumba en el esplendor del alba del Domingo sin ocaso, enseñándonos que tu amor es nuestra esperanza.

    ¡Señor Jesús, danos siempre la gracia de la santa esperanza!”

    Despojarnos de la arrogancia

    “Ayúdanos, Hijo del hombre –ha pedido el Pontífice– a despojarnos de la arrogancia del ladrón colocado a tu izquierda y de los miopes y de los corruptos, que han visto en ti una oportunidad para aprovechar, un condenado por criticar, un derrotado para burlarse, otra ocasión para echar sobre los demás, e incluso sobre Dios, sus propias culpas.

    Te pedimos en cambio, Hijo de Dios, de identificarnos con el buen ladrón que te ha mirado con ojos llenos de vergüenza, de arrepentimiento y de esperanza; que, con los ojos de la fe, ha visto en tu aparente derrota la divina victoria y así se ha arrodillado ante tu misericordia y con honestidad ha robado el paraíso. ¡Amen!”

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  9. Pasión del Señor: Experimentar el “amor de donación” en nuestra vida

    Homilía del P. Raniero Cantalamessa el Viernes Santo

    •30 marzo 2018•Redaccion•Papa y Santa Sede

    Francisco adora la Santa Cruz, Viernes Santo 30/03/2018 © Vatican Media

    (ZENIT – 30 marzo 2018).- “Jesús en la cruz no sólo nos ha dado el ejemplo de un amor de donación llevado hasta el extremo; nos ha merecido la gracia de poderlo ejercitar, en pequeña parte, en nuestra vida”, ha explicado el padre Raniero Cantalamessa.

    El predicador de la Casa Pontificia ha pronunciado la homilía de la celebración de la Pasión del Señor, presidida por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro.

    “El agua y la sangre que brotaron de su costado llegan a nosotros hoy en los sacramentos de la Iglesia, en la Palabra, aunque sólo mirando con fe al Crucificado”, ha indicado el P. Cantalamessa.

    A las 17 horas, este Viernes Santo, 30 de marzo de 2018, el Pontífice ha presidido en la Basílica Vaticana la celebración de la Pasión del Señor.

    Durante la Liturgia de la Palabra se ha leído el relato de la Pasión según Juan. Luego el Predicador de la Casa Pontificia, el P. Raniero Cantalamessa, franciscano capuchino, ha pronunciado la homilía.

    La Liturgia de la Pasión continuó con la Oración universal y la adoración de la Santa Cruz y concluyó con la Santa Comunión.

    A continuación, publicamos la homilía del P. Raniero Cantalamessa.

    ***

    «QUIEN LO HA VISTO DA TESTIMONIO DE ELLO»

    Predicación del Viernes Santo 2018, en la Basílica de San Pedro

    Al llegar donde estaba Jesús, viendo que ya estaba muerto, no le rompieron las piernas, sino que uno de los soldados con una lanza le atravesó el costado, e inmediatamente salió sangre y agua. Quien lo ha visto da testimonio de ello y su testimonio es verdadero; él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis (Jn 19, 33-35).

    Nadie podrá nunca convencernos de que esta solemne declaración no corresponda a la verdad histórica, que quien dice que estaba allí y vio, en realidad no estaba allí y no vio. En este caso se juega en ello la honestidad del autor. En el Calvario, a los pies de la cruz, estaba la Madre de Jesús y, junto a ella, «el discípulo que Jesús amaba». ¡Tenemos un testigo ocular!

    Él «vio» no sólo lo que ocurría bajo la mirada de todos. A la luz del Espíritu Santo, después de la Pascua, vio también el sentido de lo que había sucedido: que en ese momento era inmolado el verdadero Cordero de Dios y se realizaba el sentido de la Pascua antigua; que Cristo en la cruz era el nuevo templo de Dios, de cuyo costado, como había predicho el profeta Ezequiel (47,1ss.), brota el agua de la vida; que el espíritu que él entrega en el momento de la muerte (Jn 19, 30) da comienzo a la nueva creación, como «el Espíritu de Dios», aleteando sobre las aguas había transformado, al principio, el caos en el cosmos. Juan, entendió el sentido recóndito de las últimas palabras de Jesús: «Todo está cumplido».

    Pero, ¿por qué —nos preguntamos—, esta ilimitada concentración de significado en la cruz de Cristo? ¿Por qué esta omnipresencia del Crucificado en nuestras iglesias, en los altares y en cualquier lugar frecuentado por cristianos? Alguien ha sugerido una clave de lectura del misterio cristiano, diciendo que Dios se revela «sub contraria specie», bajo lo contrario de lo que él es en realidad: revela su potencia en la debilidad, su sabiduría en la necedad, su riqueza en la pobreza…

    Esta clave de lectura no se aplica a la cruz. En la cruz Dios se revela «sub propia specie», por lo que él es, en su realidad más íntima y más verdadera. «Dios es amor», escribe Juan (1 Jn 4,10), amor oblativo, y sólo en la cruz se hace manifiesto hasta dónde se abre paso esta capacidad infinita de auto-donación de Dios. «Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13,1); «Tanto amó Dios al mundo que dio (¡a la muerte!) al Hijo unigénito» (Jn 3,16); «Me amó y entregó (¡a la muerte!) a sí mismo por mí» (Gál 2,20).

    * * *

    En el año en que la Iglesia celebra un Sínodo sobre los jóvenes y quiere ponerlos en el centro de la propia preocupación pastoral, la presencia en el Calvario del discípulo que Jesús amaba, encierra un mensaje especial. Tenemos todos los motivos para creer que Juan se adhirió a Jesús cuando todavía era bastante joven. Fue un auténtico enamoramiento. Todo el resto pasó de golpe a segunda línea. Fue un encuentro «personal», existencial. Si en el centro del pensamiento de Pablo está el obrar de Jesús, su misterio pascual de muerte y resurrección, en el centro del pensamiento de Juan está el ser, la persona de Jesús. De ahí todos esos «Yo soy» de resonancias eternas que salpican su Evangelio: «Yo soy el camino, la verdad y la vida», «Yo soy la luz», «Yo soy la puerta», simplemente «Yo soy».

