El mayor Amor que jamás visitó la tierra

Han comenzado días que duran como siglos. Una tristeza santa, sobrecogedora, nos encoge el corazón.

Nunca vimos a Jesús tan emocionado. Nos mira a cada uno como si su corazón quisiera salir por los ojos, a través de las lágrimas, y alcanzar el nuestro para besarlo. No puede. Aún no ha sido abierta la puerta del costado.

Luego echa agua en la jofaina, y se pone a lavarles los pies a los discípulos. Ahí lo tengo, postrado ante mí. Es Dios quien está en tierra, lavando mis pies. ¿Cómo me has amado tanto, oh Jesús? ¿No debería ser yo quien me postrase ante Ti? Si no te lavo, no tienes parte conmigo.

Los amores grandes no quedan satisfechos con un beso. Ni se vació el tuyo con el agua de aquella jofaina. Has terminado de lavarme los pies, y aún tu corazón empuja tras los ojos. Ahora será tu cuerpo el que me entregues con el Pan.

Pero no basta… Morirás, por mí, de muerte infame. Y, después de muerto, te dejarás vaciar, hasta que todo tu Amor se derrame. ¿Por qué me has amado tanto, oh Jesús?

Han comenzado los días del mayor Amor que jamás visitó la tierra.

José-Fernando Rey

14 comentarios sobre “El mayor Amor que jamás visitó la tierra

  1. Jueves Santo: Institución de la Eucaristía

    INFOVATICANA

    29 marzo, 2018

    La liturgia del Jueves Santo es una invitación a profundizar concretamente en el misterio de la Pasión de Cristo, ya que quien desee seguirle tiene que sentarse a su mesa y, con máximo recogimiento, ser espectador de todo lo que aconteció ‘en la noche en que iban a entregarlo’. Y por otro lado, el mismo Señor Jesús nos da un testimonio idóneo de la vocación al servicio del mundo y de la Iglesia que tenemos todos los fieles cuando decide lavar los pies a sus discípulos.

    En este sentido, el Evangelio de San Juan presenta a Jesús ‘sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía’ pero que, ante cada hombre, siente tal amor que, igual que hizo con sus discípulos, se arrodilla y le lava los pies, como gesto inquietante de una acogida incansable.

    San Pablo completa el retablo recordando a todas las comunidades cristianas lo que él mismo recibió: que aquella memorable noche la entrega de Cristo llegó a hacerse sacramento permanente en un pan y en un vino que convierten en alimento su Cuerpo y Sangre para todos los que quieran recordarle y esperar su venida al final de los tiempos, quedando instituida la Eucaristía.

    La Santa Misa es entonces la celebración de la Cena del Señor en la cuál Jesús, un día como hoy, la víspera de su pasión, “mientras cenaba con sus discípulos tomó pan…” (Mt 28, 26).

    Él quiso que, como en su última Cena, sus discípulos nos reuniéramos y nos acordáramos de Él bendiciendo el pan y el vino: “Hagan esto en memoria mía” (Lc 22,19).

    Antes de ser entregado, Cristo se entrega como alimento. Sin embargo, en esa Cena, el Señor Jesús celebra su muerte: lo que hizo, lo hizo como anuncio profético y ofrecimiento anticipado y real de su muerte antes de su Pasión. Por eso “cuando comemos de ese pan y bebemos de esa copa, proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva” (1 Cor 11, 26).

    De aquí que podamos decir que la Eucaristía es memorial no tanto de la Ultima Cena, sino de la Muerte de Cristo que es Señor, y “Señor de la Muerte”, es decir, el Resucitado cuyo regreso esperamos según lo prometió Él mismo en su despedida: ” un poco y ya no me veréis y otro poco y me volveréis a ver” (Jn 16,16).

    Como dice el prefacio de este día: “Cristo verdadero y único sacerdote, se ofreció como víctima de salvación y nos mandó perpetuar esta ofrenda en conmemoración suya”. Pero esta Eucaristía debe celebrarse con características propias: como Misa “en la Cena del Señor”.

    En esta Misa, de manera distinta a todas las demás Eucaristías, no celebramos “directamente” ni la muerte ni la Resurrección de Cristo. No nos adelantamos al Viernes Santo ni a la Noche de Pascua.

    Hoy celebramos la alegría de saber que esa muerte del Señor, que no terminó en el fracaso sino en el éxito, tuvo un por qué y para qué: fue una “entrega”, un “darse”, fue “por algo” o, mejor dicho, “por alguien” y nada menos que por “nosotros y por nuestra salvación” (Credo). “Nadie me quita la vida, había dicho Jesús, sino que Yo la entrego libremente. Yo tengo poder para entregarla.” (Jn 10,16), y hoy nos dice que fue para “remisión de los pecados” (Mt 26,28).

    Por eso esta Eucaristía debe celebrarse lo más solemnemente posible, pero, en los cantos, en el mensaje, en los signos, no debe ser ni tan festiva ni tan jubilosamente explosiva como la Noche de Pascua, noche en que celebramos el desenlace glorioso de esta entrega, sin el cual hubiera sido inútil; hubiera sido la entrega de uno más que muere por los pobre y no los libera. Pero tampoco esta Misa está llena de la solemne y contrita tristeza del Viernes Santo, porque lo que nos interesa “subrayar”; en este momento, es que “el Padre nos entregó a su Hijo para que tengamos vida eterna” (Jn 3, 16) y que el Hijo se entregó voluntariamente a nosotros independientemente de que se haya tenido que ser o no, muriendo en una cruz ignominiosa.

