Decenario al Espiritu Santo (2º día)

BJ0cUbxCAAAw_SySe amontonaban en una tienda de libros viejos, no lejos del lugar donde acudía cada día, un montón de destartalados libros de viejo que llevaban por título Enciclopedia Judaica. La curiosidad hizo que se acercara el viejo profesor. Al abrir un volumen al azar, dio con la voz “Buen humor”. Aquella fuente del saber describía el mal humor como consecuencia de la idolatría, y el buen humor como el resultado de la adoración a verdadero Dios. Aquel encuentro casual le dio, desde entonces, mucho que pensar al viejo profesor.

Efectivamente, para quien se sabe criatura, lo verdaderamente serio es Dios. Todo lo demás es muy relativo. Si lo piensas delante de Dios, te darás cuenta que nada es demasiado importante. Que nunca pasa nada; y cuando pasa, realmente qué importa; y cuando importe realmente, qué pasa en el fondo… De ahí su buen humor.

Por el contrario, quien adopta el rol de Dios, ¡cuántas preocupaciones! ¡Cuánta desazón! Porque al ocupar un puesto que no le corresponde, tiene que atender a cientos de cosas que no deberían –y no pueden- caer bajo su decisión o gobierno. El idólatra controla y supervisa, no confía ni descansa… De ahí su mal humor.

Estamos en el Decenario del Espíritu Santo, vamos tú y yo a abandonarnos en Dios Espíritu Santo, a confiar en Él, a no usurpar su puesto. Repite con frecuencia en el interior de tu alma y de tu conciencia –yo también lo hago-: creo que Tú eres Dios… y ya verás como aprendemos a sonreír con casi todo.

Considera: ¿das demasiada importancia a cualquier cosa, por pequeña que sea? ¿Asuntos nimios te quitan el buen humor? No será que nuestra fe anda un poco floja… Haz actos de abandono en el Espíritu Santo para que te ayude a relativizar las cosas y descansar un poco más en Él y menos en tus fuerzas y capacidades ¿de acuerdo?

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