    Juan era, casi con certeza, uno de los dos discípulos del Bautista que, al comparecer en la escena de Jesús, fueron detrás de él. A su pregunta: «Rabbì, ¿dónde vives?», Jesús respondió: «Venid y veréis». «Fueron, pues, y ese día se quedaron con él; eran aproximadamente las cuatro de la tarde» (Jn 1,35-39). Esa hora decidió sobre su vida y por eso nunca la olvidó.

    Justamente nos esforzaremos en este año por descubrir qué espera Cristo de los jóvenes, qué pueden dar a la Iglesia y a la sociedad. Lo más importante, sin embargo, es otra cosa: es hacer conocer a los jóvenes lo que Jesús tiene que aportarles. Juan lo descubrió estando con él: «vida en abundancia», «alegría plena».

    Hagamos que en todos los discursos sobre los jóvenes y a los jóvenes resuene en el trasfondo la apremiante invitación del Santo Padre en la Evangelii gaudium: «Invito a todo cristiano, en cualquier lugar y situación que se encuentre, a renovar hoy mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de buscarlo cada día sin descanso. No hay motivo para que alguien pueda pensar que esta invitación no es para él» (EG 3). Encontrar personalmente a Cristo también es posible hoy porque él está resucitado; es una persona viva, no un personaje. Todo es posible después de este encuentro personal; nada cambiará realmente en la vida sin él.

    * * *

    Además del ejemplo de su vida, el evangelista Juan dejó también un mensaje escrito a los jóvenes. En su Primera Carta leemos estas conmovedoras palabras de un anciano a los jóvenes de sus Iglesias:

    «Os escribo a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la Palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno. ¡No améis el mundo, ni las cosas del mundo!» (1 Jn 2,14-15)

    El mundo que no debemos amar, y al cual no debemos someternos, no es, lo sabemos, el mundo creado y amado por Dios, no son los hombres del mundo a cuyo encuentro, por el contrario, siempre debemos ir, especialmente a los pobres, a los últimos. El «mezclarse» con este mundo del sufrimiento y de la marginación es, paradójicamente, el mejor modo de «separarse» del mundo, porque es ir allá donde el mundo evita ir con todas sus fuerzas. Es separase del principio mismo que rige el mundo, es decir, el egoísmo.

    No, el mundo que no hay que amar es otro; es el mundo tal como ha llegado a ser bajo el dominio de Satanás y del pecado, «el espíritu que está en el aire» lo llama san Pablo (Ef 2,1-2). Un papel decisivo desempeña en él la opinión pública, hoy también literalmente espíritu «que está en el aire» porque se difunde por el aire a través de las infinitas posibilidades de la técnica. «Se determina un espíritu de gran intensidad histórica, al que el individuo difícilmente se puede sustraer. Nos atenemos al espíritu general, lo consideramos evidente. Actuar o pensar o decir algo contra él es considerado cosa absurda o incluso una injusticia o un delito. Entonces no se osa ya situarse frente a las cosas y a la situación, y sobre todo a la vida, de manera diferente a como las presenta»1.

    Es lo que llamamos adaptación al espíritu de los tiempos, conformismo. Un gran poeta creyente del siglo pasado, T.S. Eliot, escribió tres versos que dicen más que libros enteros: «En un mundo de fugitivos, la persona que toma la dirección opuesta parecerá un desertor»2.

    Queridos jóvenes cristianos, si se le permite a un anciano como Juan dirigirse directamente a vosotros, os exhorto: ¡Sed de los que toman la dirección opuesta! ¡Tened la valentía de ir contra corriente! La dirección opuesta, para nosotros, no es un lugar, es una persona, es Jesús nuestro amigo y redentor.

    Se os confía particularmente una tarea a vosotros: salvar el amor humano de la deriva trágica en la que ha terminado: el amor que ya no es don de sí, sino sólo posesión —a menudo violenta y tiránica— del otro. En la cruz Dios se reveló como ágape, amor que se dona. Pero el ágape nunca está separado del eros, del amor de búsqueda, del deseo y de la alegría de ser amado. Dios no nos hace sólo la «caridad» de amarnos: nos desea; en toda la Biblia se revela como esposo enamorado y celoso. También el suyo es un amor «erótico», en el sentido noble de este término. Es lo que explicó Benedicto XVI en la encíclica «Deus caritas est».

    «Eros y agapé —amor ascendente y amor descendente— nunca llegan a separarse completamente […]. La fe bíblica no construye un mundo paralelo o contrapuesto al fenómeno humano originario del amor, sino que asume a todo el hombre, interviniendo en su búsqueda de amor para purificarla, abriéndole al mismo tiempo nuevas dimensiones» (nn.7-8).

    No se trata, pues, de renunciar a las alegrías del amor, a la atracción y al eros, sino de saber unir al eros el ágape, al deseo del otro, la capacidad de darse al otro, recordando lo que san Pablo refiere como un dicho de Jesús: «Hay más alegría en dar que en recibir» (Hch 20,35).

    Es una capacidad que no se forja en un día. Es necesario prepararse para donarse totalmente uno mismo a otra criatura en el matrimonio, o a Dios en la vida consagrada, empezando por donar el propio tiempo, la sonrisa y la propia juventud en la familia, en la parroquia, en el voluntariado. Lo que muchos de vosotros silenciosamente hacéis.

    Jesús en la cruz no sólo nos ha dado el ejemplo de un amor de donación llevado hasta el extremo; nos ha merecido la gracia de poderlo ejercitar, en pequeña parte, en nuestra vida. El agua y la sangre que brotaron de su costado llegan a nosotros hoy en los sacramentos de la Iglesia, en la Palabra, aunque sólo mirando con fe al Crucificado. Juan vio proféticamente una última cosa bajo la cruz: hombres y mujeres de todo tiempo y de cada lugar que miraban a «quien fue traspasado» y lloraba de arrepentimiento y de consuelo (cf. Jn 19, 37; Zac 12,10). A ellos nos unimos también nosotros en los gestos litúrgicos que seguirán dentro de poco.

    _______________________
    [1] H. Schlier, Demoni e spiriti maligni nel Nuovo Testamento, in Riflessioni sul Nuovo Testamento (Paideia, Brescia 1976) 194s.
    [2] T. S. Eliot, Family Reunion, part II, sc. 2: «In a world of fugitives – The person taking the opposite direction – Will appear to run away».

    © Traducción del original italiano Pablo Cervera Barranco

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  10. (ZENIT – 30 marzo 2018).- Los textos de las meditaciones sobre las catorce estaciones del Vía Crucis de este año han sido escritos por quince jóvenes, de una edad comprendida entre los 16 y 27 años.