    Hoy hay alegría y la iglesia rompe la austeridad cuaresmal cantando él “gloria”: es la alegría del que se sabe amado por Dios, pero al mismo tiempo es sobria y dolorida, porque conocemos el precio que le costamos a Cristo.

    Podríamos decir que la alegría es por nosotros y el dolor por Él. Sin embargo predomina el gozo porque en el amor nunca podemos hablar estrictamente de tristeza, porque el que da y se da con amor y por amor lo hace con alegría y para dar alegría.

    Podemos decir que hoy celebramos con la liturgia (1a Lectura). La Pascua, pero la de la Noche del Éxodo (Ex 12) y no la de la llegada a la Tierra Prometida (Jos. 5, 10-ss).

    Hoy inicia la fiesta de la “crisis pascual”, es decir de la lucha entre la muerte y la vida, ya que la vida nunca fue absorbida por la muerte pero si combatida por ella. La noche del sábado de Gloria es el canto a la victoria pero teñida de sangre y hoy es el himno a la lucha pero de quien lleva la victoria porque su arma es el amor.

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  2. Oración para el Jueves Santo: En el servicio se encuentra el amor

    Si Tú, oh Señor, siendo el Rey de reyes, lavaste los pies a tus discípulos, yo debo también debo imitarte en obras y pensamientos

    El Jueves Santo es el primero de los tres días catalogados como Triduo Pascual en el que se conmemora la Santa Cena de Jesucristo con sus Apóstoles, la Institución de la Eeucaristía y el Sacerdocio.

    Igualmente, el Evangelio pone de manifiesto en este día, el acto del Lavatorio de Pies, en el cual el Señor nos enseña que si realmente deseamos amar a nuestro prójimo debemos ser capaces de servir.

    En la misa del Jueves Santo, el sacerdote que preside lava los pies de 12 feligreses para simbolizar el número de los apóstoles de Jesús. La ceremonia se suele celebrar por la noche, después del atardecer.

    El Evangelio de San Juan es el único que describe este noble acto de Jesús.

    «Pues si yo que soy el Maestro y el Señor les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan» (Juan 13,14-15)

    Recordando un poco, nuestro vicario y pastor Papa Francisco en el 2016, lavó los pies de los jóvenes refugiados en un asilo al norte de Roma. En el 2015, lavó los pies de los presos en una prisión en Roma. En 2014, realizó el simbólico lavado de ancianos y discapacitados en un centro de Roma.

    En su primer Jueves Santo como Papa, fue a una prisión donde lavó los pies de los presos en un centro de detención juvenil y en este año 2017, lavará los pies de los reclusos en la prisión de Paliano, al sur de Roma.

    Con este ejemplo de servicio de nuestro amado Papa Francisco, imitando a Nuestro Señor Jesucristro, nosotros también estamos invitados a hacer del servicio nuestro estilo de vida, a atender al necesitado, a dar refugio al inmigrante, a aliviar a los enfermos, alimentar al hambirento, vestir al desnudo, etc.

    Oración para el Jueves Santo

    Señor, quiero que mi relación contigo sea más intensa cada día. Te alabo desde lo profundo de mi corazón porque has decidido quedarte con nosotros y acompañarnos hasta el fin de los tiempos.

    Has decidido alimentarnos con tu propio cuerpo a través de la Sagrada Eucaristía y aunque nuestros engañosos sentidos humanos solo vean un trozo de pan, allí estás Tú, esperando que nos hagamos uno contigo

    Ayúdame a entender que para seguir tu proyecto de vida debo amar y ser servidor de los demás, pues si Tú, siendo el Rey de reyes, lavaste los pies a tus discípulos, yo debo también debo imitarte en obras y pensamientos

    Así como Tú has sanado mis heridas, sé mi fuente de poder para poder hacer lo mismo con aquellos que no han salido de su dolor, escucharlos, atenderlos y sobre todo, acercarlos a tu amor.

    Con el ejemplo que me has dado me enseñas a vivir en el amor y a salir de ese camino egoísta que la sociedad hoy propone: «la superación personal sin importar a quien dejo atrás en el camino».

    Dame, Señor mío, conciencia para crecer y ser cada día mejor, que tu alimento divino sea la fuente que me impulse y me proyecte a hacerlo todo bien sembrando esperanzas a mi paso

    Te doy gracias por todas las bendiciones que hoy me darás. Ayúdame a esforzarme sin desánimo y a ser la mejor versión de mí mismo.

    Te amo, confío en tu poder transformante que consuela y renueva el espíritu victorioso en cada uno de nosotros a través de la Eucaristía.

    Amén.

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  3. Señor, gracias desde lo profundo de mi corazón por habitar entre nosotros y darnos el regalo de tu salvación. Que mi relación contigo sea más intensa cada día.

    Has decidido alimentarnos con tu cuerpo a través de la Sagrada Eucaristía para hacernos uno Contigo y encontrar el Reino dentro de nosotros.

