Algunas consideraciones espirituales

Unión de Tierra y cieloAquí os dejo con estas reflexiones espirituales de nuestro colaborador Carlixto, o como el prefier decir: más que reflexiones, son oración personal puesta en palabras. Que las disfrutéis en este tiempo de Adviento (y de oración):

Sobre el celibato

Hoy en día la figura del célibe es más necesaria que nunca, o mejor dicho, nunca ha sido tan necesaria la figura del célibe como hoy en día. En una sociedad que sobre valora lo sexual, que lo promueve como bien supremo, que le da culto, que fomenta la adicción al mismo, en donde, como con una droga, las primeras dosis no son suficientes, hay que experimentar más y más … En esa sociedad, la figura del célibe impacta, cuestiona, interpela, incomoda, confunde y en muchos casos no es creída, ¿Cómo es posible que el sexo, visto como supremo bien, alguien voluntariamente se abstiene de él? ¿Será acaso que nos hemos equivocado y hay un bien más allá de lo que nos proponen?

Sobre la Oración

El corazón es la morado donde yo estoy, o donde yo habito ( según la expresiòn semítica o bíblica: donde yo «me adentro»). Es nuestro centro escondido, inaprensible, ni por nuestra razón ni por la de nadie; sólo el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la decisión, en lo más profundo de nuestras tendencias, allì donde elegimos entre la vida y la muerte.
Es el lugar del encuentro, ya que a imagen de Dios, vivimos en relación: es el lugar de la Alianza. –
La oraciòn cristiana es una relaciòn de Alianza entre Dios y el hombre en Cristo. Es acciòn de Dios y del hombre; brota del Espíritu Santo y de nosotros, dirigidas por completo al Padre, en uniòn con la voluntad humana del Hijo de Dios hecho hombre.

Dios es amor, por tanto es justo y fiel; no puede contradecirse, debe acordarse de sus acciones maravillosas, su Gloria está en juego, no puede abandonar al pueblo que lleva su Nombre.-

Elias significa El señor es mi Dios

«A Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras» San Ambrosio

«Buscad Leyendo, y encontraréis meditando; llamad orando, y se os abrirá por la contemplación» El cartujano

» Te amo, Dios mío, y mi único deseo es amarte hasta el ùltimo suspiro de mi vida. Te amo, Dios mío infinitamente amable, y prefiero morir a vivir sin amarte. Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es amarte eternamente Dios mio, si mi lengua no puede decir en todos los momentos que te amo, quiero que mi corazòn te lo repita cada vez que respiro» S. Juan María Bautista

» Es necesario acordarse de Dios màs a menudo que de respirar» San Gregorio Nacianceno

» Que nuestra oraciòn se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de nuestras almas» San Juan Crisòstomo

No se puede meditar en todo momento, pero sí se puede entrar siempre en contemplación.

La contemplación es la expresión màs sencilla del misterio de la oración. Es un don, una gracia; no puede ser acogida más que en la humildad y en la pobreza.
En comunión: en ella, la santisima Trinidad conforma al hombre, imagen de Dios, «a su semejanza»

Se ora como se vive, porque se vive como se ora.El que no quiere actuar habitualmente según el Espíritu de Cristo, tampoco podrà orar habitualmente en su Nombre. El «combate espiritual» de la vida nueva del cristiano es inseparable del combate de la oración.

«Es posible, incluso en el mercado o en un paseo solitario, hacer una frecuente y fervorosa oración. Sentados en vuestra tienda, comprando o vendiendo, o incluso haciendo la cocina» San Juan Crisóstomo

«Nada vale como la oración: hace posible lo que es imposible, facíl lo que es difícil. Es imposible que el hombre que ora pueda pecar» San Juan Crisòstomo

«Ora continuamente el que une la oración a las obras y las obras a la oración. Sólo así podemos encontrar realizable el principio de la oración continua» Orígenes

» ¿Cuándo la debilidad de un mortal se atrevería a llamar a Dios Padre suyo, sino solamente cuando lo íntimo del hombre está animado por el Poder de lo alto?» San Pedro Crisólogo

Dios nuestro Padre trasiende las categorías del mundo creado. Transferir al él, o contra él, nuestras ideas en este campo sería fabricar ídolos para adorar o demoler. Orar al Padre es entrar en su misterio, tal como El es, y tal como el Hijo nos lo ha revelado