    Este texto no tiene comparación con las ediciones del pasado debido a la edad de los autores: jóvenes y adolescentes (nueve de ellos son estudiantes del Liceo de Roma Pilo Albertelli).

    Asimismo, es novedad en la oración del Vía Crucis de este año la dimensión «coral» de este trabajo, sinfonía de muchas voces con tonos y sellos diferentes. No existen «los jóvenes», sino Valerio, María, Margarita, Francisco, Clara, Greta…

    Jóvenes estudiantes de Roma

    El grupo está coordinado por el prof. Andrea Monda, Licenciado en Derecho y Ciencias Religiosas, escritor y ensayista. Los jóvenes son estudiantes de una escuela secundaria romana de Letras, donde el prof. Monda enseña Religión.

    Los jóvenes autores son: Valerio De Felice (I Estación), Maria Tagliaferri e Margherita Di Marco (II Estación), Caterina Benincasa (III Estación), Agnese Brunetti (IV Estación), Chiara Mancini (V Estación), Cecilia Nardini (VI Estación), Francesco Porceddu (VII Estación), Sofia Russo (VIII Estación), Chiara Bartolucci (IX Estación), Greta Giglio (X Estación), Greta Sandri (XI Estación), Dante Monda (XII Estación), Flavia De Angelis (XIII Estación), Marta Croppo (XIV Estación).

    Con el entusiasmo típico de su edad aceptaron el reto que les propuso el Papa en este año 2018, dedicado principalmente a las jóvenes generaciones. Lo han hecho con una metodología precisa. Se reunieron en torno a una mesa y leyeron los textos de la Pasión de Cristo según los cuatro Evangelios. Se pusieron, por lo tanto, ante la escena del Vía Crucis y la «vieron».

    Después de la lectura y dando el tiempo necesario, cada uno de los chicos manifestó qué detalle de la escena lo había impresionado. De este modo fue más fácil y natural asignar las distintas estaciones.

    Ver, encontrar y rezar

    Tres palabras clave, tres verbos, marcan el desarrollo de estos textos: en primer lugar, como ya se ha mencionado, ver, después encontrar, por último rezar.

    “Cuando se es joven se desea ver, ver el mundo, ver todo. La escena del Viernes Santo es poderosa, incluso en su atrocidad: verla puede provocar rechazo o misericordia y, por tanto, ir al encuentro. Precisamente como hace Jesús en el Evangelio todos los días, también este día, el último. Él encuentra a Pilato, Herodes, los sacerdotes, los guardias, su Madre, el Cireneo, las mujeres de Jerusalén, los dos ladrones, sus últimos compañeros de camino”, se indica en la introducción del Vía Crucis.

    Cuando se es joven se tiene la oportunidad de encontrar a alguien cada día, y cada encuentro es nuevo, sorprendente. Se envejece cuando no se quiere ver a nadie, cuando el miedo que va aislando vence a la apertura confiada: miedo de cambiar, porque encontrar quiere decir cambiar, estar dispuestos a ponerse en camino con ojos nuevos.

    Finalmente, ver y encontrar empuja a rezar porque la vista y el encuentro generan misericordia, también en un mundo que parece carente de piedad y en un día como este, abandonado a la ira absurda, a la cobardía y a la pereza distraída de los hombres.

    “Pero si seguimos a Jesús con el corazón, también a través del misterioso camino de la cruz, entonces pueden renacer el valor y la confianza y, después de haber visto y estar abiertos al encuentro, experimentaremos la gracia de rezar juntos, y nunca más solos”, concluye el prólogo a la oración del Vía Crucis.

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  11. Liturgia / Celebración del día

    Sábado Santo. Vigilia Pascual. La Iglesia espera con María ante el sepulcro

    El Sábado Santo conmemora el día en que Jesucristo estuvo en la tumba después de su muerte. Es el día después del Viernes Santo y el día antes del Domingo de Pascua. También se le conoce como víspera de Pascua

    Después de que Jesús murió en la cruz el Viernes Santo, José de Arimatea, un adinerado miembro del Sanedrín y un discípulo secreto de Jesús, le pidió a Poncio Pilato el cuerpo de Jesús para enterrarlo. Pilato estuvo de acuerdo.

    José de Arimatea roció el cuerpo de Jesús con mirra y áloe, lo envolvió con una capa de lino fino. Lo colocó en una tumba que había hecho para sí mismo e hizo rodar una enorme piedra sobre la tumba y se fue. Con esto, José cumplió la profecía de Isaías 53:

    «Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los impíos, aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca».

    Su madre, María, los Apóstoles – particularmente San Juan y María Magdalena, lamentaron esta gran pérdida.

    Conmemoración del Sábado Santo

    Hoy en día, en este Sábado Santo, nosotros también reflexionamos sobre la entrega generosa del Señor a una muerte en la cruz por todos nuestros pecados.

    Algunas personas continúan el ayuno hasta el anochecer. Ningún servicio de la Santa Comunión se lleva a cabo sino hasta el atardecer, cuando muchas iglesias celebran la Vigilia Pascual. Es en este momento, en el que se realiza el encendido del Cirio Pascual.

    El sacerdote enciende un nuevo Cirio cada año. Este iluminará todas las Santas Misas que se celebrarán durante los próximos 40 días, hasta la celebración de la Ascensión de Jesús al Cielo, entonces es retirada del altar.

    El cirio pascual contiene cinco granos de incienso, que representan las cinco heridas de Jesús. La iluminación de la vela recuerda la luz y la vida de su resurrección. Las pilas bautismales que se vacían el Jueves Santo, se reponen con agua recién bendecida.

    Tradicionalmente, los catecúmenos – Los nuevos en la fe – son bautizados en este día. Esto recuerda la Escritura: si somos bautizados en Cristo, moriremos en Cristo y encontramos la vida eterna con él.

    ¿Qué sucedió con Jesús mientras estuvo muerto?

    Reflexionando ahora sobre el momento de Jesús y su reposo en la tumba: aunque su cuerpo estuvo allí, su espíritu se había ido al Seol – el lugar de los muertos – para liberar a las almas de los niños y adultos justos.

