El Tribunal Supremo de EE.UU. impone el matrimonio homosexual en todo el país y en la noche del viernes pasado la Casa Blanca se tiñó con los colores de la bandera arcoiris para celebrar la decisión de la Corte Suprema de Justicia. Traigo a colación esta entrada llena de sentido común de mi amigo Enrique Monasterio en su blog pensarpolibre:
—¿Por qué emplear la palabra “matrimonio”? —preguntó por tres veces el Papa Francisco a José Luis Rodríguez Zapatero a propósito de la ley sobre las uniones homosexuales—…. El Ex Presidente —lo contó él mismo en una reciente entrevista— le respondió que así se ponía de manifiesto “la igualdad de todos y todas”.
Supongo que, para nuestro ex presidente, ser “iguales” equivale a ser “lo mismo”. Y se equivoca. Todos los hombres somos “iguales” en dignidad; pero, gracias a Dios, somos “distintos” en casi todo lo demás. Y supongo que tenemos derecho a que las leyes reconozcan esas notables diferencias.
Por tanto no es atentar contra la igualdad el prohibir que mi colega Floro, propietario de las famosas charcuterías “El chorizo retozón” rotule sus comercios llamándolos “Farmacias”. Y eso que los embutidos de Floro tienen fama de sentar la mar de bien al organismo. Tampoco va contra la igualdad la vieja costumbre de poner un cuarto de baño para las mujeres y otro distinto para los hombres en los establecimientos públicos. Y estoy seguro de que seguimos siendo iguales a pesar de que en el Corte Inglés hay una planta para “señoras” y otra para “caballeros”. Nadie hasta ahora les ha acusado de segregacionistas…
Por tanto, querido José Luis: desiguales, no. Distintos, sí. Tenía razón el Papa: ¿qué necesidad hay de llamar “matrimonio” (del latín, matris munus, oficio de madre) a ese otro vínculo que la ley protege desde hace unos años?
De acuerdo, amigo; concededles desgravaciones fiscales, títulos nobiliarios y descuentos en las zapaterías y otros establecimientos del ramo; pero dejad en paz las palabras, más que nada para que la gente sepa a qué atenerse.
Las charcuterías venden chorizos; las farmacias, aspirinas.
Joaquín, lo siento pero he subido el comentario a esta entrada: sobre lo normal y anormal en las relaciones interpersonales
Muchas gracias por tus valiosas aportaciones. Saludos