    Para seguir tu proyecto de vida debo servir y amar, pues si Tú, siendo Rey de reyes, te hiciste servidor de todos, también yo debo imitar tus gestos e amor.

    Así como Tú has sanado mis heridas, sé mi fuente de poder para poder hacer lo mismo con aquellos que no han salido de su dolor y acercarlos a tu amor.

    Quiero vivir en el amor y a salir de ese camino egoísta que la sociedad hoy propone: «Superación personal sin importar a quien dejo atrás en el camino».

    Dame, Señor mío, conciencia para ser cada día mejor, que tu alimento divino sea la fuente que me impulse y me proyecte a sembrar esperanzas a mi paso.

    Gracias por todas las bendiciones con las que hoy me cubrirás y protegerás. Ayúdame a esforzarme sin desánimo y a ser la mejor versión de mí mismo.

    Te amo, confío en tu poder transformante que consuela y renueva el espíritu victorioso en cada uno de nosotros a través de la Sagrada Eucaristía.

    Amén

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  4. ¿Pueden las dificultades de la vida hacerme más fuerte y sabio?

    Cuando Aarón tenía siete meses de edad, él dejó de ganar peso. Unos pocos meses después, su cabello comenzó a caerse.

    Al principio los médicos, le dijeron a los padres de Aarón que él iba a ser bajito de adulto, pero que por lo demás, era normal. Luego un pediatra diagnosticó el problema como progeria, o rápido envejecimiento.

    Justo como predijo el pediatra, Aarón nunca creció más allá de 91 cm de estatura, no tuvo cabello en su cabeza o cuerpo, lucía como un viejito mientras aún era niño, y murió de edad avanzada al principio de su adolescencia.

    Su padre era un rabino, sintió un profundo y doloroso sentido de injusticia.

    Alrededor de un año y medio después de la muerte de Aarón, el padre llegó a comprender que a ninguno de nosotros se nos promete en algún momento una vida libre de dolor y desengaño. Más bien, lo más que se nos ha prometido es que no tenemos que estar solos en nuestro dolor y que podemos obtener fuerzas y coraje de una fuente externa.

    Él llegó a la conclusión de que Dios no causa nuestras desgracias, sino más bien, nos ayuda inspirando a otros a que nos ayuden.

    Hay un libro que se titula: Cuando cosas desagradables suceden a personas buenas. El auto dice: Yo pienso en Aarón y todo lo que su vida me enseño; comprendo cuánto he perdido y cuánto he ganado. El ayer parece menos doloroso, y no tengo temor al mañana.

    Cuando dejas de mirar a las dificultades de tu vida como obstáculos y comienzas a verlas como escalones, subirás por encima de tus dificultades y ganarás algo de ellas. Te harán más fuerte y sabio.

    Las mentes pequeñas son domadas y sojuzgadas por el infortunio; pero las mentes grandes suben por encima de ellas.

    Proverbios 24:16
    Porque siete veces cae el justo,
    y vuelve a levantarse.

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  5. ÚLTIMA CENA DEL SEÑOR. JUEVES 29 DE MARZO.

    I. Jesús celebra la Pascua rodeado de los suyos. Todos los momentos de esta Última Cena reflejan la Majestad de Jesús, que sabe que morirá al día siguiente, y su gran amor y ternura por los hombres. Jesús encomendó la disposición de lo necesario a sus discípulos predilectos: Pedro y Juan. Los dos Apóstoles se esmeran en los preparativos. Pusieron un especial empeño en que todo estuviera perfectamente dispuesto. Jesús se vuelca en amor y ternura hacia sus discípulos. Es una cena testamentaria; es una cena afectuosa e inmensamente triste, al tiempo que misteriosamente reveladora de promesas divinas, de visiones supremas. Lo que Cristo hizo por los suyos puede resumirse en estas breves palabras de San Juan: los amó hasta el fin (Juan 13, 1). Hoy meditamos en ese amor de Jesús por cada uno de nosotros, y en cómo estamos correspondiendo: en el trato con Él, en los actos de desagravio, en la caridad con los demás, en nuestro amor a la Eucaristía…

    II. Jesús realiza la institución de la Eucaristía, anticipa de forma sacramental –“mi Cuerpo entregado, mi Sangre derramada”- el sacrificio que va a consumar al día siguiente en el Calvario. Jesús se nos da en la Eucaristía para fortalecer nuestra debilidad, acompañar nuestra soledad y como un anticipo del Cielo. Jesús, aquella noche memorable, dió a sus Apóstoles y sus sucesores, los obispos y sacerdotes, la potestad de renovar el prodigio hasta el final de los tiempos: Haced esto en memoria mía (Lucas 22, 19; 1 Corintios 2, 24). Junto con la Sagrada Eucaristía instituye el sacerdocio ministerial. Jesús se queda con nosotros. Jesús es el mismo en el Cenáculo y en el Sagrario. Esta tarde, cuando vayamos a adorarle en el Monumento, nos encontraremos con Él: nos ve y nos reconoce. Le contaremos lo que nos ilusiona y lo que nos preocupa y le agradeceremos su entrega amorosa. Jesús siempre nos espera en el Sagrario.