    Jesús descendió a este Infierno, aunque este lugar al que Él fue, no es como el infierno o el purgatorio que conocemos hoy en día. Su presencia iluminó todas estas almas justas desde el principio del tiempo – Adán, Eva, Noé, Moisés – y así, el Seol se convirtió en un paraíso hasta la Ascensión de Jesús al Cielo.

    Tras su ascensión, Jesús abrió las puertas del cielo a todos ellos, donde viven con él ahora y para siempre.

    Muy temprano al día siguiente (domingo), en la tumba, sucedió algo tremendo. Así lo narra el Evangelio de Mateo (28,1-9):

    «Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella.

    Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. El Ángel dijo a las mujeres: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, y vayan en seguida a decir a sus discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán». Esto es lo que tenía que decirles».

    Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y corrieron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él»

    El Sábado Santo es el momento en que aprendemos a confiar en el sacrificio eterno de amor de Dios que la muerte no puede ni subyugar ni comprender.

    En el Sábado Santo comenzamos a ver que es el mismo Dios quien ha hecho de la muerte su instrumento; No para aterrorizarnos, sino para llamarnos más íntimamente a su lado.

    En la oscuridad purificadora del Sábado Santo descubrimos el Sábado de nuestra espera, descubrimos una esperanza sólida.

    Sólo Cristo puede llevarnos a la mañana de Pascua, y así sucede con todos los sábados de nuestra vida. Amén.

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  12. ZENIT – Espanol
    Cena del Señor: “¡Miren como arriesga Jesús! No nos abandona nunca”

    Homilía de Papa Francisco en la cárcel romana ‘Regina Coeli’

    •30 marzo 2018•Rosa Die Alcolea•Papa y Santa Sede

    Homilía del Papa Francisco en la Misa de la Cena del Señor © Vatican Media
    Homilía del Papa Francisco en la Misa de la Cena del Señor © Vatican Media

    (ZENIT – 30 marzo 2018).- Hoy cuando me incline ante cada uno de ustedes piensen: “Jesús ha arriesgado en este hombre, un pecador, para venir a verme y decirme que me ama” –ha anunciado el Papa Francisco–. “Éste es el servicio, éste es Jesús: no nos abandona nunca, nunca se cansa de perdonar, nos ama tanto. ¡Miren como arriesga Jesús!”, ha dicho.

    La Misa con la que se conmemora la Última Cena del Señor, el Jueves Santo, fue presidida por el Santo Padre, ayer, 29 de marzo de 2018, en la cárcel romana Regina Coeli.

    “Lavar los pies era un servicio hecho por los esclavos –explicó el Papa Francisco–. Jesús quiso hacer este servicio para darnos un ejemplo de cómo nosotros tenemos que servirnos los unos a los otros”.

    El Obispo de Roma lavó los pies a doce personas, doce detenidos, cumpliendo de esta forma el “mandato” de Cristo de estar al servicio de los hermanos, señala la plataforma ‘Vatican News’.

    En esta Misa se recuerda la institución de la Santa Eucaristía, en la que Nuestro Señor Jesucristo realizó la gran lección de humildad y de servicio lavando los pies a sus apóstoles, constituyéndolos sacerdotes mediadores de Su Palabra, Sus sacramentos y de Su salvación, apunta el medio del Vaticano.

    A continuación, ofrecemos la homilía del Papa Francisco, pronunciada en la Misa de la Cena del Señor, el Jueves Santo, 29 de marzo de 2018, en la cárcel romana “Regina Coeli”, traducida al español y publicada por ‘Vatican News’.

    ***

    Homilía del Papa Francisco en la Misa de la Cena del Señor

    Jesús termina su discurso diciendo: «Porque os he dado ejemplo, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis». Lavar los pies. Los pies en aquel tiempo eran lavados por los esclavos. Era un trabajo de los esclavos. La gente recorría las calles, no había asfalto, no había “sampietrini”; en aquel tiempo había polvo en el camino y la gente se ensuciaba los pies. Y en el ingreso de las casas estaban los esclavos que lavaban los pies. Era un trabajo de esclavos pero era un servicio: un servicio hecho por los esclavos. Jesús quiso hacer este servicio para darnos un ejemplo de cómo nosotros tenemos que servirnos los unos a los otros.

    Una vez, cuando estaban en camino, dos de los discípulos que querían hacer carrera, pidieron a Jesús ocupar los puestos importantes, uno a su derecha y el otro a la izquierda, (cfr. Mc 10,35-45). Jesús los miró con amor -Jesús siempre miraba con amor – y les dijo: «No saben lo que piden». Los jefes de las naciones – dice Jesús – “dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad” (v.48) Pensemos, en aquella época de los reyes, emperadores, muchos crueles, que se hacían servir por los esclavos. Entre ustedes – dice Jesús – no debe ser así: el que quiera ser grande, que se haga servidor. El jefe vuestro debe ser vuestro servidor. Jesús revierte la costumbre sólida y cultural de aquella época y también la de hoy. El que manda debe ser un bravo jefe, sea donde sea, debe servir.

    Pienso muchas veces – no en este tiempo porque cada uno está vivo todavía y tiene la oportunidad de cambiar de vida y no podemos juzgar – pero pensemos en la historia: si tantos reyes, emperadores, jefes de estado hubieran entendido esta enseñanza de Jesús y en vez de dominar, ser crueles, matar gente, hubieran hecho esto: ¡cuántas guerras se hubieran evitado! El servicio: de verdad que hay gente que no facilita esta actitud, gente soberbia, gente odiosa, gente que tal vez nos desea el mal; pero nosotros estamos llamados a servirlos aún más. Y también hay gente que sufre, que está descartada por la sociedad, al menos por un tiempo, y Jesús va allí para decirles “tú eres importante para mí”. Jesús viene a servirnos, y la señal que Jesús nos sirve hoy aquí, en la cárcel de Regina Coeli, es que ha querido elegir a doce de ustedes para lavarles los pies. Jesús arriesga por cada uno de nosotros. Jesús no se llama Poncio Pilato, no sabe “lavarse las manos”, sabe sólo arriesgar. Miren esta imagen tan bella: Jesús, inclinado entre las espinas, arriesgando herirse para agarrar a la oveja perdida. Hoy yo, que soy pecador como ustedes, pero que represento a Jesús, soy embajador de Jesús. Hoy cuando me incline ante cada uno de ustedes piensen: “Jesús ha arriesgado en este hombre, un pecador, para venir a verme y decirme que me ama”. Éste es el servicio, éste es Jesús: no nos abandona nunca, nunca se cansa de perdonar, nos ama tanto. ¡Miren como arriesga Jesús!

