¿Qué credibilidad se deben dar a las apariciones de la Virgen María?  ¿Son verdaderas las profecías que se atribuyen a la Virgen?

2014 - 1Seguimos con nuestra serie de preguntas sobre “cuestiones religiosas” de la vida cotidiana. Esta vez dedicas a la Virgen María y los santos. Empezamos:

¿Qué credibilidad se deben dar a las apariciones de la Virgen María?  ¿Son verdaderas las profecías que se atribuyen a la Virgen?

En primer lugar hay que decir que en la Iglesia católica existe una gran veneración y un gran cariño por la Virgen María, pues es la madre de Jesús. Y Jesús de Nazaret es considerado por los católicos como el único salvador. Así que la centralidad de la fe católica la ocupa Jesús, no la Virgen María. Se debe afirmar por ello que la devoción a la Virgen María, desde tiempos inmemoriales, hunde sus raíces en el amor de los cristianos hacia Jesús.

A lo largo de la historia, se han registrado apariciones marianas, testificadas por documentos de innegable valor histórico. Y en todas estas apariciones, incluidas aquellas que ocurren actualmente, hay una constante histórica, y es la inicial resistencia de la jerarquía de la Iglesia a darles crédito. Los obispos y sacerdotes, por su formación teológica marcadamente racional, tienden en líneas generales a ser incrédulos a las apariciones marianas, y por ello cada vez que se habla de una de ellas, se niegan al principio sistemáticamente a creer. Y no sólo eso, sino que suelen someter a pruebas muy fuertes a los presuntos videntes, para de alguna manera demostrar la veracidad de esas apariciones. Y es así que, luego de un riguroso examen, la Iglesia católica ha aprobado oficialmente algunas de las apariciones marianas. Sirva como ejemplo la de la Nuestra Señora de Coromoto en Venezuela, Nuestra Señora de Guadalupe en México, la Virgen de Lourdes en Francia y la Virgen de Fátima en Portugal. Hay que decir que no todas las presuntas apariciones marianas han sido aprobadas por la Iglesia, con lo cual no estamos obligados a darles credibilidad, que se deja a la libertad de los fieles.

Ahora bien, para la Iglesia lo más importante no es que la Virgen se aparezca, sino que se viva según la enseñanza de Jesús, que es, insistimos, nuestro único salvador. Esto no quiere decir que no tengan ninguna importancia las apariciones de la Virgen. En esas apariciones se suele dar un mensaje de conversión, de llamada a la oración y a las buenas obras, y de fe en Jesucristo.

Algunas apariciones marianas vienen acompañadas de profecías, cuyo ejemplo más resaltante podrían ser las de la Virgen de Fátima, que reveló a los niños videntes un secreto en tres partes, con una carga profética importante. Estas profecías suelen volver al núcleo central del mensaje cristiano: la conversión y vuelta a Dios, la práctica del amor a Dios y al prójimo, y la oración y penitencia por los pecados. Así pues, ese mensaje no es nuevo, pero sí que es muy provechoso, y por ello la Iglesia presenta los mensajes de las apariciones aprobadas como una guía beneficiosa para ser felices en esta vida y alcanzar la felicidad eterna en el Cielo. En ese sentido, son verdaderas profecías. Y muchas de ellas se han cumplido.

Sin embargo, hay que decir además que ninguna de las profecías que acompañan algunas apariciones marianas, ni siquiera las que son aprobadas por la jerarquía de la Iglesia, son dogma de fe. Es decir, no hay obligación de creer en ellas, porque además no dicen nada nuevo con respecto a la doctrina revelada. Simplemente explicitan o concretan algún punto de la fe, sin añadir ni quitar nada a lo que ya ha sido revelado. Y en caso de que alguna de ellas dijera algo directamente contrario al dogma revelado, sería entonces la confirmación de la falsedad de esa aparición. Ya el Señor predijo que vendrían falsos profetas, que usurparían su nombre, y que incluso harían prodigios para engañar a muchos (Mt 24, 24).

 

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