El propio conocimiento

¿Será verdad que uno empieza a conocerse bien a sí mismo cuando empieza a desprenderse del propio yo? ¡Curiosa paradoja!

Efectivamente, adquiriríamos una nueva perspectiva si de repente nos preguntáramos ¿cómo me ven los demás? No ¿cómo me gustaría que me vieran? Sino ¿cómo me ven realmente, desde ellos mismos? Y no solo los afines sino también los hostiles y los indiferentes… Entonces adquiriría una visión muy realista sobre mí mismo. Quizás comprenderíamos de repente muchas cosas… Por ejemplo, esa oposición que a veces percibimos se forma contra nosotros y no entendemos a que se debe exactamente, etc…

En el matrimonio puede preguntarse el marido: ¿cómo me ve mi mujer? ¿en tal ocasión y en esa otra y aquella otra? Y lo mismo debería hacer ella ¿cómo me ve mi marido? No cómo me gustaría que me viera, cómo querría que me viera, sino cómo me ve realmente; cómo percibe mi actitud, mi voz, mis pretensiones… Entonces cada uno de los dos podría comprender con una mayor evidencia si su amor es auténtico, si hay insinceridad, si se produce desconfianza o brutalidad, etc.

Esto no es fácil hacerlo, y además no basta una sola vez hay que intentar muchas veces ese vernos desde el otro, pero cuando se logra que el yo no se meta en la mirada y acomode la imagen, entonces lo que resulta puede que resulte a veces muy desagradable, pero ayuda a la verdad, y nos ayuda a nosotros porque fuera de la verdad no hay bien, no hay felicidad verdadera.

Y además por curioso que parezca desde este nuevo conocimiento propio se consigue algo más: enjuiciar mejor a los demás, lo cual es necesario para poder llevar bien la vida.

No hace mucho me comentaba alguien cómo el hombre puede ser libre si Dios es todopoderoso, y se preguntaba ¿un poder es infinito no superará a la pequeña libertad humana al igual que la corriente de un gran río arrastra en su deriva a una hoja que alberga en su cauce? La respuesta es fácil: la fuerza de Dios es una con su generosidad y su respeto… precisamente es su fuerza la que te ha hecho libre. En la mirada y la mano de Dios es donde te haces dueño de ti mismo. Y si te parece esto una paradoja, te preguntaría sino lo paradójico no es más bien que existiendo el infinito sea posible que exista “también” y en verdad un ser finito.

Dios conoce a todo ser desde lo más íntimo de él, porque él lo ha inventado y realizado.. La creación de Dios es tan magistral y generosamente libre que no sólo lleva al hombre a ser auténtico, sino que le ha puesto en auténtica libertad.

Un comentario sobre “El propio conocimiento

  1. hOLA como estás? he leido que andabas acatarrado, espero que ya todo bien, yo también me he puesto al día con tus artículos y como siempre discrepo en cosas, pero no me voy a alargar, o si? no lo se.

    En cuanto a lo que tu llamas agresividad pasiva, yo lo llamo agresividad contenida, la agresividad forma parte de todos nosotros, hay que saber aprovecharla por que sin duda, de los sentimientos es en el que a corto plazo te da mayor fuerza. Me explico, cuando estoy llena de rabia e ira, empiezo a limpiar y Dios sabe que dejo la casa como una patena en menos de un santiamén, si estoy «HAppy flower y llena de amor,» me cuesta 2 horas, ¿me explico? a medida que limpio, voy canalizando mi ira y limpiandola también.

    En cuanto a lo de la cultura. Te aseguro que la observación es la mejor fuente de conocimiento, lo demás son opiniones de la gente más o menos acertadas.
    Y la sabiduria reside en todos nosotros solo es cuestión de despertarla. Mi madre es sabia, mi padre también, no fueron a la escuela pero aprendieron a vivir.
    Evidentemente, la cultura es la mejor manera conocer miles y miles de formas diferentes de pensar y eso ya es abrir tu mente para que la sabiduria salga de ti.

    Y en cuanto a este post… te diría tantas cosas. 1 te recomiendo veas «Y Tu que sabes?» o bien leas un libro (que te parecerá ereje) pero que clama a gritos que lo leas, se llama The Secret, encontrarás muchas de las respuestas que estás buscando o que estás intentando explicar a los demás. A mi «paradojicamente» me acerca a Dios,

    Y por último te dejo una frase para que la pienses muy muy bien:

    «El juicio final es el final del Jucio». Si realmente entiendes a Dios, sabras que esta frase es cierta, si realmente Dios es amor, no hay juicio ¿Entiendes? por lo tanto en ti dejarán de existir frases como esta.

    «Y además por curioso que parezca desde este nuevo conocimiento propio se consigue algo más: enjuiciar mejor a los demás, lo cual es necesario para poder llevar bien la vida.»

    Y lo mejor de todo, es que la actitud de juzjarte a ti y/o a los demás desaparecerá. Asi es cuando realmente se ama.

    Uff, menudo rollo me he montado yo solita
    Besos y como siempre, gracias por permitirme comentar
    Cristina

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