    Y así, con este sentimiento, vamos adelante en esta ceremonia que es simbólica. Antes de darnos su Cuerpo y su Sangre, Jesús se arriesga por cada uno de nosotros, y arriesga en el servicio porque nos ama tanto.

    Palabras del Papa en el gesto de la paz

    Y ahora, todos nosotros – estoy seguro que todos nosotros- tenemos el deseo de estar en paz con todos. Pero en nuestros corazones hay tantos sentimientos contrastantes. Es fácil estar en paz con aquellos que amamos y con aquellos que nos hacen bien; pero no es fácil estar en paz con aquellos que nos han hecho mal, que no nos aman, con quienes estamos enemistados. En silencio, un momento, que cada uno piense en quienes nos quieren y a quienes queremos, y también cada uno de nosotros piense en los que no nos quieren y también en los que no queremos, y también, es más, de quienes querríamos vengarnos. Y le pedimos al Señor, en silencio, la gracia de dar a todos, buenos y malos, el don de la paz.

    Mira a Cristo Crucificado: en Él brota la esperanza que dura hasta la vida eterna (Tweet del Papa Francisco, 30/03/2018)

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  13. Conoce tu fe / Aprende sobre tu fe

    La Pasión de Jesús interpretada desde el enfoque de la medicina

    Cristo crucificado en la cruz pasion de cristo

    Hasta los más mínimos detalles de los Evangelios han sido confirmados por los estudios científicos de la Sabana Santa de Turín

    Lo que van a leer a continuación ocurrió hace cientos de años y si hasta hace poco los únicos datos que el cristiano disponía para analizar la veracidad de los hechos eran los proporcionados por los textos evangélicos, hay, para los que aquello no le pareciese suficiente, disponemos de un documentos inapreciable: La Sábana Santa de Turín.

    Hasta los más mínimos detalles de los Evangelios han sido confirmados por los estudios científicos de la misma, número de azotes, tamaño y situación de los clavos, herida en el costado etc., y lo que es más hasta la propia Resurrección se desprende y puede, hasta ciertos punto, asegurarse por las últimas pruebas realizadas.

    ¿Que puede decirnos la medicina?

    La medicina también ha tenido mucho que decir la respecto y las múltiples experiencias realizadas por Barbet y otros permiten reproducir minuciosamente la «historia-clinica» de la Pasión de Cristo, confirmando aquellos atroces padecimientos a la luz de nuestros conocimientos actuales.

    Las cosas sucedieron así:

    1.- El Getsemaní (sudó como gotas de sangre):

    Después de la entrada en Jerusalén y de la institución de la Eucaristía en la Última Cena, Jesús que sabe próxima su última hora se dirige con los suyos al Huertos de los Olivos.

    Allí los que acompañaban quedan profundamente dormidos. Es de noche. El lleno de angustia oraba y como dice San Lucas «sudó como gruesas gotas de sangre (Lucas 22,45).

    ¿Es posible este fenómeno?

    La sudoración profusa y simple es una manifestación típica ante situaciones de terror, miedo, «stres» en general. Más difícil es la explicación de la sangre pero no imposible.

    La hematohidrosis o sudor de sangre puede acontecer ante las mismas circunstancias anteriores llevadas a sus extremos. Todos eso debió sentirlo Jesús que sabe va a morir y sobre todo el tipo de muerte que le espera.

    Surge así una intensa dilatación de los capilares subcutáneos que en el máximo puede causar una ruptura de los mismos en su punto de contacto con los terminales de millones de glándulas sudoríparas con lo que de esta forma la sangre mezclada con sudor fluye a la piel.

    Consumada la traición de Judas, Jesús es arrestado y llevado ante Anás y después ante Caifás donde debió recibir los primeros bofetones, golpes y salivazos.

    Bien en ese momento o después le arrancaron mechones de barba y golpearon el lado derecho del rostro con una vara aproximadamente de 4,3 cm de diámetro, sobre todo debajo de la cuenca derecha del ojo (región cigomática), pero también en la mejilla izquierda y labio inferior. Alguien de un puñetazo le fracturó la nariz.

    2.- Los Azotes y la Corona de espinas

    Está amaneciendo cuando llevan a Jesús ante Pilato, quizás previamente han limpiado la sangre más por miedo a irritar al romano que otra cosa. Pilato que no quiere complicaciones con los judíos le envía a Herodes pero de nuevo la comitiva vuelve a él.

    Quizás pensando en salvarlo ordena que lo azoten Jesús es desvestido, le atan las manos a una estaca o columna quedando encorvado. Dos individuos lo azotan desde atrás con el «flagrum».

    El instrumento utilizado constaba de un mango de que partía una doble correa en cuyos extremos pendían trozos de hueso o plomo para desgarrar profundamente la carne.

    La ley judía prohibía aplicar más de 40 latigazos y los fariseos habían reducido el número a 39. Jesús, sin embargo recibió al menos 60 azotes repartidos por los hombros, espalda, región lumbar, muslos, piernas etc.

    Los verdugos temiendo su muerte cesan en el castigo. Le ponen un manto, lo sientan y lo colocan una caña entre sus manos. Alguien trenza una corona de espinas, no la corona circular del arte cristiano sino formada por un casco cubriendo toda la cabeza asegurada debajo el menton mediante juncos.

    Unos de los presentes le hunden la corona de un golpe clavándosela en el cuero cabelludo. Esta región, muy vascularizada, comienza a sangrar profundamente

    Imaginemos el aspecto de Cristo
    •El rostro cubierto de sangre y moraduras,
    •colgajos de carne se desprenden de la superficie corporal.
    •La nariz rota,
    •Los labios hinchados,
    •La pérdida de sangre y sudor le han dejado un estado vertiginoso por lo que los verdugos aparecían borrosos ante sus ojos casi cerrados por los golpes.

    3.- La Crucifixión

    Ni aun así la turba queda satisfecha. Pilato tras el intento de canje por Barrabas, se lava las manos e implícitamente autoriza la crucifixión. Este tipo de muerte era la forma más dolorosa e ignominiosa de pena capital. Se llevaba a cabo en la cruz de las que existían diversos tipos.