«La expresión Dios Padre no había sido revelada jamás a nadie. Cuando Moisés preguntó a Dios quién era El, oyó otro nombre. A nosotros este nombre nos ha sido revelado en el Hijo, porque este nombre implica el nuevo nombre del Padre» Tertuliano

2781- La primera palabra de la oracion del Señor es una bendición de adoración, antes de ser una imploración. Porque la Gloria de Dios es que nosotros le reconozcamos como «Padre», Dios verdadero. Le damos gracias por habernos revelado su Nombre, por habernos concedido creer en él y por haber sido habitados pos su presencia.

Es común oír: «No tengo tiempo para orar». Esto generalmente es verdad, pues el tiempo para orar debemos «crearlo». Esto implica renunciar a nuestro tiempo de diversión, a la televisión; inclusive, como Jesús, al descanso nocturno. Solamente el cristiano que ora todos los días verá cambios en su vida, pues la oración es el elemento que permite que la gracia de Dios se convierta en vida. Es también común escuchar: «Dios siempre está conmigo y por eso yo hago mi oración mientras voy manejando al trabajo o a la escuela». Esto es verdad también, Dios siempre está con nosotros, pues Dios siempre tiene tiempo para nosotros, la pregunta sería si nosotros, como Jesús, también tenemos tiempo para Dios. Si bien es cierto que todo momento es un buen momento para orar, es necesario dedicar un tiempo EXCLUSIVO para Dios, para estar con él, para que todos nuestros sentidos se centren y concentren en él. Date tiempo para orar, sólo así tendrás suficiente luz para dirigir las decisiones de tu vida. – anonimo

» No habéis sufrido tentación superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito» (1 Co 10, 12)

Autor: Carlixto Diego Juliao Vásquez

2 comentarios sobre “Algunas consideraciones espirituales

  1. La relación con Dios, aunque tiene muchos aspectos análogos a la relación interpersonal humana, por otra parte es especial y única. Puede ser legítimo a veces dudar de lo que nos dice una persona por motivos diversos. Jamás lo será en el caso de Dios porque Él, siendo la verdad, no puede caer en falsedad e inducirnos a nosotros en error. Por ello, llevados de su mano, nos sentimos seguros y que nos guiará siempre hacia la verdad sobre nosotros, sobre el mundo, sobre Él mismo. Por ello el hombre de Dios irradia alegría, gozo y paz. Debemos hacer una confesión de fe y pedirle que nos esconda en su corazón.
    Para ello hay que:
    1. Ponernos en presencia de Dios, un Dios cercano que me acompaña y sufre conmigo y en mi lugar.
    2. Hacer silencio para escucharlo.
    3. Abrir los ojos para mirarlo y contemplar cómo sus ojos van al cielo y a nuestra Madre.
    4. Hacer una confesión de fe y pedirle que nos esconda en su corazón.

    La fe, puerta de la oración, es un don de Dios, pero al mismo tiempo la oración y la maduración en la relación con el Señor requieren también el esfuerzo del hombre. Orar es un acto nuestro. Ciertamente Dios «primerea» como ama decir el Papa Francisco, pero esto no quiere decir que el hombre no pueda y deba colaborar con Él. Orar es una acción divina en el alma pero es también un acto nuestro. El hombre debe cooperar con todo su ser, su inteligencia, su voluntad, su corazón, sus fuerzas emotivas y pasionales.

    La relación del hombre con Dios se basa ante todo en un acto de confianza en Él. El hombre confía en Dios, se fía de Dios. Es por ello muy importante que la oración se desarrolle en un clima de confianza. Allí donde hay miedo, desconfianza, recelo, turbación, inquietud no puede reinar verdaderamente el Señor. El orante se fía de Dios, de su palabra, de su revelación. El salmo 131 nos indica cuál es la actitud correcta para la oración cuando nos describe a un niño en brazos de su madre: «mantengo mi alma en paz y silencio como un niño de pecho en el regazo de su madre» (v. 2). El clima de la oración es por lo tanto la confianza total que, en medio de las vicisitudes de la vida va viviéndose con espontaneidad y va aumentando aunque el Señor pueda permitir pruebas y en ocasiones parecer que está ausente.

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