    III. Jesús habla a sus Apóstoles de su inminente partida, y es entonces cuando anuncia el Mandamiento Nuevo, proclamado, por otra parte, en cada página del Evangelio: Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado (Juan 15, 12). Hoy, Jueves Santo, podemos preguntarnos si nos conocen como discípulos de Cristo porque vivimos con finura la caridad con los que nos rodean, mientras recordamos, cuando está tan próxima la Pasión del Señor, la entrega de María al cumplimiento de la Voluntad de Dios y al servicio de los demás. “La inmensa caridad de María hace que se cumpla, también en Ella, la afirmación de Cristo: nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos (Juan 15, 13)”

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  6. El Pontífice pidió rezar por los “cristianos fingidos” y por los “cristianos mafiosos”

    ¿Cuál es la fiesta más importante, la Navidad o la Pascua?, preguntó el papa Francisco a los 15.000 fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro para participar en la audiencia general de este miércoles 28 de marzo de 2018.

    “Saben…yo hasta que tuve 15 años pensaba que la Navidad era la fiesta más importante, pero todos erramos”. Francisco reafirmó que la ‘Pascua’ es la fiesta más importante porque es la celebración que trae la salvación.

    “Es la fiesta del amor de Dios por nosotros: la muerte y la resurrección del Señor Jesús”, anunció el Papa este miércoles de Semana Santa, es decir, la semana que inició el domingo de Ramos con la entrada de Jesús a Jerusalén y que concluirá con la Pascua de Resurrección.

    En este sentido, el Papa reflexionó sobre el significado profundo de la Pascua y los días que siguen de festividad (Triduo Pascual del 29 de marzo al 1 de abril 2018).

    “Días – consideró – que son los más importantes del año litúrgico” para los creyentes por el recuerdo de “los eventos de la salvación realizados por Cristo y nos proyectan a nuestro destino futuro, reforzando nuestro compromiso y testimonio”.

    El Triduo comienza mañana, jueves, con la Misa “en Coena Domini”, y terminará con las vísperas del Domingo de Resurrección.

    El Pontífice exhortó también de volver a la usanza de antes cuando las mamás en Pascua lavaban los ojos a los niños ante una fuente de agua para ver las cosas nuevas y limpias con Jesús.

    Atrás las cosas viejas

    “El anuncio de alegría y esperanza que culmina el triduo, nos recuerda que las cosas viejas han pasado y todo ha sido renovado en Cristo, muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra glorificación”.

    Francisco insistió en que este anuncio es también una “llamada a la responsabilidad en la misión, pues renueva en todos los bautizados el sentido de nuestra nueva condición, y nos invita a despojarnos del hombre viejo para vivir como hombres resucitados”.

    Asimismo, el Papa, como dijo San Pablo, invitó a buscar con Jesús las cosas del cielo y no las cosas de la tierra.

    “Miren a lo alto, mirar al horizonte, ensanchar el horizonte. Esta es nuestra fe, ésta es nuestra justificación, es el estado de gracia”. El bautismo es una resurrección con Jesús y se vive concretamente todos los días, instó.

    Cristianos fingidos, corruptos

    Quien está con Cristo no puede ser corrupto y ya no vive con la “muerte en el alma”, explicó. “La justificación de Jesús nos salva de la corrupción”. Y en otro momento, recordó: “Pecadores si, corruptos no”.

    Francisco luego confío a los fieles: “Debo decir una cosa triste y dolorosa, existen cristianos fingidos. Esos que dicen: ‘Jesús resucitó , yo fui justificado por Jesús, estoy en la vida nueva, pero vivo una vida corrupta’ y estos cristianos fingidos terminarán mal”.

    Francisco aseguró que todos los cristianos “somos pecadores”, pero cuando se pide perdón a Dios, “el Señor nos perdona”. El corrupto, en cambio, finge de ser una persona honorable, pero “al final en su corazón hay putrefacción”. Así, dijo que Jesús da una vida nueva.

    “Pensemos a los cristianos mafiosos”, expresó. “¡Pero, éste de cristiano no tiene nada! Se dicen cristianos pero llevan la muerte en el corazón y a los demás”. Francisco pidió rezar por ellos para que el “Señor toque sus almas”.

    En este sentido, el Sucesor de Pedro insistió en que la resurrección en Jesús hace del mundo “un espacio nuevo donde ser, gracias a Cristo y con Él, instrumentos de consuelo y esperanza para aquellos que sufren todavía hoy la humillación y la soledad”.

    Y en otro momento de improvisación y sin hojas en la mano, el Pontífice invitó a los peregrinos venidos de América Latina y España a entrar en el misterio de la Semana Santa a través del sacramento de la penitencia: “Tengan el coraje de realizar una buena confesión en estos días.

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  7. La oración por los sacerdotes de Benedicto XVI

    Vatican Media | Mar 29, 2018

    La compuso para el 150 aniversario de la muerte del Cura de Ars, patrono de los sacerdotes

    El Papa Benedicto XVI compuso esta bella oración para el Año Sacerdotal (2010), en el 150 aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, el Cura de Ars:

    “Señor Jesús

    En San Juan María Vianney Tú has querido dar a la Iglesia la imagen viviente y una personificación de tu caridad pastoral

    Ayúdanos a bien vivir en su compañía, ayudados por su ejemplo en este Año Sacerdotal.