    Jesús fue crucificado en la cruz romana que constaba de dos partes: una estaca vertical fija en el suelo («palus, stipes») y otra transversal («patibulum»).

    La cruz debió ser baja y el hecho de que se le alcanzara una esponja a los labios colocada en el extremo de la caña no justifica lo contrario porque nadie acercaría sus manos a la boca de quien sufría grandes convulsiones por temor de que le arrancaran los dedos.

    No podemos saber, por otra parte, si la cruz poseía tacos salientes («sedile» y «suppedeneum») que servían de apoyo y prolongaban los sufrimientos.

    Jesús, ligado por una soga al tobillo derecho a dos ladrones, inicia su marcha hacia el calvario que distaba unos seiscientos metros. Le pusieron de nuevo la túnica que quedaría pegada a las profundas heridas, luego al arrancársela el dolor tuvo que ser atroz.

    Ya tenemos a Cristo tambaleándose y cargado no con la cruz completa sino sólo con el «patibulum». El madero debía de pesar alrededor de 40 kg y medir entre 1,6 y 1,7 metros. El citado peso y la debilidad extrema del condenado provocó diversas caídas lo que determinó numerosas contusiones en la rodillas a consecuencia de las piedras del camino. (Las heridas aparecen con más intensidad en la Sábana Santa en la derecha que en la izquierda).

    El tronco burdamente cortado, rozaba e irritaba violentamente los hombros sobre todo en cada caída. Temiendo que no llegara vivo obligan a Simón de Cirene a cargar con el palo.

    Jesús libre de peso avanzó lentamente llegando al final del trayecto. Allí cae derrumbado. Lo levantan y recuestan los hombros sobre el «patibulum» e inician la tarea de clavar los clavos que tienen una cabeza de 1,5 centímetros de sección. Le estiran los brazos. A golpe de martillazos los clavos atraviesan las muñecas a nivel del llamado espacio de Desdot (no es posible que pasaron por las palmas de las manos, pues de esta forma no podrían haber soportado un peso aproximadamente de 80 kg, con lo que al desgarrarse el cuerpo se hubiera desprendido de la cruz)

    Según el testimonio de la Sábana Santa, la herida de la muñeca izquierda es la mejor definida. Tiene forma oval y mide 15 x 19 milímetros, sus bordes son netos y dos regueros de sangre brotan oblicuamente de ella.

    La muñeca derecha, sin embargo, está más castigada lo que obliga a pensar que algo fracasó en el primer intento de clavarla.

    Sea como sea a nivel del citado espacio anatómico pasa el nervio mediano que debió lesionarse sin romperse provocando contracción del pulgar y un enorme dolor que se reproduciría constantemente por el roce de los clavos.

    Ponen de pie a Jesús y le obligan a caminar hacia atrás. Los verdugos elevan el «patibulum» y lo ensamblan en el «stipes». Esta operación la hicieron elevando las manos o como parece también posible (Jesús medía aproximadamente 1,80 metros).

    Por medio de una escalera de mano adosada a la cara posterior del madero vertical. Anudarían una soga a los extremos del «patibulum», un guardia ascendería y apoyándola sobre sus hombros diría a otros que tirasen para izar el madero.

    Jesús está ahora en posición vertical, sobre el «stipes» rozará la lesionada espalda y para evitar clavarse la corona en la nuca inclinada la cabeza hacia delante.

    Hay que terminar el «trabajo» clavando los pies. Un clavo atraviesa el pie izquierdo entre los huesos metatarsales, segundo y tercero (interlinea de Lisfrac), después colocan el pie izquierdo sobre el derecho y el mismo clavo atraviesa por el mismo punto. Con otros martillazos fijan los dos pies al madero dejando las piernas ligeramente encorvadas.

    4.- ¿De qué murió Jesús en la Cruz?

    Su fallecimiento se debió probablemente a causas diversas que se implicaron unas con otras.

    En la posición de crucificado, Cristo sufre la sensación permanente de ahogo, el aire penetra en los pulmones pero apenas sale, se inicia la asfixia. La sangre se acumula en la mitad inferior del cuerpo. La tensión arterial cae la sangre se remansa en los órganos viscerales. El oxigeno tampoco llega a los músculos que sufren contracciones espasmódicas y tetánicas. El epigastrio se hunde y oprime hacia adentro, la caja torácica se eleva y distiende en una inspiración profunda. El diafragma también tiende a elevar el epigastrio. Como defensa para restablecer la circulación y respiración normal, Jesús se eleva sobre sus pies, pero al final agotado su cuerpo vuelve a caer.

    Poco a poco, extenuado, va cesando en sus movimientos. Esta a punto de expirar. Son cerca de las tres de la tarde «Padre en tus manos encomiendo mi espíritu». Jesús ha muerto.

    Para evitar esas incorporaciones salvadoras momentáneas y para asegurar la muerte rápida a los crucificados se les quebraban las piernas.

    Con Jesús no hubo necesidad ya que su «fallecimiento» fué relativamente rápido y el lanzazo fué la verificación legal del mismo. «E inmediatamente fluyó sangre y agua» (Juan 19,34).

    La hoja le entró algo oblícua por el costado derecho, por encima de la sexta costilla dejando una herida externa ovalada de 4,4 x 1,1 cm. Se empleó la típica «lancea» de uso común entre los auxiliares romanos, una lanza con una punta larga en forma de hoja y que se redondea hasta el asta. En el trayecto atravesó la pleura, pulmón derecho y la aurícula derecha.

    La sangre surgiría de la citada aurícula, que conectada hacia arriba con la vena cava superior y hacia abajo con la cava inferior, se halla siempre llena de sangre líquida en los cadáveres recientes. Pero ¿y el agua?, probáblemente procedía de un derrame pericardio y/o pleural provocados por los golpes en el pecho y aumentado por la posción del cuerpo en la cruz.

    Últimos descubrimientos

    Ya al principio mencionábamos a la Sábana Santa de Turín y como decíamos mucho de los detalles minunciosos que hemos ido viendo corresponden al estudio científico de la misma.

    Por eso, para corroborar más sus autenticidad, no resistimos la tentación de referirnos a los últimos descubrimientos efectuados por investigadores de la N.A.S.A. ya que pueden demostrar científicacmente la Resurección de Jesús.

