¿Criticamos o acusamos?

Leyendo estos días las críticas que los fariseos hacen al Señor, me he acordado de este relato que leí hace tiempo:
“Tuve un profesor de griego al que le gustaba explicar que la  palabra «crítica» viene del verbo «krino» o «krinein», que quiere decir: «juzgar, medir, valorar». Nos recordaba que de esta misma raíz, “kri”. vienen «crisol» y «acrisolar», es decir: filtrar impurezas. Y también otras palabras tan dispares como «crisis», «criterio» e incluso «hipocresía» (desempeñar un papel teatral, literalmente).
Aquel profesor nos insistía en que la crítica no es, como suele pensarse, sólo decir las cosas malas de lo juzgado, sino medir, valorar cuanto tiene de bueno y de malo. Por lo que una crítica que sólo subraya lo negativo no es ya una crítica, sino algo muy diferente. Y entonces nuestro profesor nos explicaba que para expresar esa idea de «decir lo negativo» tenían los griegos otras dos palabras «aitía«, que quiere decir acusación, y «diabolé», que es más dura y se refiere a la «acusación calumniosa».
 De esta última palabra viene precisamente el nombre de «diablo», es decir: el acusador, el calumniador.

No he olvidado nunca la explicación de mi profesor de griego: muchos que se creen «críticos», son simplemente «diablos». Muchos que creen ejercer esa nobilísima tarea que es criticar (separar el grano de la paja) para guardar, en realidad lo que hacen es acusar, calumniar, diabolizar. Es decir: destruir.«

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