    Haz que podamos aprender del Santo Cura de Ars delante de tu Eucaristía; aprender cómo es simple y diaria tu Palabra que nos instruye, cómo es tierno el amor con el cual acoges a los pecadores arrepentidos, cómo es consolador abandonarse confidencialmente a tu Madre Inmaculada, cómo es necesario luchar con fuerza contra el Maligno.

    Haz, Señor Jesús, que, del ejemplo del Santo Cura de Ars, nuestros jóvenes sepan cuánto es necesario, humilde y generoso el ministerio sacerdotal, que quieres entregar a aquellos que escuchan tu llamada.

    Haz también que en nuestras comunidades –como en aquel entonces la de Ars– sucedan aquellas maravillas de gracia, que tu haces que sobrevengan cuanto un sacerdote sabe ´poner amor en su parroquia´.

    Haz que nuestras familias cristianas sepan descubrir en la Iglesia su casa –donde puedan encontrar siempre a tus ministros– y sepan convertir su casa así de bonita como una iglesia.

    Haz que la caridad de nuestros Pastores anime y encienda la caridad de todos los fieles, en tal manera que todas las vocaciones y todos los carismas, infundidos por el Espíritu Santo, puedan ser acogidos y valorizados.

    Pero sobre todo, Señor Jesús, concédenos el ardor y la verdad del corazón a fin de que podamos dirigirnos a tu Padre celestial, haciendo nuestras las mismas palabras, que usaba San Juan María Vianney:

    Te amo, mi Dios, y mi solo deseo
    es amarte hasta el último respiro de mi vida.
    Te amo, oh Dios infinitamente amable,
    y prefiero morir amándote
    antes que vivir un solo instante si amarte.
    Te amo, Señor, y la única gracia que te pido
    es aquella de amarte eternamente.
    Dios mío, si mi lengua
    no pudiera decir que te amo en cada instante,
    quiero que mi corazón te lo repita
    tantas veces cuantas respiro.
    Ti amo, oh mi Dios Salvador,
    porque has sido crucificado por mí,
    y me tienes acá crucificado por Ti.
    Dios mío, dame la gracia de morir amándote
    y sabiendo que te amo. Amén.

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  8. El Papa llama a vivir el Triduo Pascual como «la «matriz» de la vida personal y comunitaria»

    28 marzo 2018

    TAGS Papa Francisco

    El Papa ha hecho un llamamiento para vivir con plenitud estos días
    En la Audiencia de este Miércoles Santo el Papa Francisco ha querido centrar su catequesis en el Triduo Pascual y parar de momento sus explicaciones sobre la misa.

    De este modo, el Santo Padre dejó claro que “todos los cristianos están llamados a vivir estos 3 días santos como, por así decir, la ‘matriz’ de su vida personal y comunitaria”.

    Y es que para el Papa estos días que se avecinan “vuelven a proponer al pueblo cristiano los grandes eventos de la salvación realizados por Cristo, y así lo proyectamos en el horizonte de su destino futuro y lo refuerzan en su compromiso de testimonio en la historia”.

    El Kerygma
    Francisco explicó que la mañana de Pascua “la Secuencia hará escuchar solemnemente el anuncio de la resurrección”. Palabras que contienen “un anuncio de alegría y de esperanza, pero también un llamamiento a la responsabilidad y a la misión”.

    “Este anuncio es el centro de nuestra fe y nuestra esperanza, es el Kerygma que continuamente evangeliza la Iglesia y que ella a su vez es enviada a evangelizar”, agregó tal y como recoge Aciprensa.

    También recordó que “por el Bautismo, en efecto, hemos resucitado con Jesús y hemos muerto a las cosas y a la lógica del mundo. Somos criaturas nuevas: una realidad que pide ser existencia concreta día a día”.

    Un cristiano no puede ser «corrupto»
    El Papa añadió que “un cristiano, si verdaderamente se deja lavar por Cristo, si verdaderamente se deja despojar del hombre viejo para caminar en una vía nueva, incluso permaneciendo pecador, no puede seguir siendo corrupto; no puede vivir con la muerte en el alma, y tampoco ser causa de muerte”.

    En este sentido, subrayó que “el prójimo, sobre todo el más pequeño es el más sufriente, se convierte en el rostro concreto al que donar el amor que Jesús no ha donado”.

    “El mundo se transforma en el espacio de nuestra nueva vida de resucitado. En pie, y con la frente alta, podemos compartir la humillación de aquellos que todavía hoy, como Jesús, están en el sufrimiento, en la desnudez, en la necesidad, en la soledad, en la muerte, para ser, gracias a Él y con Él, instrumento de rescate y de esperanza, signos de vida y de resurrección”.

    El Papa invitó a prepararse para estos 3 días y “ser profundamente inseridos en el misterio de Cristo, muerto y resucitado por nosotros”. “Que la Virgen nos de la gracia de ser participar interiormente en las celebraciones de los próximos días, para que nuestro corazón y nuestra vida sean realmente transformados”.

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  9. EL ARBOL DE LOS PROBLEMAS

    Un carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja granja, acaba de finalizar un duro primer día de trabajo. Las cosas no le salieron muy bien, su cortadora eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de trabajo y su antiguo camión se negaba a arrancar.
    Ofrecí llevarlo a su casa y mientras íbamos en camino permaneció en silencio.
    Una vez que llegamos me invitó a conocer a su familia.

    Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando en las puntas de las ramas con ambas manos.

    Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación:
    Su bronceada cara estaba plena de sonrisas.
    Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dió un beso a su esposa.
    Posteriormente, me acompañó hasta el auto.
    Cuando pasamos cerca del árbol sentí curiosidad y le pregunté,
    acerca de lo que le había visto hacer un rato antes.

    El me contestó: Ese es mi árbol de problemas.
    Sé que no puedo evitar tener problemas, pero no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos.
    Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana los recojo otra vez.

    -Lo divertido es, dijo sonriendo, que cuando salgo en la mañana a recogerlos, ni remotamente hay tantos como recuerdo haber dejado la noche anterior…

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  10. Ayer llamabas a la puerta para comer la pascua conmigo… ¡¡Al final no sabemos que paso¡¡lo dejamos entre tú y yo.. Hoy quieres lavarme los pies,! Pero que cosas tienes¡lavarme los pies y ya no te conformas con eso que luego me invitas a tú última cena.. NO sé, a mi Jesús, me dá , que te vas pero te quedas¡¡ ¡verdad que no me engaño¡¡que tú vas estar siempre, donde pueda encontrarte.. OYE ¡¡pero eso de que me laves los pies?? Como que todavía no lo tengo claro…

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      1. Para Isabel de…..Jesús:

        Te escribo desde mi cruz a tu soledad, a tí, que tantas veces me miraste sin verme y me oíste sin escucharme. A tí, que tantas veces prometiste seguirme de cerca y sin saber por qué te distanciaste de las huellas que dejé en el mundo para que no te perdieras.

        A tí, que no siempre crees que estoy contigo, que me buscas sin hallarme y a veces pierdes la fe en encontrarme; a tí, que a veces piensas que soy un recuerdo y no comprendes que estoy vivo.

        Yo soy el principio y el fin, soy el camino para no desviarte, la verdad para que no te equivoques y la vida para no morir. Mi tema preferido es el amor, que fue mi razón para vivir y para morir.

        Yo fui libre hasta el fin, tuve un ideal claro y lo defendí con mi sangre para salvarte. Fui maestro y servidor, soy sensible a la amistad y hace tiempo que espero que me regales la tuya.

        Nadie como yo conoce tu alma, tus pensamientos, tu proceder, y sé muy bien lo que vales. Sé que quizás tu vida te parezca pobre a los ojos del mundo, pero Yo sé que tienes mucho para dar, y estoy seguro que dentro de tu corazón hay un tesoro escondido; conócete a tí mismo y me harás un lugar a mí.

        ¡Si supieras cuánto hace que golpeo las puertas de tu corazón y no recibo respuesta! A veces también me duele que me ignores y me condenes como Pilatos, otras, que me niegues como Pedro y que otras tantas me traiciones como Judas.
        Hoy te pido que te unas a mi dolor, que lleves tu pequeña cruz junto a la mía, te pido paciencia y perdón para tus enemigos, tolerancia para los ancianos, comprensión para todos tus hermanos, compasión para el que sufre, servicio para todos, así lo he vivido Yo, y así te lo he enseñado.

        Quisiera no volver a verte egoísta, orgullosa, rebelde, disconforme, pesimista. Desearía que tu vida fuera alegre, siempre joven y cristiana. Cada vez que aflojes, búscame y me encontrarás; cada vez que te sientas cansado, háblame, cuéntame.

        Cada vez que creas que no sirves para nada, no te deprimas, no te creas poca cosa, no olvides que yo necesité de un asno para entrar en Jerusalén y necesito de tu pequeñez para entrar en el alma de tu prójimo. Cada vez que te sientas solo en el camino, no olvides que estoy contigo. No te canses de pedirme, que yo no me cansaré de darte, no te canses de seguirme, que yo no me cansaré de acompañarte, nunca te dejaré sola..

        Aquí a tu lado me tienes, estoy para ayudarte.
        Desde mi cruz, te envío este mensaje, te quiero mucho. Tu amigo: Jesús

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  11. Liturgia / Evangelio dominical

    ¿Por qué Jesús eligió la Pascua Judía para instituir la Eucaristía?

    Jesús escogió esta cena Pascual para dar a toda la humanidad el regalo que representa la cumbre de su divino amor hacia todos nosotros.

    En la última Cena de Jesús con sus Apóstoles, por encima de todo, brilla el misterio de la Eucaristía. Jesús escogió esta cena Pascual para dar a toda la humanidad el regalo que representa la cumbre de su divino amor hacia todos nosotros.

    Dentro de aquella Pascua, narra el Evangelio de Marcos (14,12-26) que cuando Jesús se acercaba a Jerusalén envió a dos discípulos por delante para conseguir la casa de algún amigo y preparar allí su tan anciada cena.

    Como lo dice el Catecismo de nuestra Iglesia Católica, Jesús escogió el tiempo de la Pascua para realizar lo que había anunciado en Cafarnaúm: dar a sus discípulos su Cuerpo y su Sangre (CIC 1339) Ahora entendamos un poco el desarrollo de la Pascua Judía en aquel entonces:

    ¿Qué tipo de fiesta era la Pascua judía?