    Resumiremos brevemente los avances:

    Jesús fué envuelto en una sábana en la que se quedó grabada su imagen, imagen que contiene sobre el párpado derecho una moneda acuñada en Judea, práctica relativamente corriente en los enterramientos judíos.

    Pero es que además la imagen es tridimensional, no se produjo por contacto, no fué pintada por mano humana, no tiene un origen bacteriológico (ciertas bacterias como la Serratia marcescens, Pseudomonas aeruginosa, etc, producen sustancias pigmentadas),

    ¿Cómo surgieron las figuras térmicas que disolvieron y fundieron regueros de sangre estampándolos en el lienzo de forma uniforme siendo todo el Cuerpo foco en el momento de la grabación?:

    «Lo que indica que se encontraba en ese momento en levitación»

    La imagen no alcanza más que a una ligerísima parte superior de las fibras limitándose a la mera porción más superficial con lo que la energía liberada ni fué absorbida ni penetró en las fibras.

    Dicha energía, por último, poseía la sufiente potencia para proyectar la imagen contra el tejido hasta una distancia de 4 cm. pero al mismo tiempo no causó distorsiones en aquellas zonas que devieron estar en contacto directo.

    En definitiva debió de tratarse de un proceso sobrenatural que escapa, como tal, a la razón humana y que, indican que aquel «hombre» de la sábana sufrió un gran castigo físico, fué crucificado y resucitó.

    ¿Fué realmente Jesucristo?. A unos les parecerá que sí, otros tendrán dudas, finalmente otros lo negarán, a nosotros sólo nos queda por decir que cada uno saque sus propias conclusiones a la luz de su fé y sus creencias.

    Autor: José Liébana Ureña (1983) | Catedrático de Microbiología en la Universidad de Granada. Realizar Comentarios: http://www.ewtn.com/SPANISH/preguntas/index.htm

    Bibliografía
    •BARBET, P. (1950) La Pasion de N. S. Jesús-Christ selon le Chirugien. Ed. Dillem. París
    •CARREINA, M. (1982) La Sábana Santa. Conferencia para los padres de familia. Colegio Patrocinio San José. Madrid
    •CARREÑO, J.L. (1968) El retrato de Cristo. Ed. Centro Nacional Salesiano. Madrid
    •CARREÑO, J.L. (1977) El Ultimo Reportero. Ed. Don Bosco. Pamplona
    •CARREÑO, J.L. (1980) Al cerrarse la Urna de la Sábana de Cristo. Ed. Don Bosco. Madrid
    •CORSINI, M. (1976) El sudarui de Cristo. Ed. Rialp S.A. Madrid
    •GUIRAO, P. (1981) El enigma de la Sábana Santa. ATE. Barcelona
    •HUMBER, T. (1977) El misterio del Sudario de Cristo. Ed. Javier Vergara. Barcelona
    •LORING, J. (1981) La autenticidad de la Sábana Santa de Turin. Madrid

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  14. ¿Qué color de ojos te gustaría tener? En mi caso, me encantaría tener ojos grises. Me parecen que se ven increíbles, sobre todo cuando eres un hombre blanco y de cabello negro como yo. Sin embargo, como todos en mi familia, nací con los ojos color café.
    Por supuesto, muchas personas prefieren los ojos claros, ya que son un rasgo bastante interesante. No obstante, existen algunos que simplemente desearían tener los ojos de sus padres, pues así se sentirían lo más “normal” posible.
    Hoy queremos contarte la historia de un niño que, a pesar de que sus padres son de piel y ojos oscuros, nació con unos impresionantes ojos azules, los cuales le han traído muchísimos problemas, pues su comunidad lo rechaza por ser diferente.
    ¡Sigue leyendo enterarte de los detalles!

    Todos conozcan a Abushe.

    Un niño de piel oscura de 8 años de edad, oriundo de Jinka, Etiopía meridional, que ha sufrido terriblemente por sus increíbles ojos azules. Dado que este rasgo es completamente extraño en su comunidad, el chico ha tenido una vida dura, pues sus compañeros se burlan de él y los adultos prefieren evitarlo.

    Lo más insólito de todo, es que esa tonalidad no es un rasgo genético heredado por alguno de sus padres.
    Sino una consecuencia de padecer el “Síndrome de Waardenburg”, el cual es una enfermedad poco frecuente que sólo afecta a 1 de cada 42 mil personas, provocando serios trastornos de tipo estructural en algunas células y en la pigmentación.

    Quienes padecen esta enfermedad pueden presentar anomalías faciales, problemas de visión, sordera y decoloración en el cabello.

    Es por eso que este niño tiene un pequeño mechón claro en su cabeza.
    Quienes padecen esta enfermedad pueden presentar anomalías faciales, problemas de visión, sordera y decoloración en el cabello.

    Es por eso que este niño tiene un pequeño mechón claro en su cabeza.
    Lamentablemente, Abushe padece este síndrome en un lugar donde nadie tiene ojos de este tono.
    Lo que lo ha llevado a sufrir el rechazo de algunos miembros de su comunidad.
    No obstante, a pesar de lo dura que ha sido su vida, este chico no para de sonreír.
    Definitivamente la belleza de sus ojos también está en su corazón.

    ¡Y vaya que ha tenido una infancia difícil!
    Además de la enfermedad que padece y las burlas de sus compañeros, Abushe sufrió unas quemaduras productos de un incendio que consumió completamente su casa.

    Sin embargo, a pesar de su corta edad, este niño está agradecido de lo poco tiene.
    En una entrevista comentó que agradece tener una chimenea donde pueden cocinar y calentarse por las noches.

    Pero sobre todo, está agradecido por haber podido conservar su pelota.
    Con la que juega todo el tiempo.

    De hecho, Abushe sueña con ser un gran futbolista algún día.
    El pequeño cuenta que jamás se pierde ningún partido del Barcelona.

    Y que su mayor ídolo es Lionel Messi.
    Pues él sabe que Messi es único, así como él, y por eso lo admira tanto.
    Debido a la pobreza en la que siempre ha vivido su familia, sus padres jamás pudieron saber el motivo por el cual Abushe nació con los ojos de ese color.
    De hecho, ellos tuvieron que esperar a que su hijo creciera para saber qué estaba mal en él.

