Tu amabilidad se ha de reflejar también en tu manera de conversar

la mirada que escucha.jpgLa cortesía se hace patente en la manera de conversar. No sabes escuchar si en cualquier conversación lo único que te importa es llevar la voz cantante y no manifiestas ningún interés por nada de lo que dicen los demás; si te sientes incómodo mientras hablan los otros y te dedicas a pensar en lo que vas a decir tú en cuanto tengas ocasión; si subestimas la verdad o el valor de lo que se dice, metiendo siempre baza con algo más importante y rematando lo que cuentan de un modo más conveniente; si interrumpes para poder hablar, y evidencias así tu orgullo y tu vanidad; o si eres incapaz de guardar silencio mientras otros intentan mantener una conversación.

Sabes escuchar si prestas atención a los demás con seriedad e interés porque consideras que no eres omnisciente, y que siempre tienes algo que aprender: solo los tontos están tan metidos en sí mismos y en sus propias ideas que se aburren de oír a otros. Sabes escuchar si callas tanto como hablas, porque de ese modo deseas mostrar tu comprensión y consideración hacia alguien. El que sabe escuchar traslada a su conducta las virtudes de la humildad y la caridad. Estas virtudes son aún mayores cuando se trata de conversaciones aburridas, triviales o que demuestran ignorancia. Si obras así, harás felices a los demás, te ganarás su confianza y abrirás la puerta a muchas otras manifestaciones de la caridad.

Es una falta de caridad ignorar a alguno de los interlocutores en una conversación. Así ocurre cuando, en un grupo de tres o más personas, dos de ellas se enfrascan en un tema cuyo interés excluye completamente al resto: una actitud que nace del egoísmo y la suficiencia. Si caes en conversaciones tan egocéntricas como estas, no haces sino revelar tu pequeñez. La caridad exige —y las normas de cortesía (que son la caridad llevada a la práctica) prescriben— que tus intereses personales se subordinen a los intereses del grupo. Y esto vale para todos: no menos para los famosos que para la gente corriente.

Fuente: “El poder ocult de la amabilidad” por L.G. Lovasik

3 comentarios sobre “Tu amabilidad se ha de reflejar también en tu manera de conversar

  1. La Sagrada Escritura cubre de elogios a quienes saben escuchar, y desdeña en cambio la actitud de quienes no prestan atención a los demás. “Oído que escucha reprensión saludable, habita en medio de sabios”, dice el libro de los Proverbios; y el apóstol Santiago aconseja “que cada uno sea diligente para escuchar, lento para hablar y lento para la ira”. En ocasiones, los hagiógrafos recurren incluso a una fina ironía: “hablar a quien no escucha, como despertar a alguien de un sueño profundo”.

    Podría parecer que escuchar es deber exclusivo del que tiene que aprender. Pero no. Es también necesario para quien quiera enseñar y ayudar. Cuando queremos a alguien la llegamos a conocer más profundamente y deseamos ayudarla, y para eso nos damos cuenta de que debemos escucharla. Claro que esto pide confianza y lleva su tiempo.

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