    La Pascua como tal fue, en sus orígenes, una fiesta de pastores, en la que se comía cordero; y se unió a la Fiesta de los Ázimos, una fiesta de agricultores, en la que se comía el pan de la nueva cosecha.

    La noche de la liberación de los israelitas en Egipto fue en Pascua: debían comer cordero, con cuya sangre pintarían las puertas de sus casas, para que el Ángel que exterminó a los primogénitos de los egipcios no entrara en ellas.

    Como era también la Fiesta de los Ázimos aquella noche los israelitas debían también comer pan ázimo, sin levadura, pues no tenían tiempo para que la levadura fermentara, ya que en la mañanita debían salir de Egipto, liberados por fin de aquella terrible esclavitud, camino de la Tierra Prometida.

    Esto fue lo que Israel conmemoró durante siglos hasta los tiempos de Jesús. La Pascua era la fiesta de la independencia nacional. Una celebración patriótica y religiosa.

    El centro de la fiesta de Pascua era la cena. Y el plato principal era el cordero comido con pan ázimo. Lo primero que tuvieron que hacer los discípulos, después de tener la casa, fue conseguir el cordero y el pan.

    ¿Cómo conseguían el Cordero para esa cena?

    El cordero se compraba generalmente en los atrios del Templo de Jerusalén, y se sacrificaba allí mismo. Los sacerdotes, descalzos, con las vestiduras propias del culto, degollaban ante el altar, uno tras otro, los corderos que los israelitas varones llevaban hasta el atrio.

    Después de que la sangre hubiera corrido sobre el altar, como sacrificio agradable a Dios, devolvían las víctimas a sus dueños, que las llevaban a su casa o a hornos colectivos que había en las calles para asarlos.

    El cordero era aderezado con hierbas amargas: achicoria, berros y cardos. La amargura era un recuerdo simbólico del dolor y lágrimas del pueblo cuando fue esclavo en Egipto.

    ¿Qué significa la palabra Pascua?

    Pascua, en hebreo «pésaj», significa «paso». Aludía a que Yavé (con su Ángel Exterminador) pasó por Egipto en la noche de la liberación del pueblo.

    Pasó de largo por las casas de los hebreos señaladas con sangre, y castigó a los egipcios entrando y matando a sus primogénitos. Y el pueblo liberado pudo así pasar por las aguas del Mar Rojo hacia una nueva tierra.

    ¿Cómo se transmitía esta tradición y estas costumbres?

    Al principio de la cena el más joven preguntaba al mayor el significado simbólico de las oraciones, del cordero, de los panes. Y éste lo explicaba.

    Las palabras de Jesús en la cena, dando al pan y al vino el sentido de ser su cuerpo y su sangre, hay que encuadrarlas en esta costumbre de siglos.

    Quien presidía la mesa, generalmente el padre de familia bendecía, partía el pan y daba un trozo a cada comensal. Lo mismo hacía con el vino.

    Se usaba una copa común, que pasaba de mano en mano durante la comida y de la que todos bebían. Eso hizo Jesús aquella noche de la Eucaristía. Y Jesús explicaba también que en aquella Pascua el Cordero inmolado sería Él mismo.

    Jesús: cordero sin mancha inmolado

    Te contaré la historia de «El castigo paterno»

    «Érase un muchacho que siempre llegaba tarde a casa cuando salía de la escuela. Los consejos y reprimendas no surtían ningún efecto. Finalmente, un día, su padre le llamó al orden y le dijo:

    – «La próxima vez que llegues tarde, cenarás pan y agua. ¿Está claro?»

    El hijo lo entendió perfectamente. Pero pocos días después el muchacho llegó a casa más tarde que nunca. Sus padres no le dijeron nada. Cuando se sentaron a cenar vio que los platos de sus padres estaban llenos y en el suyo había sólo un trocito de pan y un vaso de agua. Miró al pan y luego al agua. El padre esperó un rato para que el hijo interiorizara el castigo. Luego el padre cambió su plato por el del hijo, y se pusieron a cenar.

    Años más tarde, ese mismo muchacho recordaba aquel episodio de su vida:

    – «De mi padre aprendí aquella noche cómo es Dios » (Félix Jiménez, escolapio)

    Jesús, cada día nos quita el plato vacío y nos pone delante un plato rebosante de Él mismo, de amor y perdón, y nos dice: «Tomen y coman, esto es mi cuerpo.»

    Dios se ofrece a sí mismo para que tengamos vida. Este cáliz significa la muerte de su Hijo (cf. Marcos 10, 38ss; 14,36). Pero el vino es también bebida de alegría, bebida de las bodas. Dios preparará un banquete de vinos generosos, refinados (cf. Isaías 25,6), cuando su casa esté llena de todos sus hijos.

    Así debemos hacer también nosotros. Somos el plato lleno con el amor y el perdón de Dios, que Jesucristo quiere poner en frente de hermanos nuestros que nunca verán otro plato.

    ¿Qué nos pide Jesús?

    Muchos cristianos corren el riesgo de encerrarse en sus devociones: su rosario, sus novenas, sus cofradías, su grupo…y no enterarse de que hay un alimento gratis y más importante que todas las devociones: el Cuerpo de Cristo.