    Para el momento de su nacimiento, sus padres pensaron que se trataba de una “maldición”.
    Y temían que pudiera quedar ciego en cualquier momento.
    Por fortuna, su historia fue compartida por diversos medios de comunicación.
    Y eso ayudó a que el pequeño fuera llevado ante un médico, quien explicó que no se trataba de ninguna “maldición”, sino de una condición física, por lo que debían guardar ciertos cuidados.

    Hoy por hoy, el niño vive en la ciudad alejado de su familia.
    Puesto que sus padres no podían cubrir los gastos de transporte para que asistiera a la escuela de la ciudad, decidieron dejarlo vivir en una institución donde recibirá la mejor educación de todas.
    Por supuesto, este chico aún tiene muchos retos por enfrentar.
    Pero estamos seguros que su carácter alegre y sus ganas de salir a adelante lo ayudarán a cumplir sus sueños.

    Y tú, ¿qué opinas al respecto?

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  15. Tu cruz es el triunfo del bien sobre el mal, del amor sobre el odio, de la luz sobre la oscuridad. Gracias por esta acción poderosa
    .

    Oración de sanación

    Señor, como Tú, yo también quiero ser fuego que purifica, luz que ilumina en medio de las tinieblas, palabra que consuela en medio del sufrimiento.

    Tú eres un Dios glorioso, un Dios de esperanza. Viniste a donarte y realizar un sacrificio perfecto de amor y romper así todas nuestras ataduras.

    Rey mío, Tú me has salvado con tu sangre y preferiste la muerte en la cruz antes que renunciar al amor. Bendito sea tu poder derramado sobre todos.

    Cargaste una cruz en donde fueron depositados insultos y humillaciones, una cruz transformada en victoria que dio vida, librándome de miedos y dolores.

    Tu cruz es el triunfo del bien sobre el mal, del amor sobre el odio, de la luz sobre la oscuridad. Gracias por esta acción poderosa que bendijo mi vida.

    Con tu gracia, también puedo llevar con alegría el peso de mi cruz, pues tu amor me sostiene, me fortalece y me conduce por caminos de esperanzas.

    Confío en este gran sacrificio y misterio de amor y por eso no dejo de creer en Ti y en todo lo bueno que me ofreces para lograr mis sueños.

    En tu cruz consigo las fuerzas para renovar mi corazón y vivir con esperanza, con actitud optimista creyendo que todo lo puedo en tu amor.

    Amén

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  16. Oración / Aprende a orar

    Oración para el Sábado Santo: La Luz ha vuelto a iluminar los corazones

    Este Sábado Santo disfruta de la preciosa vigilia pascual y prepara tu corazón para recibir al Señor vivo y resucitado con esta oración

    El Sábado Santo conmemora el comienzo del período en que Jesucristo permaneció muerto en el sepulcro antes de Su gloriosa Resurrección. Es el día después del Viernes Santo y antes del Domingo de Pascua.

    En el Sábado Santo se refleja la historia de nuestra salvación, de cómo el Dios de la vida y del amor se preparó para rescatarnos de las ataduras del pecado y la muerte. El Dios que nos creó, que llevó a un pueblo escogido y los liberó de la esclavitud, el Dios que se hizo hombre y fue levantado con Gloria desde la muerte venciendo todas las tinieblas. Ese es nuestro Dios, un Dios cercano, compasivo y lleno de vida.

    En este día Santo, se puede decir que Dios permanece oculto. En la Iglesia se lee una antigua Homilía que dice así:

    «¿Qué es lo que sucede hoy? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y soledad, porque el Rey duerme […]. Dios en la carne ha muerto y el Abismo ha despertado» (Homilía el Sábado Santo, PG 43, 439). En el Credo, profesamos que Jesucristo «padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos».

    El Sábado Santo también es conocido como el Gran Sábado; y en este día se prepara un servicio de vigilia pascual en donde todos los Católicos esperamos con gran deseo el regreso de la Luz

    El servicio de Vigilia Pascual marca el final de la Cuaresma antes de las celebraciones de Pascua.

    El sábado santo es recordado como el día en que Jesús estuvo muerto en la tumba y numerosas celebraciones se llevan a cabo en la tarde de este día. Se da el encendido del gran Cirio Pascual y luego se encienden velas de los feligreses indicando que la luz ha vuelto al mundo y que la oscuridad ha sido vencida

    Los servicios del Sábado Santo, de la Semana Santa y de la Vigilia Pascual se remontan a los primeros años del cristianismo durante el Imperio Romano. Encender velas durante los servicios de la Santa Pascua es una de las tradiciones que todavía tienen un significado simbólico hoy en día.

    El Cirio Pascual simboliza la luz de Jesucristo, indicando que Él trae luz donde hay tinieblas.

    Disfrutemos de la preciosa vigilia pascual y preparemos nuestro corazón para recibir al Señor vivo y resucitado

    Oración para el Sábado Santo

    Mi Señor resucitado, al comenzar este día quiero darte gracias por tu gran misterio de amor y te suplico que me regales un poco de la fuerza de tu Espíritu y lléname de la alegría de tu presencia.

    Quiero vivir alegre celebrando el día de tu triunfo glorioso sobre las tinieblas. El día en que destruiste la muerte, fueron rotas todas las ataduras y la luz emergió victoriosa entre las penumbras

    Dame la valentía y la fuerza necesaria para aceptar tu voluntad y poder ser así un verdadero testigo de tu amor y de tu resurrección, comunicando al mundo que la oscuridad y la muerte han sido vencidas en Ti

    Aquellas lágrimas derramadas a los pies de tu cruz, hoy se convierten en gozo. Tu historia de salvación se hizo eterna. Nos has abierto las puertas del Cielo con esta perfecta obra de amor de la que me hiciste parte.

    Puedo decir con entera satisfacción que no he amado a una persona muerta, sino que sigo amando a un corazón vivo y que sigue derramando su misericordia y perdón a todos los que quieran volver sus rostros a Ti.

    Oh Señor, no permitas que la llama de la fe y el poder de tu cruz se disminuya en mí y termine apagándose, por el contrario, ayúdame a mantenerla viva con la esperanza puesta en tu amor

    Tú eres mi refugio y consuelo, por eso, sabiéndote vivo y presente, recurro al poder reconciliador de tu amistad para que repongas mis fuerzas.

    Ayuda ahora a mi corazón a que salga de la oscuridad de sus vicios y resucite a una nueva vida haciéndote mi Señor, mi Rey y mi Salvador.

    Amén.

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