    «Si no comen mi carne y no beben mi sangre, no tienen vida eterna».

    Otros se la pasan recluidos en sus casas y en sus negocios, y nunca vienen a este magnífico comedor y no se enteran de que Jesús nos dejó un alimento gratis para vivir unidos a Él y a los hermanos.

    «Al celebrar la última Cena con sus Apóstoles en el transcurso del banquete pascual, Jesús dio su sentido definitivo a la pascua judía. En efecto, el paso de Jesús a su Padre por su muerte y su resurrección, la Pascua nueva, es anticipada en la Cena y celebrada en la Eucaristía que da cumplimiento a la pascua judía y anticipa la pascua final de la Iglesia en la gloria del Reino» (CIC 1340)

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  12. El Papa llama a ser “curas cercanos”: que “siempre está” y que “habla con todos”

    Homilía del Papa Francisco en la Misa del Santo Crisma

    •29 marzo 2018•Rosa Die Alcolea•Papa y Santa Sede

    Francisco bendice a los sacerdotes el Jueves Santo en el Vaticano, 29/3/2018 © Vatican Media
    Francisco bendice a los sacerdotes el Jueves Santo en el Vaticano, 29/3/2018 © Vatican Media

    (ZENIT – 29 marzo 2018).- “La cercanía es la clave del evangelizador porque es una actitud clave en el Evangelio”, ha anunciado el Papa Francisco.

    El Santo Padre ha presidido la Misa del Santo Crisma, en la mañana del Jueves Santo, 29 de marzo de 2018, a las 9 horas, en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, acompañado de los Cardenales, Obispos y sacerdotes (diocesanos y religiosos) que residen en Roma.

    Durante la celebración de la Eucaristía, los sacerdotes han renovado las promesas hechas en el momento de la Sagrada Ordenación; luego el Papa ha bendecido el aceite de los enfermos, el aceite de los catecúmenos y el Crisma.

    “Curas callejeros”

    Francisco ha invitado a los presbíteros a ser “curas cercanos” y ha explicado que cuando la gente dice de un sacerdote que “es cercano” suele resaltar dos cosas: la primera es que “siempre está” (contra el que “nunca está”: “Ya sé, padre, que usted está muy ocupado”, suelen decir).

    Y la segunda –ha continuado el Papa– es que sabe encontrar una palabra para cada uno. “Habla con todos”, dice la gente: con los grandes, los chicos, los pobres, con los que no creen… “Curas cercanos, que están, que hablan con todos… Curas callejeros”.

    Presencia de Jesús

    “Nosotros tenemos incorporado que la proximidad es la clave de la misericordia, (…) pero creo que nos falta incorporar más el hecho de que la cercanía es también la clave de la verdad”, ha descrito el Papa.

    “Al sacerdote cercano, ese que camina en medio de su pueblo con cercanía y ternura de buen pastor, no es que la gente solamente lo aprecie mucho; va más allá: siente por él una cosa especial, algo que solo siente en presencia de Jesús”.

    Acompañamiento, confesión y predicación

    En esta línea, Francisco ha sugerido a los sacerdotes meditar tres ámbitos de cercanía sacerdotal en los que estas palabras: ” ‘Hagan todo lo que Jesús les diga’ deben resonar ―de mil modos distintos pero con un mismo tono materno― en el corazón de las personas con las que hablamos: el ámbito del acompañamiento espiritual, el de la confesión y el de la predicación”.

    “La cercanía en la conversación espiritual, la podemos meditar contemplando el encuentro del Señor con la Samaritana”: El Señor le enseña a discernir primero cómo adorar, en Espíritu y en verdad; luego, con delicadeza, la ayuda a poner nombre a su pecado y, por fin, se deja contagiar por su espíritu misionero y va con ella a evangelizar a su pueblo –ha descrito el Papa–.

    “La cercanía en la confesión la podemos meditar contemplando el pasaje de la mujer adúltera”, ha anunciado el Obispo de Roma. “Allí se ve claro cómo la cercanía lo es todo porque las verdades de Jesús siempre acercan y se dicen (se pueden decir siempre) cara a cara (…) y mirando al otro a los ojos”, ha exhortado.

    Por último, Francisco ha animado a los pastores a ser cercanos en el ámbito de la predicación: “La homilía es la piedra de toque ‘para evaluar la cercanía y la capacidad de encuentro de un Pastor con su pueblo’ (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 135). En la homilía se ve qué cerca hemos estado de Dios en la oración y qué cerca estamos de nuestro pueblo en su vida cotidiana”.

    Así, el Pontífice ha invitado a todos los pastores a acudir a María, Madre de los sacerdotes: “La podemos invocar como ‘Nuestra Señora de la Cercanía’ “, les ha indicado.

    “Predicador callejero”

    El Señor recibió el rollo del profeta Isaías y leyó en voz alta: “El Espíritu del Señor está sobre mí, me ha ungido y enviado…” (61,1). “Y terminó estableciendo la cercanía tan provocadora de esas palabras: ‘Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír’ “, explicó Francisco.

    Jesús quiso ser un «evangelizador», un predicador callejero, el «portador de alegres noticias» para su pueblo, ha observado el Santo Padre. “Esta es la gran opción de Dios: el Señor eligió ser alguien cercano a su pueblo”, ha dicho.

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